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Transcinema. Festival internacional de cine: algunas películas notables
- Gustavo Vegas
- hace 24 minutos
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La edición 2025 del festival trajo títulos de diversos países, géneros, y perspectivas. Se explora, por ejemplo, la violencia, los conflictos, la memoria familiar e histórica y más.
Por Gustavo Vegas Aguinaga FESTIVALES / TRANSCINEMA
La primera parada del recorrido por la edición reciente de Transcinema es en Cambodia, a través de la película Becoming Human (2025) de Polen Ly. Lo que a primera instancia parece un relato ameno que roza lo fantástico y ciertas preocupaciones sobre el estado del cine (vemos una sala abandonada que será demolida) deviene en un viaje bello y profundo de un hombre solo y el espíritu de una mujer joven que cuida el lugar. Emprenden un recorrido hacia los lugares de la memoria (que se expresan también de forma geográfica) donde forma parte la violencia estatal que afecta a las familias.
El hilo de los asuntos familiares lo sigue Hair, Paper, Water... (2025) de Nicolas Graux, y Truong Minh Quy, donde una anciana que nació y vivió décadas en una cueva sale por fin para cuidar de su nieta. Es un choque generacional e ideológico. La cueva de la mujer no es solo física, sino también psicológica. Las imágenes de Minh Quy y Graux saltan de la oscuridad de las cavernas y la pasividad de la montaña a la velocidad de Saigon y la bulla de una casa llena de gente de otras generaciones. La conexión familiar en esta película une a la anciana con sus nietos, mientras que Cartas a mis padres muertos (2025) muestra al propio cineasta y su búsqueda por comunicarse con sus padres y contarles lo que no han visto.
El documental del cineasta chileno Ignacio Agüero inicia con la combinación que guiará la narrativa: su actualidad, su día a día y la asuencia de sus padres. Claro que el título lo anticipa, pero Agüero expone memorias de las más personales con sumo dolor con tal de establecer así, mediante la pureza del recuerdo, un puente hacia sus padres. Se combina la nostaglia por material fílmico familiar con bombas y misiles, material de archivo de un Chile que ya no existe. Se construye así un largo viaje hacia la memoria. La de Agüero, la de su familia, la de su país, la de su película.
Tales of the Wounded Land (2025) de Abbas Fahdel es un documental preciso que emplea diverso material de archivo de los ataques israelíes en Líbano como parte de la (re)construcción de un relato desolador, donde la familia nuclear de Fahdel, su barrio y otros pobladores obtienen un protagonismo vital: cada vida importa. Vemos al inicio un contraste tristemente interesante: la inocencia y ternura de la pequeña Camille (hija del director) comparte el plano con los sonidos de los aviones enemigos y las explosiones. Lo mismo luego con la televisión, sus programas infantiles y las decenas de detonaciones que la cámara registra. También hay semejanzas que Fahdel une bien mediante el montaje, como las largas filas de manifestantes que luego serán comparadas con las largas filas de ambulancias yendo a socorrer.
El elemento de memoria lleva consigo gran importancia, pues va desde lo que filma Fahdel, su uso de otros videos grabados con celular, hasta la mención al fotógrafo de su ciudad (Nabatieh), quien registraba la vida en el sur de Líbano y conservaba esos archivos, y cuyo estudio fue destruido en un bombardeo allá por 2006. Fahdel muestra gran habilidad cuando presenta una escena donde la inocencia de su hija confunde aviones con pájaros, para luego mostrar a un granjero viejo que hace la misma comparación.
Si bien no desborda en reminiscencias del pasado, el documental recuerda alguna vida anterior que fue mejor y más tranquila (como cuando Nour, la esposa de Fahdel, muestra su antigua galería de arte). El presente se muestra como una destrucción y masacre total, siendo las imágenes en su mayoría escombros. Sin embargo, a través de una profunda mirada humanista, el director muestra un resurgimiento de la esperanza, de una comunidad unida y con miras a un mejor futuro, encarnando esa mirada a dicho horizonte lejano en la pequeña Camille y otros niños de una joven generación.
Si bien se distancian temáticamente, Fuck the Polis y Tales of the Wounded Land indagan en las heridas del pasado para explicar el dolor del presente e intentar salir adelante. La película de la portuguesa Rita Azevedo Gomes se establece como un viaje: la protagonista regresa a Grecia y nada es como era antes. Los dioses ahora son estatuas desgastadas por el tiempo. Azevedo coloca a colaboradores como personajes que leen fragmentos de otras escrituras y la película, desde diversas fuentes, toma un aspecto casi coral, donde convergen las narraciones poéticas del pasado y las imágenes del presente, la experimentación y el recuerdo personal, la recreación, la exploración , todo va y viene como las aguas que filma la portuguesa con calma de navegante.
