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Somos cómplices los dos: el cineasta y su socio

Actualizado: 21 ago

A propósito de la reciente partida de Gena Rowlands, presentamos este especial sobre grandes duplas conformadas por un cineasta con un músico, un actor o una actriz. Las películas en las que ella actuó para John Cassavetes son parte esencial de la historia del cine.


Por Julio Serna Gómez                                                                ESPECIALES / DUPLAS

La complicidad entre dos personas es parte fundamental de una amistad auténtica; que implica un profundo conocimiento del uno y del otro, de sus necesidades, gustos, puntos débiles y fortalezas. Ser cómplice de alguien significa entenderse y completarse mutuamente. En el cine, las relaciones de amistad entre el director y el actor u otro profesional, se establecen en el tiempo y espacio de la realización de un filme. Involucra conocimiento profesional y relaciones humanas. La dirección del actor se sujeta a una visión que tiene el director del personaje y de lo que puede ofrecer el actor de acuerdo a esa visión y que desarrollan juntos en una concesión íntima. A través de los años se han visto relaciones de complicidad, amistad y compañerismo principalmente entre los directores de cine y los actores o actrices que se traducían en un favoritismo o cierta fijación u obsesión por tal persona. De manera distinta eran vistas las relaciones entre los directores de cine con escritores o guionistas, músicos, directores de fotografía, editores... interpretadas más como simple confianza profesional por el trabajo desempeñado. Sin embargo, es también conocida las relaciones íntimas y creativas entre el director y otro colaborador. La dimensión onírica y melancólica de las películas de Federico Fellini sin la música de Nino Rota no tendría el poder evocador que fortalece la atmósfera del universo felliniano.


A partir de El jeque blanco (1952) empezó una colaboración que se hizo inseparable hasta el fallecimiento de Rota en 1979. Alfred Hitchcock no hubiera sido ni mago ni maestro de cine sin su Alma Reville, guionista y editora que trabajó a su lado durante cinco décadas. En 1926, cuando Hitchcock empezaba a dirigir, se casó con Alma y se convirtió en su asistenta principal, escribía los guiones, editaba, verificaba la continuidad y supervisaba la producción. Sven Nykvist aportó el estilo visual de las películas de Ingmar Bergman con imágenes frías, iluminación sombría y contrastes dramáticos. Ambos fueron hijos de pastores luteranos muy estrictos y pasaron infancias infelices, gozaron de una temprana fascinación por la fotografía y la iluminación. Desde El manantial de la doncella (1960) hasta Fanny y Alexander (1982) revela la preferencia de Nykvist y Bergman por la luz natural y la composición rigurosamente precisa. A Luis Buñuel le era difícil escribir, siempre necesitó de un escritor. Le debe a Jean-Claude Carrière sus mejores películas en su última etapa. Desde 1963 escribieron juntos seis películas. En la lista figuran Ese oscuro objeto del deseo (1977), Bella de día (1967), El fantasma de la libertad (1974), La vía láctea (1969), Diario de una camarera (1964) y El discreto encanto de la burguesía (1972). En 1963, Buñuel buscaba un guionista para poder coescribir Diario de una camarera. “En ese primer encuentro nos dimos cuenta de que nos unían varias cosas. Para empezar, me preguntó si bebía vino. Yo le respondí que no solo lo bebía, sino que mi familia lo producía. También le gustó que hubiera trabajado con Jacques Tati y que hubiera rodado un documental sobre la vida sexual de los animales, Bestiaire d’amour. Mucho tiempo después, refiriéndose a aquel encuentro, Buñuel me confesó: Supe en seguida que tendríamos al menos un tema de conversación si el trabajo no iba bien” (Vicente, 2015).

Más que afinidad y compañerismo, el director de cine siempre busca y necesita de un ‘otro yo’ que también sea músico, escritor o fotógrafo. Es multiplicarse y dejar a su par hacer su trabajo como él lo haría. Claro que también hay en la historia grandes individualistas cuya genialidad se impone sobre todas las áreas, casos como Orson Welles, Stanley Kubrick o Charles Chaplin lo demuestran, pero aquí revisamos la relación de convivencia artística-creativa entre dos.


