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Descubriendo el “mumblecore”: un tríptico personal

Actualizado: 11 nov 2022

El mumblecore apareció como un movimiento cinematográfico moderno de bajos recursos, influenciado por las nuevas tecnologías y con personajes ordinarios con típicos conflictos existenciales. En este texto podemos conocer mucho más sobre lo que es esa tendencia y sus figuras centrales en sus inicios. Una de ellas, Greta Gerwig, dirigió la última versión de Mujercitas, que competirá por el premio a mejor película en los Óscar.


Por Jorge Francisco Ossio ESPECIALES / MUMBLECORE

Baghead . Fuente: FILMWEB.


UNO: Como muchas personas de inteligencia mediocre, a veces pienso que puedo compensar esta falta de talento con un vasto conocimiento de cultura general. Por eso me obsesiono mucho con nombres y piezas de información que no le sirven a nadie: leo acerca de directores de culto, películas olvidadas que nunca voy a llegar a ver, actores permanentemente estancados en papeles secundarios, novelas fuera de circulación, historietas autobiográficas canadienses de los noventa, bandas que tocaban en el CBGBs en Nueva York de los setenta, libros históricos acerca de personajes como Louis Riel o Su Majestad el Emperador Norton I. Es todo culpa del internet, supongo.


Si no existiera, me hubiera conformado con ser simplemente tonto, habría tratado de buscar otros talentos, desenvolverme más en áreas en las que ahora soy nulo (no hago deportes y no sé hablarle a las mujeres), tal vez sería más feliz. En vez de eso, paso horas de link en link, buscando dónde bajarme tal película o tal libro, leyendo decenas de críticas y reseñas, averiguando todo lo que puedo acerca de cualquier cosa que me interese o, se me ocurre, que podría interesarme. Cuando me aburro veo porno.


Así es mi vida ahora.


Hay dos razones por las que cuento esto: primero, creo que es importante que se den una vaga idea de cómo soy, porque así será más fácil entender por qué mi reacción al mumblecore fue tan entusiasta; segundo, fue este comportamiento obsesivo que he ido detallando lo que me llevó a encontrar las películas de Aaron Katz, Andrew Bujalski y Lynn Shelton (y Mark Duplass y Jay Duplass y Joe Swanberg y eventualmente Caveh Zahedi), los creadores del movimiento del que vamos a hablar.


Centrémonos, entonces: la primera vez que vi una película mumblecore fue de casualidad. Me compré un filme de Noah Baumbach llamado Greenberg. Era protagonizado por un muy buen Ben Stiller, Rhys Ifans y una (para mí) desconocida chica llamada Greta Gerwig de la cual me enamoré perdidamente. Como en la mayoría de películas de Baumbach, lo mejor del filme eran las actuaciones. Todos realizaban un trabajo admirable. Stiller lograba crear un personaje completamente detestable pero por el cual no podías evitar sentirte identificado, Ifans era conmovedor como un triste hombrecillo tratando de madurar de una vez por todas.

Pero Greta. Dios mío, Greta. Su performance era algo increíble.


No tenía un solo momento falso en el filme, cada gesto que hacía revelaba poco a poco los miedos, inseguridades y anhelos de su personaje, sin el mayor esfuerzo podía ser digna y patética a la vez. Cada vez que aparece en la pantalla irradia ternura y simpatía, y luz y estrellitas, y todos los colores del arcoíris.


Para ilustrar: una de las primeras veces que la vemos está manejando un auto por las calles de Los Ángeles. Mirando por el espejo retrovisor, le pide a un conductor que no logramos ver que le dé el paso (“can you let me in?”) y luego se ríe, como una niñita, y le agradece con un gesto que más bien parece la bendición que da el cura al final de una misa. Bastó con esta pequeña escenita para que sintiera que la había conocido toda mi vida.


Inmediatamente busqué más películas protagonizadas por ella. De los seis o siete largometrajes en los que había aparecido hasta ese entonces, solamente encontré dos: Hannah takes the stairs (Joe Swanberg 2007) y Baghead (Hermanos Duplass 2008). Cuando me los bajé, no tenía idea de que estos eran parte del movimiento mumblecore. Tampoco tenía idea de qué era el movimiento mumblecore.


Lo único que quería hacer era ver más de Greta Gerwig.

Hannah takes the stairs . Fuente: Empire.


DOS: El término mumblecore es utilizado por primera vez en el festival South by Southwest del 2005 y, desde entonces, la mayoría de cineastas relacionados con el término han tratado de desasociarse de él. “Fue mi editor de sonido, Eric Masunaga, que nombró el movimiento mumblecore, que suena bastante bien,” explica Andrew Bujalski en una entrevista.[1] “Fue algo dicho en broma… Me gustaron las demás películas que vi en el festival, pero creo que es reductivo y tonto agruparlas juntas. Si efectivamente es un movimiento estoy seguro que voy a querer desligarme de él y hacer algo más.”


