“¡Oh, hai Tommy!”: un encuentro con el director de "The Room" (2003)

Luego de que me enteré, poco tiempo después de mudarme a Londres, para comenzar una maestría en dirección de cine, que el legendario Prince Charles Cinema tendría funciones especiales de The Room (2003), de Tommy Wiseau, este 2020, no me pude resistir. De hecho, dos de mis primeras compras en esta ciudad fueron una entrada para una proyección de The Room, y una suscripción anual al Prince Charles Cinema. Después de todo, se trata de un cine especializado en películas de culto, musicales en versión sing-along, y estrenos no comerciales. ¡Qué más podría necesitar!
Tres meses después, me encontraba a las afuera del cine, cerca de la Plaza Leicester, en el centro de Londres, junto a un grupo de amigos (directores y guionistas, básicamente), a punto de entrar a ver The Room. Pero lo más sorprendente fue que, al bajar al sótano del local, nos encontramos con una larga cola de gente esperando su turno para conocer al mismísimo Tommy Wiseau, quien se encontraba a pocos metros, ¡a plena vista de todos! La idea, según los organizadores del evento (el cual, dicho sea de paso, tuvo cinco fechas, con dos funciones cada día), era hacer una cola antes de la proyección, para comprarle algo de merchandising a Tommy (polos, casacas, posters, Blu-Rays y más), y por supuesto, tomarse una foto con él. Uno también podría salir durante la película para hacer lo mismo, pero…. ¿quién querría pagar para perderse la genialidad que es The Room?
Por ende, no me quedó más que hacer mi cola para, por fin, conocer al infame Wiseau. Algunos amigos lo hicieron conmigo, mientras que otros entraron a la sala de cine a buscar sus asientos. Fue un proceso rápido —todo estaba muy bien organizado, hay que admitirlo—, y a los pocos minutos de haber comenzado mi cola, me acerqué al stand, al costado de la barra (sí, el Prince Charles Cinema cuenta con un bar), cogí un Blu-Ray y un polo (con un estampado de Tommy gritando “YOU’RE TEARING ME APART, LISA!”), y me llamaron para conocer a Tommy.
Sí, al mismísimo Johnny, el vampírico protagonista de The Room, uno de los cineastas y actores más misteriosos de la actualidad.
¿Y cómo fue la experiencia? Pues, bastante agradable. Wiseau es más callado de lo que uno supondría; hizo un par de chistes —difíciles de entender debido a su acento—, pidió que le deletreara mi nombre (asumo que hay más de una manera de escribir “Sebastian”), firmó mi Blu-Ray de The Room, y uno de los organizadores me tomó la foto con él. Me despedí —Wiseau te sacude la mano de manera firme, eso sí—, esperé a mis amigos y entré a la sala, nervioso, emocionado, para ver The Room rodeado de fanáticos y fanáticas.
Y no es por nada, pero ver una película de culto como esta en una sala de cine, junto a gente que ya la ha visto antes unas decenas de veces, es una experiencia surreal y divertidísima. Piensen en cualquiera de las líneas de diálogo más famosas de The Room; cada una de ellas era gritada por decenas de personas mientras los actores las recitaban en pantalla (“Oh hai Mark”; “Anyway, how is your sex life?”; “I definitely have breast cancer”, etc.) Cada vez que la película pasaba a planos de transición de San Francisco, todos gritábamos: “Meanwhile, in San Francisco!”. Cada vez que Lisa (interpretada por Juliette Danielle) se comportaba de manera cómicamente villanesca, la gente la abucheaba. Y las risas no se hacían esperar durante las escenas prolongadas de sexo, en donde todo lo que uno podía ver era el trasero de Wiseau, mientras este trataba de hacerle el amor al ombligo de Danielle.