Dos cabalgan juntos


En el cine se generan eficaces sociedades artísticas entre actor y director. Tan eficaz puede resultar esta unión, que los cineastas muestran una fe ciega y total en el talento de estos intérpretes, porque la química entre ambos es tan natural, que el resultado final resulta único y el beneficio recíproco. El hacedor de todo tipo de películas Michael Curtiz tuvo a Errol Flynn en una docena de filmes entre 1935 y 1941: El capitán Sangre (1935); La carga de los 600 ladrones (1936); El heredero perfecto (1937); Las aventuras de Robin Hood (1938); Esclavos del oro (1939); El halcón de los mares (1940); Tuya es mi vida (1940); entre otras. Jack Warner fichó para su estudio a un joven australiano llamado Errol Flynn, se apresuró en buscarle un director que le procurase posible estrellato. El elegido fue uno de los artesanos más recordados de Hollywood, Michael Curtiz. Él fue quien le dirigió en su primer rol protagonista, quien le llevó a los altares de la fama y quien le proporcionó sus papeles más recordados hoy en día, los del aventurero de los mares, los del héroe cínico y mordaz, los del vaquero algo elegante y el militar honorable y seductor. Ninguna de las películas que rodó el actor tras separarse de Curtiz, en 1941, puede compararse con las que hizo durante esta época.


El realismo poético francés de los años treinta tuvo a Julien Duvivier como uno de sus principales realizadores. En 1934 Jean Gabin colaboró con Duvivier por primera vez en la película Maria Chapdelaine (1934) y fue su primera gran oportunidad en el cine. En sus siguientes trabajos, Gabin adquirió una notable popularidad con su encarnación de héroes románticos y de origen humilde en filmes como La bandera (1935) y Amor intruso (1936), dirigidas por Duvivier. Pépé le Moko (1937), fue su primer gran éxito internacional. En ella Gabin interpretó a un elegante ladrón que se esconde de la policía en la Casbah de Argel, y vive una trágica historia de amor. Pépé le Moko obtuvo un éxito sin precedentes en la historia del cine francés. Si bien John Wayne, participó en más de una veintena de películas de John Ford, algunas tan memorables como La diligencia (1939); El hombre tranquilo (1952); Un tiro en la noche (1962) o Más corazón que odio (1956); fue con Henry Fonda con quien también disfrutó de una colaboración fructífera. Fonda trabajó con Ford en siete películas durante dos décadas. El joven Lincoln y Tambores de guerra, ambas de 1939, Las viñas de la ira (1940); Pasión de los fuertes (1946); El Fugitivo (1947) y Sangre de héroes (1948). Estos títulos convirtieron a Henry Fonda en uno de los actores favoritos del público norteamericano. La relación terminó abruptamente por una riña entre ambos con puñetazo incluido, durante el rodaje de Mr. Roberts en 1955. Cuando se le preguntó a John Ford qué era el cine para él, contestó: “¿Usted ha visto caminar a Henry Fonda? Pues eso es el cine”. James Stewart era visto como el amable vecino del frente por el público y por los estudios. Tras su paso por la Segunda Guerra Mundial, quiso cambiar su imagen y meterse al wéstern.


En 1950 protagonizó Winchester ‘73, y su enorme éxito hizo que enlazase una serie de proyectos, entre 1950 y 1955, en los que era aventurero, vaquero o militar. Horizontes lejanos (1952); Colorado Jim (1953); Bahía negra (1953); Música y lágrimas (1953); Tierras lejanas (1954); Acorazados del aire (1955) y El hombre de Laramie (1955). Todas estas películas estuvieron dirigidas por el mismo hombre, Anthony Mann, que les estampó un carácter más realista y humano del que era habitual en la época. Como ocurre con Ford y Wayne, normalmente se asocia el cine de Akira Kurosawa con Toshiro Mifune, aunque ambos colaboraron en muchas ocasiones, Kurosawa llegó a rodar 16 películas con Mifune y más frecuente fue la participación del director con Takashi Shimura, 22 películas en total, casi todas las que rodó el maestro japonés en su vida. Shimura hizo de todo para Kurosawa: desde el fuerte y firme líder de un grupo de samuráis hasta el débil y enfermo burócrata de Vivir (1952), pasando por el sereno doctor de El ángel borracho (1948), el veterano detective de El perro rabioso (194