Fue en ese mismo festival que Bujalski estrenó Mutual appreciation, su segunda película. Su ópera prima, realizada tres años antes, es considerada por muchos como la primera película mumblecore. Efectivamente, Funny Ha Ha anuncia muchas de las características que vendrían a ser relacionadas con el movimiento: los actores no profesionales, el micropresupuesto, el uso de cámara en mano, el tono naturalista de las performances y un diálogo que se siente espontáneo, improvisado, libre. La película seguía la vida de una joven recién graduada de la universidad, perdida en la vida, entre trabajo y trabajo y relación y relación.


La típica trama mumblecore: más que una historia, el retrato de un personaje completamente ordinario, real.


En Mutual Appreciation, Bujalski seguía explorando los mismos temas pero para cuando se estrenó en el South by Southwest del 2005 no estaba solo. Kissing on the mouth de Joe Swanberg fue creada como una respuesta menos cínica al patetismo de Funny Ha Ha, jugando con la misma estética lo-fi y estructura narrativa suelta con una ternura que Bujalski no quiso encontrar. Por otro lado, The puffy chair de los hermanos Duplass se llevó el Audience Award tacleando las mismas dudas, ansiedades y fobias que Swanberg y Bujalski, pero utilizando una línea narrativa clásica que la hacía más accesible al público. Pronto la prensa norteamericana comenzó a hablar de los Slackavettes o Mumblecorps, un grupo de cineastas que, inspirados por películas como Slacker, movimientos como el Dogma-95, directores como John Cassavetes y su propia mentalidad Do-it-yourself, iba a inyectar una nueva energía al cine independiente norteamericano.


Pero la mayoría de estos cineastas se rehúsan a ser agrupados: “Creo que lo principal es que todos nosotros estamos interesados en mostrar interacciones auténticas y utilizar nuestras propias experiencias para lograrlo,” dice Aaron Katz en una entrevista.[2] Su película Dance party, USA es como la versión high-school de Funny Ha Ha. “Pero si tiene que haber un término para lo que hacemos, quisiera que no sonara tan aburrido y tonto como mumblecore… Lo importante es encontrar un grupo de personas que quiera hacer películas, que tenga buenas ideas, aunque no estés de acuerdo con todas ellas.”


Para Bujalski,[3] ahora bautizado como el Abuelo del mumblecore, solo porque “un grupo de veinteañeros narcisistas y pseudofilosóficos hicieron un par de películas con presupuestos inexistentes al mismo tiempo” no necesariamente significa que haya un movimiento, una intención. A mi parecer, creo que las influencias detrás del mumblecore importan menos que las antiinfluencias y el deseo de alejarse de los filmes independientes del principio de la década del 2000.


Películas como Garden state de Zach Braff, en donde las relaciones son artificiales, frías y fantasiosas pero son presentadas como naturalistas, inmediatas y reales, en donde personajes se vuelven simples instrumentos para avanzar la trama, en donde la convencionalidad del filme se esconde detrás de actuaciones distanciadas, inusuales, diálogos que parecen un monólogo interminable.


Cada director mumblecore tiene sus propias características: Swanberg improvisa no solo el diálogo de sus películas, pero muchas de las situaciones y giros de trama; Bujalski es el único que no prefiere el video digital y sigue utilizando película de 16mm, mientras que Aaron Katz prefiere mantener su cámara en mano más o menos estática, los Duplass tienen una fascinación casi Freudiana por el zum.


Sin embargo, lo que todos comparten es un deseo por destrozar las convenciones del cine independiente contemporáneo, un ímpetu por dejar de lado todo lo que consideran falso y mostrar historias y personajes reales, un apetito muy fuerte de hacer cine. Esto es lo que hace al mumblecore, sea realmente un movimiento o no, algo emocionante.

Mutual appreciation . Fuente: PUCC.

TRES: Pero regresando a Greta Gerwig.


La primera película que vi de las que me bajé fue Hannah takes the stairs y mi enamoramiento por la actriz se volvió algo más parecido a una creciente admiración por su talento. Los créditos la nombraban coescritora del filme. La película había sido dirigida por Joe Swanberg, un cineasta gringo del cual yo nunca había oído hablar. Todos sus planos eran bastante largos, acercándose y alejándose de los personajes mientras que ellos hablaban, nunca aparentando estar seguros de lo que iban a decir, dudando, murmurando, haciendo comentarios para sí mismos y conversando acerca de cuestiones mundanas bajo una tensión y tristeza siempre constante.


