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Monica Vitti: la cabellera frondosa y la intensa mirada

Actualizado: 20 jun 2023

La mítica actriz del cine italiano, Monica Vitti, falleció a los 90 años. La musa de grandes directores, como Michelangelo Antonioni o Mario Monicelli, dejó un legado de más de cincuenta películas e infinidad de premios.


Por Rogelio Llanos Q. ESPECIALES / MONICA VITTI

Monica Vitti
Monica Vitti

En sus momentos de gloria, que fueron allá por los años sesenta, yo era aún un niño. La Aventura (L'avventura, 1960), La Noche (La notte, 1961), El Eclipse (L'eclisse, 1962), y El Desierto Rojo (Il deserto rosso, 1964) fueron filmes protagonizados por Monica Vitti, y que no pude ver en los años en que fueron realizados y estrenados a causa de mi corta edad. En realidad, no sé si estas películas fueron estrenadas en Lima en aquellos años en los que yo creía que el mundo era mejor si me recluía en el cine para acompañar a mis héroes invencibles de tantas aventuras que tenían por escenarios la pradera westerniana o la jungla de asfalto.


Y es que los predios por donde caminaba Monica Vitti pertenecían a un mundo diferente, un mundo de adultos, de relaciones tempestuosas, de encuentros y desencuentros y donde la comunicación humana a veces se interrumpía dando paso a la angustia, a la soledad, al vacío. A mis diez o doce años, ese mundo me habría parecido totalmente extraño e incomprensible, aunque quizás la mirada de Monica Vitti habría capturado mi atención. Estoy casi seguro que sí.


Porque si hoy la recuerdo y escribo este texto cariñoso con motivo de su partida es porque, como en el caso de muchas actrices de las que me enamoré siendo adolescente, su imagen fotográfica quedó grabada para siempre en mis retinas y en mi memoria.


Una vez más, la revista chilena Écran, con sus fotografías en tono sepia, fue la inspiradora de mis pasiones más intensas. Entre tantas fotografías de Elizabeth Taylor gozando con los besos y abrazos de Richard Burton y de las numerosas parejas con las que compartió sus encantos femeninos, descubrí las poses atrevidas de Brigitte Bardot, el cuerpo tentador de Raquel Welch, la grácil figura de Ivette Mimieux, las sugerentes piernas de Claudia Cardinale, el bello rostro de Romy Schneider, el gesto desafiante de Sofía Loren y la mirada intensa y lujuriosa de Monica Vitti.

Monica Vitti
Monica Vitti

Lo recuerdo como si fuera ayer. Esperaba con ansiedad la llegada puntual de la revista que coleccionaba mi hermana Mercedes para revisarla y mirar con emoción y deseo a estas actrices que fueron mis grandes amores de adolescente. Fui muy feliz con ellas. Y recuerdo que lo primero que me llamó la atención de Monica Vitti fue su rubio cabello desarreglado, que era una suerte de marco a un rostro que no se ajustaba a los tipos de belleza que usualmente veíamos en el cine, pero que, yendo a contracorriente, me atraía con mucha fuerza. Tenía una nariz un poco grande, y tal vez pudo cambiarla para ajustarse a los cánones de la belleza imperante, pero no quiso hacerlo, y más bien -eso lo supe muchos años después- se refería a ella con mucho desenfado y una gran dosis de humor. Sin duda, no habría sido ella sin esa nariz prominente y sin esa cabellera exuberante que despertaba nuestra atención y que nos conducía inevitable y extrañamente a detenernos en su mirada aviesa que yo no atinaba a descifrar en aquellos años.


