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ENTREVISTAS / ESPECIAL LGBT

Las fronteras del género sexual en la animación japonesa: entrevista a Iván Antezana

A partir de la representación de la homosexualidad en el manga, se constituye una nueva estética en los personajes de la animación japonesa. Se plantean diseños, en un principio, para distinguir nuevos géneros como el yaoi (historias de amor protagonizadas por dos hombres) y diferenciarlo del tradicional shōnen (manga o anime pensado para el público masculino). La aparición de este nuevo estilo generará tantos seguidores que influirá en toda la estética no solo del manga, sino del anime. Nuestro entrevistado es especialista en el anime y es director de la mítica revista peruana Sugoi.

Por José Carlos Cabrejo 

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No. 6 (2011) Fuente: AnimeFeminist

¿Podrías explicar la figura del hombre afeminado, con rasgos femeninos, lo que popularmente se conoce como bishōnen?

Bishōnen es un término japonés para describir a los chicos bonitos, es un componente de la cultura japonesa, no exclusivo del anime. Algunos conceptos, como la masculinidad, no se consideran de la misma manera que en Occidente. En Japón a un hombre se le considera más hombre —entiéndase “más masculino”— si tiene rasgos de belleza femeninos. Es más varonil porque es más guapo, al revés de Occidente, donde se le considera menos hombre. Esto se refleja en los animes donde los personajes bishōnen, que son personajes andróginos, son los chicos populares, los perseguidos por las chicas. Ese tipo de asignación es bastante cultural.

¿Esta ambigüedad sexual siempre estuvo presente en el anime?

No siempre. El anime aparece el primero de enero de 1963, con el estreno de Astroboy. Antes hubo películas como La serpiente blanca (Hakujaden, 1958), por ejemplo, de TOEI Animation. Pero TOEI quería hacer como Disney: sacar una película animada importante al año. En cambio, Osamu Tezuka vio que la televisión le iba a dar fuerza al género, y definitivamente estuvo en lo correcto. Así que la primera época del anime estuvo dominada por Tezuka, creador de animaciones tan gravitantes como Astroboy (Tetsuwan Atom, 1963), Kimba el león (Jungle Taitei, 1965), La princesa caballero (Ribbon no Kishi, 1967) o Black Jack (1993). Pero Tezuka tenía unos diseños con corte infantil, más redondeados y particulares. Las historias tenían cierta profundidad y valores humanos, no eran historias tan simples.

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Iván Antezana, director de la revista Sugoi. Fuente: Vanessa Nina

Cuando aparece el estilo bishōnen en el anime, ¿qué autores plantean estos personajes?

Para la década de 1970, aparece una generación de mangakas discípulos de Tezuka que empiezan a apostar por historias un poco más maduras, acompañando el crecimiento generacional de su primer público de la década de 1960. Se crean historias para adolescentes y surgen los géneros shōnen y shôjo, poco a poco empiezan a aparecer los héroes, pero todavía no son los bishōnen. En la segunda mitad de la década de 1970 empezamos a ver esos casos con la avalancha del manga shôjo, el manga para jovencitas que empieza Tezuka con La princesa caballero (1954, llevado al anime en 1967). En la década de 1960 también aparecen las famosas revistas para chicas tipo Margaret. Surge una línea de dibujo muy característica que es el estilo de Riyoko Ikeda, autora de Lady Oscar (Berusaiyu no Bara, 1972); aquí sí empezamos a ver esta especie de idealización del siglo XVIII en Francia y Europa: encontramos personajes masculinos con pelo largo, altos y hermosos y, claro, está la figura de Óscar, quien en realidad es una chica que se hace pasar por hombre. No creo que Riyoko iniciara este estilo, pero sí fue quien tuvo más éxito, con una historia que se llevó a la animación en 1974.

¿Se crean nuevos géneros con este estilo?

