El director de Amor Erizo, película peruana que se estrena este jueves 23 de enero, reflexiona sobre los cambios en las relaciones contemporáneas en su último largometraje, que desafía los clichés sobre los recién casados. Además, comparte detalles sobre sus inicios en el mundo audiovisual y consejos para triunfar en él.
Por Francisco Torres ENTREVISTAS / CINE PERUANO

¿Cómo fueron tus inicios en el mundo audiovisual y cómo llegaste a tener la oportunidad de dirigir? Dado que en este campo suele ser complicado trabajar en cine, y muchos optan por proyectos corporativos o publicitarios, ¿cómo fue tu recorrido profesional hasta alcanzar este logro?
Hay un lugar donde vas y entras para un pequeño cargo para luego ir ascendiendo hacia uno mayor. En verdad te vas buscando tu camino, yo empecé en la universidad grabando bodas, como muchas personas en la universidad, y luego comencé a postular a becas. Gané una beca de la Unión Latina para estudiar guion, luego gané una beca Ibermedia para estudiar producción en España, y luego vine acá y trabajé como docente. A los docentes se les insta a hacer investigación, entonces yo aproveché para hacer tres libros, que se llaman Confesiones Fílmicas, No Tengo Plata para mi película y Quiero ser productor de tv. Aparte hice un documental llamado ¿Cómo se hace cine en el Perú? Todo ese backup un poco me ayudó a entender por dónde podía ir. Comencé a escribir guiones Desde 2016 he estado postulando a DAFO y he tratado de escribir uno o dos guiones por año por costumbre. Escribía dos, tres horas diarias, terminaba un guion, lo hacía proyecto y lo postulaba a o para una productora de cine o iba a una distribuidora. Varias veces mis proyectos han estado a punto de salir, pero por x motivo no sucedieron. Porque un proyecto no es barato. Una cosa que la tomé como lección fue que mis películas, al ser más económicas, iban a facilitar la obtención de fondos. Entonces, mis primeros guiones eran un presupuesto alto, y poco a poco iban bajando. Hice un proyecto que tenía estas características de una película económica, como 12 hombres en pugna (Sidney Lumet, 1957) o Un Dios Salvaje (Roman Polanski, 2011), estas películas que suceden solo en espacios reducidos que suceden en una locación. Comencé a escribir pensando en eso y así surge un proyecto que se llama “El dilema del erizo”, y lo postulé a DAFO.
He postulado a DAFO seis veces. Algunos años llegué a la etapa del pitch, pero no avancé más; otras veces, ni siquiera llegué a esa instancia. Entonces, escribí este guion con la fortuna de ganar en 2022. Como el proyecto era pequeño, podía realizarlo únicamente con el financiamiento de DAFO. Esto me llevó a reconfigurar mi manera de pensar: comencé a desarrollar películas que no solo fueran viables con el presupuesto de DAFO, sino que también tuvieran relevancia social y ciertas características específicas.
De manera similar, cuando escribía para una distribuidora, tenía en mente lo que necesitaban; lo mismo ocurría al trabajar para una productora, donde ajustaba mis guiones al tipo de películas que producían. Así, aprendí a equilibrar entre lo personal y lo práctico. Si bien escribir debe partir de algo íntimo y emotivo —como esa necesidad de explorar, compartir y construir una voz autoral—, también es fundamental considerar cómo financiar el proyecto. Pensaba: ¿Qué características me exige este medio?, y ajustaba mis ideas a esas condiciones.
Además, entendí la importancia de hacer proyectos económicamente viables y realizables, evitando que se queden a medias por falta de presupuesto. Es algo que ocurre con frecuencia en DAFO y en otros proyectos: anuncian un presupuesto que no les alcanza y las películas terminan quedando varadas por años, a veces incluso una década, perdiendo vigencia y oportunidades. Este aprendizaje fue clave para llevar mi proyecto a buen término.
Justo quería preguntarte, a partir de este último proyecto, ¿qué crees que has aprendido en esta experiencia? Y también, si hay algún consejo que puedas dar, ¿qué le dirías a alguien que quiere realizar su primera película? ¿Cómo podría abordarlo un director que está por iniciar su primer largometraje?
Es curioso, porque siempre esa es como la última pregunta en los libros que he escrito: “¿Qué consejos darías?”. Lo que aprendí en este proceso es que hay que negociar con la realidad. Si quieres que tu idea sea realizable, tiene que ajustarse a ciertos medios de producción. Es importante entender el mercado peruano: qué puede aceptar el público y qué no. Para eso, te recomiendo observar. Por ejemplo, analizar las películas financiadas por DAFO: ¿por qué algunas lograron 80 mil espectadores y otras solo mil? Estudiar esas diferencias puede enseñarte mucho.
