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FESTIVALES / WE ARE ONE

“Crazy World” (2019): niños raptados y artes marciales en Uganda

Gracias al We Are One Global Film Festival, que se desarrolla en YouTube, podemos ver la delirante y nueva entrega de los creadores de un clásico de culto contemporáneo: Who killed Captain Alex? Al final, encontrarán el enlace para ver Crazy World.

Por Alejandro Núñez Alberca

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Fuente: NOW Magazine

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Wakaliwood es ya un nombre indisociable del cine ugandés. Su casa productora se reduce a un grupo de amigos y entusiastas por el cine de acción, artes marciales y comedia, con referentes clave como Bruce Lee, Los magníficos o Rambo. Crazy World (2019), presente en el We Are One Global Film Festival luego de formar parte del TIFF (Toronto International Film Festival), se nutre de estas figuras míticas de la única forma que su director, Isaac Nabwana, sabe hacer: con hilaridad desbordante y una pasión sincera (pocos directores podrán decir que derribaron un helicóptero con un baguette).

Como otras de sus películas, sobre todo Who Killed Captain Alex? (2010), el delirio del montaje abunda tan pronto se dispara la primera bala. Entre cortes fugaces nos sumergimos en la vida de un padre que sufre el rapto de su hija y la muerte de su esposa en manos del crimen, solo para caer en la locura y vivir en su “castillo” en medio de un basural. Alrededor de él se gesta una red de personajes mafiosos, víctimas y policías con más en común de lo que aparentan. La caída en desgracia del militar no dista mucho de otras historias sobre agentes secretos y hombres de guerra venidos a menos, pero ahí donde otros ven tragedia, el ojo de Nabwana capta entretenimiento y comedia, incluso si para ello debe romper algunas reglas de montaje que otros consideran intocables, y ahora se revelan como una mera convención técnica.

Emancipado de toda obligación genérica, sus personajes se reinventan constantemente. El personaje de Dauda Bisaso es un comando, un padre y poco después un ‘loco’ que prefiere observar el mundo desde “Crazy World” bajo la consciencia de que ve aquello que otros ignoran. Virtualmente toda su puesta en escena presenta la misma liquidez: un descampado es una dimensión desconocida, una gaceta de vigilancia alberga toda una comisaría, el metraje se interrumpe para mostrar las desventuras de un Escuadrón Antipiratería a través de los cinco continentes (ustedes ya verán cómo). El lenguaje visual de Crazy World no tiene ninguna interioridad sólida que deba proteger; todo es bienvenido, todo entra, todo tiene su lugar.

Una vez más, Nabwana recurre a lo que es quizá el elemento más importante de toda su filmografía: el espectador, rescatando así el vínculo de comunicación que hoy en día parece negarse. No son pocos los directores que han hecho una carrera filmando el cine que (dicen) a ellos les gustaría hacer y ver en salas, obedeciendo antes a sus enigmáticas musas y obsesiones que a las expectativas de quienes habrán de consumir su producto. No se trata, claro, de que el realizador se rinda ante el público, sino que busque una comunión con él. Si otros realizadores hacen de “no pensar en la audiencia” una virtud, Nabwana se dispara en el sentido opuesto: se dirige a la cámara, agradece, cuenta chistes, publicita a sus actores en medio del metraje, coloca puntos clave de la trama en la voz de un delirante narrador, cuya simbiosis con la banda de imágenes es total.

Mientras que el autor contemporáneo se muestra intimista, el cine de Wakaliwood le gana en transparencia. Cuando otros ofrecen una dudosa honestidad, Nabwana nos extiende la mano y nos pide que riamos con él. En efecto, consigue eso y mucho más.

#CrazyWorld #Wakaliwood #Weareone

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