En esas épocas de la segunda mitad de la década de 1970 aparece La balada del viento y los árboles (Kaze to ki no uta, 1976) de Keiko Takemiya, que se considera el primer manga yaoi. Obviamente en estas historias va a haber una preferencia por los chicos guapos por algo muy elemental: si a una chica le gusta ver chicos hermosos y también las historias de amor, entonces ¿qué mejor que una historia de amor con dos chicos guapos? ¿Para qué va a haber una chica malogrando el panorama? Esa es la racionalidad de esta fórmula. Esto empieza a crecer, y en el momento en que se pasa a la década de 1980, las tendencias están bien establecidas, aunque se empiezan a diversificar un poco. A pesar de que estas series yaoi eran fundamentalmente mangas, que es producto impreso, cuando se llevaba a la animación era a modo de OVA, episodios para el mercado del video que podían ser uno solo, o a veces dos o más; era algo mucho más restringido, no entraba en el dominio de la televisión. Sin embargo, para inicios de la década de 1990, Tezuka Production lleva al anime, en formato para serie televisiva, el manga de la autora de Lady Oscar titulado A mi hermano mayor (Oniisama e…, 1991). Ahí se dispara una teleserie con chicas que representan a chicos guapos y temáticas de incesto sutiles, una de las primeras para el público directamente femenino diseñada con esa temática.

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A mi hermano mayor (Oniisama e…, 1991)   Fuente: Fandom

Vemos que los fans cumplen un rol muy activo con respecto a estas historias.

Hay un fenómeno llamado dōjinshi, lo que en Occidente se podría denominar como el fanfiction, y justamente entre los yaoi más populares estuvieron los dōjinshi de Supercampeones, Los caballeros del zodiaco (Saint Seya), Dragon Ball o Yu Yu Hakusho. Si había dos varones populares en una serie, se les emparejaba. Tienen su terminología: por ejemplo, en “Yuki x Eiri” el primero es el que va arriba y el segundo el que va abajo. Es lo que se llaman también seme y uke: el activo y el pasivo.

 

¿Cuáles son los casos emblemáticos de este tipo de masculinidad japonesa? ¿En qué animes vemos reflejado esto?

Ya en 1976 se lleva a la televisión el anime Candy Candy creado por Kyōko Mizuki, donde encontramos personajes como Anthony, prototipo del príncipe azul con rasgos femeninos. Se escenifica en Estados Unidos y no sabemos cómo allí aparece un chico con falda escocesa tocando la gaita, pero está toda esa idealización del chico guapo.

Este estilo de los chicos lindos incluso influye en las series de corte shōnen. En Los caballeros del zodiaco (1986), los personajes no tienen un estilo tan tosco: son bishōnen, chicos guapos. Incluso hay un personaje llamado Misty que decía que era tan guapo que iba a pelear sin armadura para que lo admiraran, cosas así, pelo largo y facciones femeninas. Fue un fenómeno tan fuerte el diseño del bishōnen que comenzó a generalizarse y salir de los límites del mercado femenino. 

Pasada la década de 1980 viene un proceso de industrialización todavía mayor, con la incorporación de las computadoras, sobre todo en la segunda mitad de la década de 1990, con el boom que fue Ghost in the shell (Kôkaku Kidôtai) en 1995, que consolidó el éxito de Akira en 1988. Con el advenimiento de las computadoras y el software de animación 2D, se empiezan a producir más series. Las más icónicas son las del inicio de la siguiente década: Gravitation (1999) e Hijos de la oscuridad (Yami no Matsuei, 2000), series con shinigamis, dioses de otro mundo. Por su parte, Gravitation presentaba una historia juvenil interesante, con música pop, conciertos y parejas disparejas. Aquí, la pareja del joven cantante era un escritor consumado: un chico emotivo con un chico frío. Fue una de las series más importantes: empezó como un manga, tuvo una OVA y una teleserie. No hubo más adaptaciones, pero tuvo tanto éxito que el manga se siguió publicando. En una temporada de anime siempre va a haber una serie dirigida al amor entre chicos, y el público femenino —o a quien le guste este tipo de historias va a tener una oferta.

 

Texto originalmente publicado en la edición número 22 de Ventana Indiscreta. La entrevista completa está disponible en este enlace.

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