Kurosawa contó con Shimura desde su ópera prima. Con el devenir de los años y la vejez de Shimura, su colaboración se fue haciendo menos frecuente y los papeles que interpretaba eran más secundarios. Kurosawa tendría un último gesto con su buen amigo en Kagemusha, La sombra del guerrero (1980), la última cinta en la que intervino Shimura antes de morir. Para la cual escribió y rodó expresamente una escena para que la protagonizase como regalo de despedida, honrando así toda la experiencia compartida por largos años. Bob Rafelson debuta en el cine con Cabeza (1968), protagonizada por la banda The Monkees, película coescrita y producida por él junto a su amigo el actor Jack Nicholson. Después de este inicio, Rafelson junto a Bert Schneider y Steve Blauner crea BBS Productions, una compañía que se convertiría en un emblema de un nuevo Hollywood con películas como Busco mi destino (1969) de Dennis Hopper, Mi vida es mi vida del propio Rafelson y El último show (1971) de Peter Bogdanovich. Mi vida es mi vida (1970) reunió de nuevo a Rafelson y a Nicholson en una representación de la clase media norteamericana. Tras el éxito, Rafelson recrea a la mafia local de Atlantic City en El rey de Marvin Gardens (1972) que protagonizaron Jack Nicholson y Bruce Dern. Siempre con Nicholson, Rafelson realiza El cartero siempre llama dos veces (1981), cuarta adaptación de la novela homónima de James M. Cain. En 1997, dirige Sangre y vino, la que supone la octava colaboración entre Rafelson y Nicholson. El director anunció que se trataba de la última parte de una trilogía, cuyos dos restantes componentes eran Mi vida es mi vida y El rey de Marvin Gardens; trilogía en donde Nicholson había sido hijo, hermano y padre.


Dos extraños amantes


“Querido Roberto, he visto sus películas Roma, ciudad abierta y Paisá, y las he disfrutado muchísimo. Si necesita a una actriz sueca que hable inglés muy bien, que no haya olvidado su alemán, que no se la entienda mucho en francés y que en italiano solo sepa decir ‘ti amo’, estoy preparada para ir a rodar una película con usted” (Romo, 2015). Ingrid Bergman.


Esta es la carta que la actriz envió a Roberto Rossellini en 1949. La película que le propuso aquel italiano fue Stromboli (1950), e Ingrid dejó marido e hija en Estados Unidos. Durante el rodaje, e incluso antes, ya coqueteaban demasiado como para disimular nada. En unos meses quedó embarazada y el escándalo fue mayúsculo. La iglesia luterana, la católica y los Estados Unidos la odiaron. La pareja colaboró en cinco títulos más (entre ellos, Europa ‘51 (1952) y Te querré siempre (1954)). Las películas que hicieron juntos director y actriz fueron un fracaso comercial. Además, Rossellini prohibía a su mujer que trabajara con otros directores, el romance duró hasta 1957.


Entre Lillian Gish y D. W. Griffith surgió una complicidad artística que para muchos era amor. Ella personificaba el concepto esencial de la obra del realizador, que giraba en torno al enfrentamiento entre el bien y el mal. Griffith sería su maestro y amigo, y a su lado filmó en tres años 48 películas, donde sentó las bases de la narración cinematográfica. Con ella el cineasta desarrolló conceptos como el primer plano, el fundido encadenado; los flashbacks, los movimientos de cámara y la iluminación en exteriores. Ambos se conocieron en 1912, y comenzaron una relación que tuvo sus momentos estelares con El nacimiento de una nación (1915) y la grandilocuente Intolerancia (1916).