Además, construir una voz autoral es fundamental, pero también hay que aceptar que esto es un juego de persistencia. En mi caso, escribo sin que nadie me lo pida, y sigo haciéndolo. Una vez que termino un guion, pienso en cómo hacerlo viable, cómo llevarlo a cabo.
¿Consejos? No sé si me atrevería a dar consejos absolutos, porque cada circunstancia es distinta. Por ejemplo, a mí me encanta escribir, pero hay personas a quienes les cuesta mucho. Decirles que escriban tres guiones al año podría no ser realista. Otros entran al cine desde la publicidad o con proyectos corporativos. Cada camino es único.
Lo que sí puedo decir es lo elemental: persiste y busca coherencia en lo que haces. Y algo que he aprendido es a divertirme con cada proyecto. Si no disfrutas lo que haces, se vuelve insostenible. En mi caso, aunque he escrito ocho guiones, no son solo textos: cada uno tiene un storyboard, porque eso me divierte. Esa diversión hace que los rechazos duelan menos y me permite seguir adelante. Para mí, el proyecto en sí mismo debe ser una fuente de satisfacción; que se logre producir es un extra.
Esto es algo que descubrí como parte de mi estrategia, pero no es un consejo universal. De hecho, una vez compartí esta idea con una productora y me dijeron: “Ese es un pésimo consejo, porque parece una invitación a lanzarse a la aventura y no es nada empresarial”. Sin embargo, a mí me ha funcionado. Quizás en el futuro alguien me contrate para escribir un guion, y las circunstancias cambien, pero esto me ha servido hasta ahora.
Un consejo que podría dar es que encuentres tu fortaleza. En mi caso, fue la escritura. También, ser docente de cine me permitió conocer a otros docentes y colegas. Este proyecto lo realicé con personas que conocí enseñando. No me hice docente pensando en formar un equipo, pero esa experiencia me permitió crear amistades que luego resultaron valiosas.
Finalmente, insistir en tu fortaleza y rodearte de un equipo que no solo te complemente, sino que también sepa más que tú, puede marcar la diferencia. Construir un proyecto es mucho más enriquecedor cuando colaboras con personas que aportan conocimiento y experiencia.

EL MUNDO DE LAS RELACIONES
Respecto a Amor Erizo (2024), ¿qué te inspiró para crear esta historia? ¿Está basada en alguna experiencia personal, de un familiar o alguien cercano? ¿Cómo fue el proceso de creación?
La sinopsis de Amor Erizo se centra en Alicia y Eduardo, una pareja que, después de casarse enamorados, comprar una hermosa casa y adoptar dos tiernos erizos mientras esperan ser padres, se cuestiona si realmente es eso lo que querían. La historia explora lo que ocurre después del final feliz. Personalmente, se basa mucho en mi observación de mis propias relaciones y de las relaciones cercanas, y cómo, con el tiempo, se genera una brecha entre las expectativas y la realidad de lo que significa una relación de pareja.
También me pareció interesante ver cómo ha cambiado el paradigma generacional. Yo nací en 1981, y crecí con la idea de que el matrimonio era algo joven, un paso natural hacia la creación de una familia. Pero a los 30 años, ese paradigma cambió, pasando de la idea de formar una familia para disfrutar de ella a la noción de que cada uno debe crear sus propias metas y que tener una familia podría incluso ser una carga para el desarrollo personal. Ese cambio me pareció muy interesante, y desde una perspectiva artística, quise tomar los temas tradicionales de las comedias románticas y cuestionarlos bajo esta nueva luz.
En este proceso de autodescubrimiento, también llega un punto en la vida en que la soledad puede pesar más, pero al mismo tiempo, la búsqueda del amor a veces entra en conflicto con los logros personales. Fue esta tensión lo que me inspiró. Así que la película es, en parte, una reflexión sobre relaciones basadas en experiencias personales y, artísticamente, me permitió cuestionar los tópicos de las comedias románticas. Las dos perspectivas se unieron de forma natural. Además, encontré un jurado en DAFO que fue sensible a estos temas, lo cual fue clave. El guion postuló durante tres años y no ganó, pero justo ese año coincidió con un jurado con esa sensibilidad, y finalmente funcionó. A veces, es cuestión de esperar a que las estrellas se alineen.
En cuanto a los erizos, ¿crees que representan un espejo de la relación entre los protagonistas? Esa idea del equilibrio, de estar lo suficientemente cerca para calentarse pero lo suficientemente lejos para no lastimarse, ¿cómo crees que el público podrá identificarse con esta reflexión? ¿Hay algo en particular que esperas que la audiencia se lleve de la película?