Mucho tiempo después, y sólo a través del vídeo, pude encontrar la razón de esta tremenda fuerza que me atrajo en mi adolescencia a mirar y re mirar sus fotografías con esa indoblegable pasión adolescente que me desequilibraba causándome gozo y desazón al mismo tiempo. En El Eclipse, Monica Vitti abandona a su pareja para irse con Alain Delon, y hay una escena en la cual ella camina por la calle junto con él y se detienen al lado de una verja; apoyados en ella, se miran, ella sonríe y él acerca su rostro para besarla. La mirada de ella se torna intensa, lujuriosa. Es un beso breve. Ella se aparta luego, pero esa mirada, que recorre el rostro de su pareja se mantiene. Él intenta volver a besarla, pero ella finalmente se aleja. Cuando vi esta escena, hace ya mucho tiempo, recordé aquellos años de mi niñez y, entonces, caí en la cuenta de que el secreto de su atractivo era esa mirada, la calidad de esa mirada. Esa mirada que me cautivó y desequilibró en mi juventud. Amé muchísimo a esta actriz, tanto como a las otras que he mencionado antes. Y también fui tan ingrato que pasados algunos años la olvidé.


En los setenta, cuando empezaron a llegar con una gran continuidad aquellas películas italianas que mezclaban erotismo y humor, y que dieron a conocer a Laura Antonelli, Edwige Fenech, Gloria Guida, Stefania Sandrelli, etc., la vi por primera vez en el cine en un filme de Marcello Fondato llamado A medianoche va la ronda del placer (A mezzanotte va la ronda del piacere, 1975). Allí, Monica Vitti hace el papel de una mujer que es acusada de intento de homicidio de su marido y, con motivo del juicio, ella narra la agitada vida amorosa que había llevado a lo largo de su matrimonio. Tengo recuerdos muy vagos de esa película, la cual no encajaba plenamente con la imagen que yo había descubierto en las fotografías de la revista Écran. Ya para entonces, quizás, Monica Vitti empezó a ser un grato recuerdo, desplazada en mi Olimpo particular tanto por la voluptuosidad de las nuevas divas italianas como por esa imagen mezcla de ángel y demonio que fue Laura Antonelli. Fue también por esos años que la vi actuar en un breve papel en el celebrado filme de Luis Buñuel El Fantasma de la Libertad (Le Fantôme de la liberté, 1974), haciendo de esposa de Jean-Claude Brialy. Luego, debo admitirlo, la perdí de vista.

Monica Vitti
Monica Vitti

Leí en alguna ocasión que su mirada intensa y misteriosa, así como su desordenada cabellera rubia y su voz grave, ligeramente ronca y sensual conquistaron al cineasta Michelangelo Antonioni. Incapaz de sustraerse a tamaño encanto, Antonioni la integró certeramente a su universo cinematográfico y la llevó al estrellato en su denominada Trilogía de la Incomunicación -La Aventura, La Noche y El Eclipse- y allí hizo de ella una amante inquietante, una joven seductora, un personaje neurótico y una mujer apasionada.


Tuvo mucho talento para la comedia y así lo demostró en las cintas que hizo a las órdenes de cineastas tan apreciables y queridos como Mario Monicelli, Dino Risi, Luigi Comencini y Ettore Scola. En 1993 publicó su autobiografía. Y luego desapareció de la vida pública. Sí, caminando por las diversas rutas que el universo cinematográfico nos ofrece, la imagen de Monica Vitti como la de otras actrices bien amadas se fue difuminando. El vídeo nos la trajo de vuelta de vez en cuando, pero, quizás, y esta es una opinión muy personal, nada igualó a la aventura cinematográfica que vivió al lado de Antonioni. Esas imágenes son las que perviven en mi memoria y en mi corazón.


Descansa en paz, Monica Vitti. Te imagino caminando hacia el infinito con tu rubia cabellera, frondosa y desarreglada, volteando de vez en cuando la cabeza, para mirarme con esa sonrisa coqueta y aviesa, la misma que conquistó a Gabriele Ferzetti, Marcelo Mastroianni y a Alain Delon en el cine. Y al joven adolescente que alguna vez fui, encerrado en mi habitación, pasando y repasando las gastadas páginas de los viejos Écran de aquellos años felices.

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