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"La mujer en la ventana" (2021): Hitchcock, cine negro e hiperestilización

Actualizado: 17 jul 2023

"La mujer en la ventana", el thriller protagonizado por Amy Adams es, en estos momentos, la película de Netflix más vista en territorio peruano.


Por Rodrigo Bedoya Forno CRÍTICAS / NETFLIX

"La mujer en la ventana" (2021). Fuente: IMDB
"La mujer en la ventana" (2021). Fuente: IMDB

La nueva película del inglés Joe Wright, es una suerte de megahomenaje a una serie de películas y géneros, que van desde Hitchcock hasta el cine negro, siendo La ventana indiscreta el referente más obvio del filme y, como no, las historias que ocurren en casas góticas y misteriosas. En una de esas moradas vive Anna (Amy Adams), una psicóloga con agorafobia que, debido a su enfermedad, sigue un tratamiento con medicamentos sumamente fuertes. A través de su ventana, Ana observa el crimen que se comete contra la esposa de su nuevo vecino. Pero grande será su sorpresa cuando, tras el llamado correspondiente a la policía, resulta que la esposa no solo está viva, sino que no es la mujer que ella vio siendo asesinada. Convencida de una conspiración, Anna buscará de distintas maneras probar que ella sí vio un asesinato.


Cualquiera que haya visto dos películas de Joe Wright sabe que es un director al que le interesa la estilización: sus películas suelen ser virtuosas, interesadas en jugar con los tiempos y en cargar el estilo visual para darle intensidad a sus historias. Y ese refinamiento no está ausente en su nueva película. Todo el tiempo el director mueve la cámara, juega con los espacios, sube el volumen de la música, borra las diferencias entre realidad y fantasía y quiere que el drama personal de su protagonista tenga casi tanta importancia como la trama criminal en la que se ve envuelta.

"La mujer en la ventana" (2021). Fuente: IMDB
"La mujer en la ventana" (2021). Fuente: IMDB

Pero el problema está en que la película no solo requería estilización, sino también suspenso: estructurar mejor el misterio, aprovechar los momentos de tensión y dejar que éstos se desarrollen de manera natural, sin apresurarlos o forzarlos. Y en eso es en lo que el director falla olímpicamente. Lejos de dejar que las acciones fluyan para generar el suspenso deseado, Wright usa una música que subraya el momento de suspenso (como si el espectador no fuera capaz de darse cuenta de eso); o juega con la edición para meternos en la cabeza de la protagonista, enfatizando innecesariamente su perturbación; o decide introducir un monólogo explicativo para la exhibición de Adams, quien es una gran actriz pero, aquí, todo el tiempo busca un lucimiento que resulta contraproducente.


Todo esto hace que la película termine siendo frenética en su propuesta. Wright siente la necesidad de agregar algún elemento que recalque, de una manera u otra, el efecto que quiere generar. Y eso hace que el filme nunca se tome un respiro que permita que la acción fluya o que el suspenso pueda ir moldeándose. Todo tiene que estar subrayado, desde el misterio hasta los dramas personales.


La mujer de la ventana, de esta manera, se ahoga en su propia pretensión, en su intento de poner sus atributos estilísticos en vitrina. Éstos terminan anulando cualquier opción de misterio o de suspenso bien desarrollado.



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