La película originalmente se llamaba El dilema del erizo, porque justamente aborda el dilema de Schopenhauer que mencionas: encontrar el equilibrio justo, lo cual es una verdad universal. En la juventud buscamos nuestro camino, descubrir qué nos gusta, y en la madurez, la clave está en encontrar ese equilibrio. Creo que Amor Erizo refleja mucho esa búsqueda de equilibrio que experimentamos entre los 30 y los 40 años, una etapa en la que esta búsqueda se vuelve casi universal.
En todos mis proyectos trato de partir de una fábula o, cuando no es posible, de una filosofía. El dilema del erizo me pareció un enunciado filosófico fundamental para poder reimaginar las comedias románticas y darles un giro más profundo. Esta película no solo trata de la historia de amor entre dos personas, sino también de cómo esa relación puede ser un reflejo de la constante búsqueda de equilibrio que todos enfrentamos en nuestra vida personal.
¿Cómo consideras que se puede alcanzar el equilibrio que se refleja en Amor Erizo? Hablaste de las comedias románticas, pero también hay un fuerte toque de realidad, de querer revertir esos esquemas. Viendo la película como una comedia dramática, ¿cómo logras equilibrar ambas propuestas?
En realidad, la película es una comedia dramática, no una comedia romántica, porque son dos cosas distintas. He aprendido algo muy valioso en este proceso: cuando llegas a la distribución, a veces la tentación de atraer más público puede llevarte a vender la película como algo que no es. Este tipo de decisiones se dan en grandes producciones, y es importante ser fiel a lo que la película realmente es. Me parece interesante que hayas identificado Amor Erizo como una comedia dramática, porque efectivamente lo es, aunque explora los tópicos de las comedias románticas.
Lograr ese equilibrio es un proceso constante de búsqueda. Los equilibrios no surgen de manera espontánea; se buscan activamente. Mi objetivo fue encontrar mi voz personal y expresarla, mientras intentaba hacer la película atractiva para un público que espera cierto tipo de entretenimiento. Al final, las salas de cine, en su mayoría, están dentro de centros comerciales, por lo que es necesario negociar entre lo que quiero decir como autor y lo que el público busca, que es entretenimiento. Se trata de encontrar un punto intermedio entre tu estilo y las expectativas del público.
Recuerdo que, con los actores, constantemente preguntábamos si algo era demasiado "televisivo" o "artístico" en exceso. Se trataba de encontrar ese balance. Para mí, una de las lecciones más importantes fue entender que, como director, siempre estamos negociando entre lo artístico y lo práctico: darle espacio al equipo para explorar lo creativo, pero sin perder de vista el plan de rodaje y los límites de producción. Si nos detenemos demasiado buscando la perfección, corremos el riesgo de quedarnos sin recursos; pero si simplemente cumplimos con el plan de rodaje sin considerar lo artístico, el resultado final puede ser algo muy superficial. Buscar ese equilibrio es una tarea constante, y eso es algo que aprendí a lo largo de este proceso.

¿Cómo fue el proceso de construcción de los personajes de Alicia y Eduardo, junto a Patricia Barreto y Óscar Meza? ¿Hubo espacio para la improvisación en sus interacciones, o todo estuvo muy marcado por el guion?
Una de las grandes lecciones que aprendí es que el guion es útil hasta el momento del rodaje. Después de eso, si al observar a los actores en el monitor algo no funciona, es necesario hacer ajustes. Esto me pasó varias veces, especialmente en la edición. Los personajes de Alicia y Eduardo se construyeron a partir de mi experiencia personal y de lo que observo en mi entorno. Estos personajes reflejan ciertas características mías y de personas cercanas. A partir de ahí, los desarrollé dentro de una narrativa clásica que luego alteré para darle un toque más novedoso.
Escribir de manera lineal y luego deconstruir la historia fue una forma de hacerla más atractiva para el espectador. Sin embargo, aunque tuve muchas ideas en la cabeza, era crucial que los actores las hicieran suyas. Les dije que, aunque tenía ciertos objetivos para los personajes, quería que los matices nacieran de ellos. Patricia y Oscar trajeron muchas experiencias propias. Recuerdo que ellos me decían cosas como: "esto me recuerda a una amiga" o "vi esto alguna vez", y eso les permitió agregar mucha vida a sus personajes. Fue un proceso de colaboración en el que la espontaneidad de ellos se hizo parte fundamental.
A menudo no repetíamos muchas tomas, porque la frescura de las primeras tomas era insustituible. Hubo improvisaciones que salían tan naturales que me preguntaba si debía repetirlas, pero nunca resultaban igual. Fue un proceso muy bonito y orgánico. También, durante el rodaje, nos dimos cuenta de que algunas cosas que en el guion parecían funcionar perfectamente, en la práctica se sentían artificiales o forzadas. Entonces, realizamos un trabajo de reescritura durante el rodaje para mantener la naturalidad. La idea era que el público se sintiera identificado, por lo que no podíamos permitir que nada pareciera impostado.