A Ingmar Bergman le encantaba trabajar con los mismos actores: Gunnar Björnstrand, Erland Josephson, Bibi Andersson, Max von Sydow, Liv Ullmann, Ingrid Thulin y Harriet Andersson, entre otros. Bergman se enamoró perdidamente de Liv Ullmann, cuando rodaba Persona. Nueve fueron las ocasiones en las que trabajaron juntos. Entre ellas destacan Persona (1966), La hora del lobo (1968), Vergüenza (1968), La pasión de Ana (1969), Cara a cara (1976) y Escenas de la vida conyugal (1973). Liv se convirtió en una de las mejores actrices dramáticas europeas en los años sesenta y setenta tras iniciar su relación profesional y sentimental con Ingmar Bergman, con quien tuvo una hija. Cuando se encontraron, ella tenía 25 años e Ingmar, 46. La relación solo duró cinco años. Pero el profundo vínculo entre ellos siguió mucho más. Bergman murió a los 89 años, en su residencia de Farö, isla donde vivió durante los últimos años. Murió en brazos de Liv Ullmann.

La musa principal de Woody Allen es la ciudad de New York, pero si buscamos a la persona especial, quien destaca es Diane Keaton. Las películas realizadas con Diane marcaron el punto supremo de su carrera cinematográfica. Annie Hall (1977) y Manhattan (1979) son las obras mayores de Allen. La conoció en el teatro ya que intervino en su obra Play It Again, Sam. Diane Keaton participó también en los filmes El dormilón (1973); La última noche de Boris Grushenko (1975); Interiores (1978); Días de radio (1987) y Un misterioso asesinato en Manhattan (1993). Tras terminar su relación con Diane Keaton, Allen encontró una nueva musa sentimental y artística en Mia Farrow, y sus películas se iban haciendo más amargas y oscuras, más melancólicas y pesimistas, despojándose por completo de la imagen de bufón de sus inicios y abrazando su inclinación bergmaniana. Para la película El soldadito (1960), Jean-Luc Godard publica un anuncio en una revista donde dice: “Se busca una joven actriz para convertirse en protagonista de film y amante del director”. Es así como la actriz danesa Anna Karina inicia la colaboración con el cineasta francés. Se casaron durante el rodaje de Una mujer es una mujer (1961), verdadero homenaje de Jean-Luc a su joven esposa. Fue una relación tormentosa que se contagiaba constantemente de las violentas emociones que emanaban de sus películas. Vivieron una pasión con una intensidad emocional tan grande que luego, cuando se terminó, pasó factura. Su vida personal va muy acorde con esas ocho películas que hicieron juntos, en ellas se percibe el rumbo que iba tomando cada uno de sus etapas como pareja. El romance duró hasta 1967. En 1987 se volvieron a encontrar en un plató de televisión. Anna no pudo aguantar el torrente de buenos y malos recuerdos y salió llorando del programa. Godard ni se inmutó, haciendo gala de una frialdad muy poco admirable.


Sombras (1959), de John Cassavetes, se convirtió en un icono para el cine independiente norteamericano al utilizar un nuevo tipo de cámara más ligera y de fácil uso de 16 milímetros. El uso de este nuevo equipo le permitió llevar a cabo su objetivo principal, que era explorar el trabajo de los actores al darles más libertad de movimiento e inundar la pantalla de auténtica espontaneidad. Animado por el éxito que consiguió con Sombras, el cineasta se acercó a Hollywood y, tras un breve intento de integrarse en la gran industria, Cassavetes volvió a sus raíces independientes con la película sobre la infidelidad conyugal Faces (1968), protagonizada por su mujer, la actriz Gena Rowlands. Buena parte del cine de Cassavetes muestra detalles y situaciones de carácter autobiográfico y, sobre todo, de su vida en común con Rowlands.

En Una mujer bajo la influencia (1974), retrata una comida en que el personaje de Rowlands sirve espagueti a un grupo de obreros invitados por Peter Falk, al igual que hacía la actriz con los miembros del rodaje en su casa de campo. Así habla el amor (1971) tiene mucho de sus inicios como pareja y la relación sentimental entre dos personas de caracteres opuestos. Pero tal vez sea en Corrientes de amor  (1984) donde los puntos autobiográficos de la pareja se muestren sin tantos rodeos. Esa película significó el último regalo de amor de John a Gena. El director murió a los sesenta años a causa de una cirrosis.


[1]Texto originalmente publicada en la edición número 16 de Ventana Indiscreta (segundo semestre del 2016): https://revistas.ulima.edu.pe/index.php/Ventana_indiscreta/article/view/999/951





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