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La Olivia de Havilland que el viento nunca se llevó  

Hoy falleció la actriz Olivia de Havilland a los 104 años. A continuación,  publicamos una declaración de amor por su obra.
 
Por Rogelio Llanos                                                                                                                                               NOTICIAS/ARTÍCULO
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Fuente: FilmAffinity

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La recuerdo con su mirada dulce y amable, mirada que desconcertaba a propios y extraños. La dueña de esa mirada, que escondía a una mujer luchadora y de gran carácter, fue capaz de arrinconar al mismísimo y poderoso productor cinematográfico, Jack Warner y se llamó a lo largo de su preciosa y dilatada existencia, Olivia de Havilland.

Así fue como la conocí, con esa mirada arrobadora y atrayente, y así es como la evocan tantos viejos cinéfilos. Y fue quizás esa misma mirada la que atrajo al valiente Capitán Blood, en medio de sus intensas aventuras vividas en las costas centroamericanas, a fines del siglo XVII. Y desde que la descubrió ya le fue imposible olvidar su rostro. Para llegar a ella, entonces, tuvo que enfrentar, espada en ristre, a todos aquellos que se le pusieron al frente. Pero, finalmente, la bella Arabella que personificara Olivia de Havilland, cayó en sus brazos y todos los cinéfilos sonreímos felices cuando las luces del cine se encendieron (1).

No pasó mucho tiempo y la bella Olivia de Havilland se trasladó a la Crimea de 1854 en donde no pasó inadvertida para los dos valientes lanceros, cuya hermandad, no fue un obstáculo para que compitieran por su amor. Se llamaba Elsa y ambos la tuvieron en su mente cuando llegó la hora de la verdad, aquella hora en la que Tennyson cantó “por el valle de la muerte cabalgaron los 600”. Porque, efectivamente, fueron seiscientos los que la imaginación y las cámaras de Michael Curtiz imprimieron para la posteridad en esa aventura que se llamó La Carga de la Brigada Ligera (2).

Tres años después, Olivia de Havilland, viajaba bajo el nombre de Abbie Irving en una caravana que se dirigía al Oeste, en plenos años de la colonización de tierras y de descubrimiento de rutas para el traslado del ganado. Y fue no sólo testigo sino también protagonista de toda una aventura westerniana en la que no faltó una estampida de reses, duelos a revólver, pérdida de seres queridos, la imposición del orden en una ciudad sin ley y el encuentro con el amor de su vida (3).

Ese mismo año, sin embargo, la actriz se las arregló para estar presente en la corte de Elizabeth The Queen en la segunda mitad del siglo XVI y vivir de cerca los odios y amores entre la reina (una Bette Davis inolvidable) y el Conde de Essex, un súbdito tan fiel como levantisco si el orgullo estaba en juego. La bella Olivia de Havilland, ahora conocida como Lady Penélope Gray, sabía que estaba en desventaja ante el poder real y, por ello, tuvo, esta vez que resignarse a amar en silencio a un héroe capaz de entregar su vida antes que renunciar a sus principios (4).

Cuando el Norte y el Sur Norteamericanos proclamaban sus enormes diferencias de cara al futuro de una nación, Olivia de Havilland ahora con el nombre de Kit Carson Holliday, tuvo la visión suficiente como para decirle al díscolo soldado enamorado de ella que las partes discrepantes pronto harían escuchar el sonido de sus cañones. La historia pronto le daría la razón y Michael Curtiz la haría feliz al lado del eterno amor de su vida cinematográfica (5).

Un año después, fue una mujer de grandes influencias en la época en que el General Grant, presidente de los Estados Unidos, enfrentaba una grave crisis por la rebelión de los indios. Encontramos ahora a Olivia de Havilland convertida en Elizabeth Bacon, una mujer con el temple suficiente como para hacer volver al Coronel Custer a lo que era, según el mito cinematográfico, el motivo principal de su existencia: el combate. Allí, según Raoul Walsh y la fábrica de sueños hollywoodense, Custer y sus hombres Murieron con las Botas Puestas, dejando como legado una historia de valor y de romanticismo (6).  

Cuántas historias vivió Olivia de Havilland al lado del gran Errol Flynn. Cuántas emociones vividas en esas aventuras que no tenían límites ni de espacio ni de tiempo. Ayer fueron amantes en el Oeste americano, pero antes lo fueron en las viejas colonias inglesas, francesas o españolas. Qué importa el lugar. Lo que realmente interesaba era que la acción no se detuviera, que Errol Flynn saliera victorioso y que se confundiera, al final, con el abrazo amoroso de la Olivia de Havilland que todos los cinéfilos amábamos.

Hoy que la actriz ha partido la primera imagen que se nos vino a la mente fue la de la entrañable, dulce y combativa Marian. Esa imagen, junto a la del sonriente y burlón Robin Hood que encarnara el gran Errol Flynn, permanece en nuestra memoria por encima de todas aquellas ligadas a los roles que siempre desempeñó con su gracia y talento (7).

Sin duda alguna, los viejos y alegres muchachos del bosque de Sherwood están de duelo. Y nosotros, los amantes del cine clásico, con ellos. Su reina, nuestra reina, partió hacia el infinito siguiendo la senda de esa flecha que Robin lanzara desde su lecho de muerte y que aún continúa indetenible su vuelo inmortal.

_______________________________

Notas.

(1) El Capitán Blood (Captain Bood. Michael Curtiz, 1935).

(2) La Carga de la Brigada Ligera (The Charge of the Light Brigade. Michael Curtiz, 1936).

(3) Dodge City (Michael Curtiz, 1939).

(4) The Private Lives of Elizabeth and Essex (Michael Curtiz , 1939).

(5) Camino de Santa Fe (Santa Fe Trail. Michael Curtiz, 1940).

(6) Murieron con las Botas Puestas (They Died with Their Boots On. Raoul Walsh, 1941).

(7) Las aventuras de Robin Hood (The Adventures of Robin Hood. Michael Curtiz y William Keighley, 1938).

#OliviadeHavilland

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