Esto fue un trabajo conjunto entre los actores y yo. Teníamos que sentir, como equipo, si lo que estábamos viendo en pantalla era honesto o no. Esa sensación de honestidad es esencial, y es algo que se logra con mucha experiencia en lo audiovisual, tanto por parte del director como de los actores. A veces, me preguntaban: "¿Esto lo dirías tú, Pablo?", y eso nos ayudaba a mantener la autenticidad de los personajes.
En cuanto a la edición, mencionaste que la estructura pensada con años de antelación no funcionó como esperabas. ¿Cómo fue esa experiencia y cómo reestructuraste la película durante el proceso de edición?
Fue un proceso fascinante. La estructura que habíamos trabajado con el guion durante tres o cuatro años, y que incluso había sido aprobada por DAFO, no terminó funcionando como esperábamos una vez grabado. Esto me llevó a una de las revelaciones más interesantes de este proyecto: lo que funciona perfectamente en el papel no necesariamente se traduce bien en cámara.
Con el editor, comenzamos a reestructurar la película para hacerla más dinámica y ajustar la narrativa. Fue un proceso increíble, porque me permitió "reescribir" la película en la edición, dándole una nueva lectura y aportando una mayor fluidez. Como guionista, ver cómo la película toma una dirección distinta durante la edición fue un descubrimiento maravilloso. Esto me enseñó que la película siempre tiene su propio lenguaje y que, como cineasta, hay que estar dispuesto a adaptarse a ese lenguaje y reconfigurar lo que creías que iba a funcionar.
Quería preguntarte acerca de algo que mencionaste previamente sobre conocer lo que le gusta al público. ¿Crees que en el mercado peruano existe una especie de conflicto entre lo comercial y lo artístico, especialmente cuando los directores o guionistas plantean sus proyectos? ¿Cómo manejas este aspecto?
Eso depende mucho de la fuente de financiamiento. Lo que te permite DAFO, por ejemplo, es tener cierta libertad para desarrollar un proyecto sin la necesidad de que este esté totalmente orientado al mercado. Te da la oportunidad de priorizar la expresión artística, que es precisamente su función: apoyar proyectos que no necesariamente sean lo más demandado en términos comerciales. Sin embargo, en otros casos, como con proyectos pensados para productoras o distribuidoras, el enfoque es mucho más comercial, aunque siempre trato de mantener una esencia sincera.
Primero, es importante definir cuál es tu objetivo como cineasta: ¿Quieres explorar una verdad interna o social a través del cine, o deseas crear películas que atraigan a grandes audiencias para entretenerlas? Luego, ¿de dónde viene el dinero? ¿Proviene de un ministerio que te da libertad para difundir un mensaje, llegar a festivales y alcanzar un público específico, o de una productora que necesita recuperar la inversión para financiar futuros proyectos? O quizás proviene de una marca que busca conectar con un público objetivo para vender sus productos.
El equilibrio entre lo artístico y lo comercial depende de tus metas y de quién financia el proyecto. En este caso, Amor Erizo tenía un enfoque más artístico, pero traté de hacerla lo más accesible posible al público. Si en el futuro me llega una película más comercial, mi objetivo será incorporar un toque autoral dentro de esa búsqueda de entretenimiento. En definitiva, se trata de un equilibrio constante, pero siempre dependerá de tus objetivos y de quién pone el dinero.
¿Te gustaría explorar otros géneros o temáticas en tus próximos proyectos, o crees que este tipo de historias son las que más te interesan contar a futuro?
Actualmente estoy trabajando en un proyecto de otro género, tengo algunas ideas en mente. Sin embargo, la elección del género depende mucho de la sensibilidad que tienes en ese momento. Si bien existe una necesidad de no repetirse, un proyecto no nace con el objetivo de ser de un género específico, a menos que te contraten para hacer una película de terror, por ejemplo. En mi caso, más bien empiezo con una idea, con algo que quiero expresar, y luego pienso qué género sería el más adecuado para contar esa historia. Creo que lo importante es la idea en sí, ya que el género es solo un vehículo para comunicarla de la mejor manera posible.
Lo esencial es la historia, la reflexión que quieres transmitir o el tema que ves con potencial. Una vez que tienes esa historia en mente, que se va formando y tomando forma en tu cabeza, empiezas a explorar cómo llevarla a cabo. Hay proyectos que al principio no me parecían tan interesantes como ideas, pero que al desarrollarlos cobraron una gran fuerza. También me ha pasado al revés: ideas que al principio me entusiasmaron, pero que al intentar escribirlas no lograron desarrollarse como esperaba. Al final, lo que importa es lo que quieras decir en ese momento de tu vida, y el género y otros aspectos se irán acomodando a medida que avanzas.
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