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29FCL: "Runa Simi" (2025): un sueño en su propio idioma

Recientemente exhibido en el Festival de Cine de Lima, el emocionante documental de Augusto Zegarra narra la titánica travesía de Fernando Valencia en su intento de doblar al El Rey León (The Lion King, 1994) al quechua en una enternecedora lección de identidad y coraje.


Por Mariano Soto                              FESTIVALES / FESTIVAL DE CINE DE LIMA

"Runa Simi" (2025). Fuente: Andina
"Runa Simi" (2025). Fuente: Andina

Hakuna Matata/ una forma de ser” son los primeros versos que se escuchan en la conocida canción de la cinta El Rey León (The Lion King, 1994). O al menos en su versión traducida al español, con la que muchos podemos decir que estamos familiarizados. La letra describe un mantra, una manera de vivir, un concepto que fácilmente puede ser interpretado por los espectadores, y que, además, tiene particular importancia para entender a los personajes. Una canción —y una película— que permite a los grandes y pequeños soñar. Sin embargo, y centrándonos en el contexto peruano, resulta llamativo y preocupante que esta experiencia no puede ser compartida por los nativos de la segunda lengua más hablada del país, el quechua. ¿Acaso esta forma de vivir que cita la famosa canción de la película excluye a aquellos que no solo se comunican, pero piensan, lloran, rezan, recuerdan e incluso sueñan en este idioma?

 

Esta pregunta colocó a Fernando Valencia en la colosal labor de intentar doblar por su cuenta este clásico de Disney al quechua. La misma le dejó a Augusto Zegarra la emocionante tarea de capturar el proceso en este documental. Para ello, en Runa Simi (2025) se acerca al núcleo de la identidad, a la intimidad de la vida de Fernando, un padre soltero trabajador, soñador y entusiasta. Su día a día, sus luchas, sueños y fracasos se vuelven protagonistas de esta historia. Antes de aventurarse en el doblaje y su parafernalia, o la búsqueda a contracorriente de los derechos de la película, se nos deja entrar a su casa, conocer su faceta como padre del pequeño Dylan, como hijo, su presente y su pasado, se colocan los elementos que construyen su identidad como cusqueño, la que está presente durante toda la película. No es en vano que la cinta abra con Fernando y Dylan hablando en quechua, doblando un fragmento de la película. En la brevedad de esa escena, se radiografía a su persona, sus pasiones y motivaciones, su paciencia, vulnerabilidad y, sobre todo, el cariño, el anclaje a su cultura, la raíz de toda su travesía.

"Runa Simi" (2025). Fuente: 29 Festival de Cine de Lima PUCP
"Runa Simi" (2025). Fuente: 29 Festival de Cine de Lima PUCP

En ese sentido, el relato se desarrolla sobre la búsqueda de un legado, en el sentido más impersonal y menos egoísta posible. Fernando no busca ser un prócer ni una figura con esta iniciativa, al contrario, desinteresadamente se encamina en la tarea para reivindicar y visualizar el idioma, no por él, sino por todos los quechuahablantes. Es un ejemplo del apego y la identificación con su herencia cultural, el idioma que le gustaba hablar con su madre y el mismo con el que le habla a su hijo, el paso generacional. Y si de legado se habla, el quechua como lengua figura como elemento importante de nuestra identidad nacional, el segundo idioma oficial del Perú que muchas veces se ha visto ninguneado y pisoteado producto de la discriminación y la centralización, lo que, incluso, ha llevado a generar vergüenza en hablante nativos de esta lengua.


Ante ello, la herramienta que Fernando elige para enviar ese mensaje trasversal es el cine. Aquel medio donde la magia es posible y las historias duran para siempre. Qué terrible resulta saber que no todos pueden acceder a estas mismas, como si la magia no fuera para todos, como si sus historias no pudieran ser inmortales. Por eso, aparte de los cortos Quechua Clips —fragmentos de películas doblados a su lengua— viralizados en redes, Fernando decide doblar íntegramente su película favorita, El Rey León (The Lion King, 1994), con el fin de que los niños, adultos y ancianos quechuahablantes, quienes, quizás, nunca en su vida pudieron entender una caricatura, puedan vivir esta experiencia, y sobre todo, valorizar su cultura.


Zegarra sigue la ardua tarea de organizar y grabar los doblajes, así como la búsqueda de apoyo y los conflictos legales que trae consigo la búsqueda de los derechos de la película del coloso estadounidense. Se sigue un rocoso y desnivelado camino al ir tocando de puerta en puerta, haciendo llamadas, abandonando su tierra natal en búsqueda de suerte en la capital, e incluso contactos y trámites legales. El lado más soñador y optimista de la cinta choca con la realidad de la centralización y su indiferencia, y hasta su falta de humanidad, llevando a poner en términos numéricos la cantidad de hablantes del runa simi como si la identidad cultural pudiera ser cuantificada. En cierto sentido, la cruzada de Fernando no es más que una radiografía del provinciano obligado a migrar únicamente con el coraje para buscar su propio sueño. La misma figura de su lucha contra Disney, un retrato casi sacado de la historia de David y Goliat se puede encontrar en aquel ciudadano que no cuenta con fortunas ni apellidos reconocidos, y que terminan enfrentando a las grandes empresas y la extensa burocracia para reclamar algo tan básico como un sueldo atrasado o una injusticia laboral. La resiliencia, y hasta cierta terquedad, de Fernando, la idea de poder visibilizar y representar sus raíces, es lo que devuelve el optimismo a la cinta.

"Runa Simi" (2025). Fuente: IMDB
"Runa Simi" (2025). Fuente: IMDB

La cobertura por varios años por parte de Zegarra permite que estos altibajos adornen este documental. El paso del tiempo evidenciado en la larga cabellera del protagonista, el crecimiento en Dylan y las mejores en el equipo de trabajo de Fernando dan la sensación de haber acompañado toda esta travesía juntos. En cierto punto de la película, uno se puede sentir parte de esta lucha y está completamente expectante a los resultados del doblaje. Se hincha por la victoria de Fernando, el triunfo del quechua, el triunfo del Perú. Gracias a la mezcla entre ternura e intimidad, y el choque de realidad, se crea una conexión emocional y un genuino interés por la identidad que trae consigo el lenguaje. Un mensaje que traspasa incluso hasta las miradas más ajenas a esta realidad, cuya evidencia recae en las pequeñas entrevistas a los otros actores de doblaje que hablan sobre la discriminación y la visión que se tiene del quechua. La fuerza del documental no recae en su forma, pues cuenta con un lenguaje bastante directo y sencillo, sino en su mensaje, en sus personajes, en la necesidad de valorizar lo propio.


La comparación con Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo (2022) es inevitable y hasta funciona como parte de una doble función. El cine funge como espacio para inmortalizar una cosmovisión, dejar en clara la presencia de todo un grupo de personas que buscan sentirse identificadas, que buscan encontrarse (y escucharse) en esas historias. Runa Simi (2025) es el fiel y honesto retrato de la incansable tarea de un hombre en búsqueda de visibilizar su cultura. “Hakuchu Munayta/ purisunchik wayqiy” son los primeros versos que se escuchan en el himno que cantan Timón y Pumba en la película, esta vez traducido al quechua. Un esfuerzo para que quienes lo hablen, puedan cantar, reír, disfrutar y soñar en su idioma.



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