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“Garra de Hierro” (2023): la familia maldita

La última película de Sean Durkin, protagonizada por Zac Efron, tuvo un inmerecido paso fugaz por nuestra cartelera, pero merece verse, por usar el mundo de la lucha libre para hablar de los golpes que se pueden sufrir en la intimidad familiar, más allá del ring.


Por Sebastián Kawashita                               CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL


"Garra de Hierro" (2023)
“Garra de Hierro” (2023). Fuente: IMDb

Los Von Erich se encuentran entre las dinastías más importantes dentro del círculo de la lucha libre profesional. Una familia conocida por su trayectoria en este deporte, su devastadora maniobra final (“Iron Claw”, garra de hierro en español) y por la “maldición” que ha cobrado la vida de casi todos sus integrantes. El director, Sean Durkin, dirige el biopic que engloba estos tres factores en un largometraje desgarrador.


La película sigue a Kevin Von Erick (Zack Efron), luchador profesional, hijo de Fritz Von Erich (Holt McCallany) y hermano de Kerry (Jeremy Allen White), David (Harris Dickinson) y Mike (Stanley Simons): una familia dedicada al professional wrestling. Kevin, al igual que sus hermanos, son exigidos física y mentalmente por su padre; quien desea realizar sus sueños frustrados a través de sus hijos. Los hermanos Von Erich intentarán cumplir con las expectativas, sin importar lo desgastante que ello pueda resultar.


Sean Durkin nos transporta a una época pasada. Emplea el cambio de color y textura en la fotografía para dar ese salto en el tiempo: como en las escenas iniciales donde vemos a Fritz Von Erich luchando sobre el cuadrilátero; todo a blanco y negro, de la misma forma como la audiencia lo hubiera visto a través de sus televisores en los años setenta. También lo observamos en el periodo de los años ochenta, con las imágenes más contrastadas, colores saturados y una pequeña promo de los contrincantes antes de salir al ring. 


Sin embargo, este viaje a través de las décadas no solo es perceptible en la propuesta fotográfica; sino también en la edición y la música. Aquellas secuencias de entrenamiento y combates remiten a clásicos como Rocky o Karate Kid. Y, por supuesto, dichos montajes van acompañados de música rock; que nos terminan por transportar a los ochenta.


"Garra de Hierro" (2023)
Zac Efron en "Garra de Hierro" (2023). Fuente: IMDb

Zac Efron, como Kevin, es un adulto musculoso con espíritu inocente. Lo notamos en el cariño que demuestra a sus hermanos, en el respeto a su madre Doris (Maura Tierney) y en su ingenuidad al cortejar (o ser cortejado) por Pam Adkisson (Lily James), quien tiene que darle señales muy notorias de su interés.


Sin embargo, la contraparte de Kevin es su mismo padre, Fritz, quien representa a aquel hombre estricto y duro con sus hijos, aquel que no teme quebrar el cuerpo y espíritu para sacar el máximo potencial. Los Von Erich son criados bajo una tutela tóxica e interiorizada. Si bien existe un aura de camaradería entre los hermanos, el padre siempre los pone a prueba para que se ganen su aprobación. Como dice el mismo Fritz “todos saben que mi favorito es Kerry, luego Kev, luego David y luego Mark. Pero las clasificaciones siempre pueden cambiar”.


Cuando las tragedias empiezan a ocurrir, los hijos lo atribuyen a la “maldición”: creencia popular entre la familia y los más cercanos que aseguran que, cualquier desgracia ocurrida, se debe a una mala decisión del padre por cambiarse su apellido de Atkinson a Von Erich. Los accidentes y las muertes se vuelven recurrentes, casi de inmediato; pero la película deja en claro que “la maldición Von Erich” va más allá de una leyenda: es el resultado de una crianza fría. Aquella en que a los hijos se les instauró la idea de que los problemas personales se ignoran y se sigue adelante. Cuando, muy probablemente, la solución era el diálogo, la empatía y la comprensión.


Garra de hierro (The Iron Claw) trabaja constantemente con analogías y contradicciones entre el catchascan y la vida misma. La lucha libre profesional muestra a personajes emblemáticos, musculosos, casi superhéroes, que no importa cuantas veces caigan sobre la lona, porque siguen poniéndose de pie. En el mundo real, estos wrestlers caen y levantarse no es tan simple. El dolor en el pro-wrestling se expresa ante el público; pero, en la vida privada, se guardan los problemas para sí mismos. No importa cuantas capas de músculos tengan los Von Erich, esa apariencia ruda y fornida no puede resistir los golpes emocionales y las tragedias de la vida. Porque, a fin de cuentas, todos son seres humanos simples y corrientes.





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