16 Festival Al Este: "Vermiglio" (2024): en la guerra y el amor...

Maura Delpero vino a Lima para presentar, en el Festival Al Este, su más reciente obra sobre los secretos que desentierra la aparición de un soldado en un pueblo italiano durante la Segunda Guerra Mundial.

Por Gustavo Vegas Aguinaga                                          FESTIVALES / FESTIVAL AL ESTE

Vermiglio, de la cineasta italiana Maura Delpero se proyectó en la edición N.° 16 del Festival Al Este. Nos narra la tranquila y monótona vida de la gente de un pueblo en las montañas italianas durante los meses finales de la Segunda Guerra Mundial. Como para advertir el término del conflicto, Delpero introduce en la historia a Pietro (Guiseppe de Domenico), un soldado desertor del ejército que prontamente será visto con buenos y malos ojos. Por un lado, llama la atención de Lucia (Martina Scrinzi), la hija mayor del profesor del pueblo; por el otro lado, es visto con decepción por haber huido de la guerra, aunque otros valoren su salida.

En la tranquilidad invernal de la aldea, vemos diversas escenas de su vida en comunidad: ordeñan vacas, talan madera, van al colegio y rezan. La dimensión religiosa es un componente vital en Vermiglio, pues pareciera que casi todos están en constantes actos de contrición para pagar por sus pecados y por ocultar aquello que les afecta y avergüenza. Hay muchos secretos en la montaña. Mientras Lucia y el poco expresivo Pietro se mandan breves cartas de amor y se besan a escondidas, el resto de hermanos intenta crecer. Otro asunto interesante es el rol del padre que es a la vez profesor, pues sabe que sus hijos madurarán y querrán conocer el mundo, y en ese pueblo quizá no sea posible, o, al menos, no para todos.

La aldea que da título a la película funciona, asimismo, bajo cierto hermetismo en el cual reciben bien a Pietro y lo cuidan, hasta lo educan, pero también lo juzgan y lo tratan siempre sujeto a un estado de alteridad. Es italiano como ellos, pero está “manchado” por su deserción. Dentro de esta adversidad, el amor florece. La joven pareja decide casarse antes de tener sexo y, antes que romántico, resulta algo más tradicional. Ese hermetismo de Vermiglio hace que parezcan detenidos o atrapados en el tiempo y, si bien se trata de la década de 1940, la boda deviene más en una forma de asegurar el futuro de Lucia que en otorgarles cierto permiso para hacer el amor. El amor ya estaba hecho.

Ahora, Delpero sabe prestarle atención tanto a los detalles como a los demás personajes. Una de las hermanas, por ejemplo, busca constante perdón divino ante sus ansias homosexuales y se establece así un juego con la idea de tradición, costumbres y ejemplos: ¿si el padre también gusta de las mujeres, lleva el cabello corto y fuma cigarrillos, por qué ella no podría seguir la misma línea? Los cigarros, dice una de las pequeñas, son un secreto para el padre simplemente porque los mantiene dentro de un cajón. Así, Delpero sabe dibujar las confidencias de cada quién siempre entre cajones o marcos, encerrados entre el frío y las montañas de Vermiglio: mientras una de las hermanas se masturbaba detrás de un armario, Lucia y Pietro se besaban bajo la entrada de un granero.

Del mismo modo, los paralelos juegan un rol importante. En plena guerra es donde surge el romance entre la pareja joven, pero es cuando acaba el conflicto que acaba también el amor. Lucia y Pietro se separan, sin saberlo, para siempre. Su amor estaba condicionado a su abandono del ejército. La guerra acaba y Pietro ahora deserta su matrimonio. Por el lado de Lucia, es llamativo que sale embarazada casi en simultáneo con su madre y se plantea entonces una clara comparativa entre las dos mujeres. Una tiene varios hijos, la otra será madre primeriza; una se dedica al hogar y la otra quiere trabajar en la ciudad; una aún vive con su esposo, la otra, por desgracia, ya no.

Las escenas finales nos dibujan este contraste de manera magistral: la madre de Lucia descansa en cama con su marido y se le ve contenta, pero a la vez condenada a quedarse en Vermiglio para siempre. Lucia, en cambio, tiene un futuro más brillante. Aún de luto y vestida enteramente de negro, sostiene a su pequeña hija arropada con un conjunto blanco y mira hacia el sol que sale por la ventana. Hay futuro y lo alcanzará junto a ella, su luz. A fin de cuentas, Vermiglio es a la vez un retrato del cariño de una comunidad en tiempos de guerra, así como del descubrimiento de los secretos oscuros que habitan la nieve y las montañas más blancas.