Gerwig interpretaba a Hannah, una mujer de veintitantos años que, luego de terminar su relación con un novio que acaba de pasar de “no querer hacer nada por la vida” a estar “oficialmente desempleado,” comienza otra con uno de sus dos jefes. En una escena hermosa, Hannah comienza a llorar de la nada y admite que está crónicamente insatisfecha. Todos los personajes esperan con cierto temor e incertidumbre un gran cambio, un evento que marque el paso de la juventud a la adultez, pero este nunca llega. Eventualmente, la chica deja a su jefe para comenzar una relación con el segundo jefe y los dos tocan trompeta (muy mal) desnudos en una bañera.


La película dura unos ochenta y tres minutos. Cuando terminó tenía lágrimas en los ojos. Me encantó. Pronto busqué más películas parecidas y, en menos de media hora, me estaba bajando varias películas de un movimiento que Wikipedia nombraba mumblecore. Todas eran similares pero se diferenciaban de maneras muy específicas, todos los guiones eran terriblemente personales: después de todo, la crítica más grande hacia las películas del movimiento es que están fallidas desde su concepción; a nadie le interesaría ver historias tan centradas en gente inmadura y egoísta, tan ordinaria, una película no puede ni debería estar tan enamorada de sí misma. Por otro lado, muchos críticos se rehúsan a tomar en serio un movimiento cuya estética a veces parece la falta de estética. Armond White llama al mumblecore y su precursor, el Dogma 95, dos iniciativas que trajeron al séptimo arte más cerca de la pornografía amateur.


Creo que ambas críticas revelan un pensamiento anticuado.


Primero, opino que el movimiento mumblecore surge para mostrar una generación de adultos que ha sido criada en un lugar en donde el mismo ambiente te alienta a ser egocéntrico y narcisista, en donde cada persona se considera especial y única e importante, en donde todos actúan para una audiencia invisible. Las películas del movimiento son efectivas porque no solamente aceptan esto, haciendo que personas ordinarias (el uso de actores no profesionales no es un simple capricho) protagonicen historias que podrían haber sido sacadas de una vida cualquiera y logran hacerlas dramáticas, sino porque también realizan una deconstrucción: el conflicto central de la mayoría de los filmes se trata de gente dándose cuenta de que no es especial, de que su juventud está siendo dejada atrás sin mucho que mostrar, de que tienen que madurar y dejar de lado sus sueños.

Una relación no dura para siempre. No puedes cambiar a las demás personas solo porque te conviene. Son cosas que resuenan conmigo.


Por otro lado, las películas relacionadas con el movimiento son interesantes visualmente porque apuestan por una propuesta en donde la cámara es a la vez visible e invisible. La estética documental, con la cámara en mano, la acción fuera de foco, los constantes zums, es notoria para hacernos sentir como voyeurs. Después de todo, la acción de estas películas de micropresupuesto transcurre en baños, en habitaciones, en comedores, en espacios personales. La cámara comienza como un invasor pero poco a poco va abriendo paso para las actuaciones y eventualmente nos olvidamos de los movimientos de cámara, de los constantes trávelin, y nos sentimos parte de los ambientes.


Películas como Cloverfield o cualquiera de las cientas de cintas de horror grabadas en handycam pretenden crear dramatismo e inmediatez a través de bruscos movimientos de cámara que los directores denominan como realistas. Sin embargo, lo único que logran es construir un sentido de vértigo, caos y confusión. Las películas mumblecore son más sutiles, evitan movimientos innecesarios, se preocupan por contar su historia claramente, a la vez creando un estilo y lenguaje visual particular e interesante en donde, a fin de cuentas, la trama y las actuaciones (lo que Vinterberg, von Trier y compañía llamarían cine puro) son lo que importa.


Un movimiento así es digno de seguir.


Fue hace más o menos dos años que vi Greenberg (luego leí que es considerada por algunos críticos un filme mumblecore de alto presupuesto, cosa que es un oxímoron y debería ser ignorado), descubrí a Gerwig y leí acerca del movimiento. He visto desde entonces once películas mumblecore y tres más para escribir este artículo. No me canso.


Considérenme un fan.


Se recomienda: Humpday (Lynn Shelton), The puffy chair (Jay y Mark Duplass), Funny Ha Ha (Andrew Bujalski), A little stiff (Caveh Zahedi, protomumblecore), Kissing on the mouth (Joe Swanberg), Dance party, USA (Aaron Katz).



[1] KORENSKY, Michael. The mumblecore movement? Andrew Bujalski on his Funny Ha Ha. http://www.indiewire.com/article/dvd_re-run_interview_the_mumblecore_movement_andrew_bujalski_on_his_funny_h





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