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César Galindo: “Busco reivindicar el quechua como una lengua universal”

Actualizado: 9 jun 2023

Con más de dos meses en la cartelera peruana, Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo se ha vuelto ya todo un fenómeno del cine nacional. En la siguiente entrevista, su director contará algunos detalles de lo que lo llevó a esta película.


Por Alberto Ríos ENTREVISTAS / CÉSAR GALINDO

César Galindo. Fuente: LaRepública.pe
César Galindo. Fuente: LaRepública.pe

Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo (2022) es una de las películas más interesantes, sinceras y emotivas de la cinematografía peruana de los últimos años. La película de César Galindo, galardonada con tres premios en el Festival de Cine de Lima del año 2022, se ha impuesto por calidad propia como uno de los grandes estrenos del cine hecho en regiones en el Perú, durando más de 7 semanas en cartelera y convocando a jóvenes y grandes a acudir a las salas.


La cinta cuenta la historia de Sistu, un curioso niño que vive en una comunidad apartada en los alrededores de Maras, localidad de Cusco. En su pueblo, todos hablan quechua y algunos aprenden español en el colegio. Cuando el pequeño protagonista descubre el increíble arte del cine, a través de una proyección ambulante, se le encarga la misión de traducir dichas películas del español al quechua para que todos sus vecinos puedan disfrutar igual que él.

César Galindo, director de la cinta radicado actualmente en Suecia, es un personaje particular. Ha realizado una decena de cortometrajes experimentales y hace 40 años dejó su carrera de arquitectura para ir a estudiar cine a Francia, donde trabajó con diversos directores. A sus 72 años, Willaq Pirqa es su segundo largometraje.


Willaq Pirqa se llevó tres premios en la más reciente edición del Festival de Cine de Lima, el Premio del Público, el Premio de la sección Hecho en el Perú y el Premio del Ministerio de Cultura a la Mejor Película Peruana. Ha sido un verdadero fenómeno de masas ¿Esperaba estos galardones y recibimientos?


Yo personalmente me sorprendí muchísimo de la acogida que ha tenido la película. Desde la primera proyección, los espectadores me manifestaron mucha simpatía. Además, me sorprendió que muchos jóvenes se acercaran a hablarme comentándome cómo de alguna manera la cinta los conectaba con su familia y sus antepasados. Por ejemplo, me decían que les hacía recordar a sus abuelos, que hablaban quechua. Eso fue algo que me pareció fantástico, porque la idea de mi trabajo es tratar de reivindicar la lengua quechua y poder mostrarla como una lengua universal. Y los premios definitivamente no los esperábamos en el grupo de producción. Yo estaba tan emocionado que no sé qué es lo que dije en la premiación debido al nerviosismo que sentía.


¿Cómo nace este proyecto que tuvo más de cinco años de desarrollo?


La historia está ambientada en los años setenta, en la época en que el cine se transmitía de forma ambulante. Cinema Paradiso es un gran ejemplo cinematográfico de eso. Seguro que, en todas partes del mundo, con sus ribetes particulares, la relación con el descubrimiento del cine tenía esas características. Ese fue el punto de partida: un niño del ande se conecta con las películas en los años setenta. Todo en base a investigaciones acerca de cómo era el cine en la época.


Tengo entendido que la historia también nace a partir de un amigo que tuvo usted en su infancia.


Sistu, el personaje principal, representa a un niño que jugaba conmigo cuando tenía 5 o 6 años y que un día no vino más a casa a jugar y desapareció. A mí me quedó grabada su imagen en mi mente, por lo que yo quería también poder perennizar en el cine al Sistu que conocí. Para mí representa a los niños que hay en el Perú que un día desaparecen con el soplo del viento frío de las montañas, al que llamamos indiferencia de nuestra sociedad. Es por eso que Sistu aparece como el personaje principal. Además, metafóricamente descubre el cine y al final construye su propio cine. Desde mi punto de vista, eso significa que de cierta manera tu aprendizaje en la vida te permite plantearte qué es lo que quieres en tu destino.


César Galindo
"Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo" (2022). Fuente: Cinencuentro

¿Cuánto demora realizar cine en el Perú? Porque uno ve que la mayoría de los proyectos cinematográficos en el Perú suelen tomar más de cinco años desde la preproducción hasta poder ver la luz.


En nuestro caso el rodaje duró unas seis semanas, sumando a los tiempos propios de la pre y la post producción. Nuestro mayor retraso se dio debido a la pandemia por COVID-19 obligándonos a aislarnos por dos años y la productora quiso que la película se presentara en un momento propicio, con público. Yo creo que se pierde mucho el contacto con el cine, con la pantalla, con la oscuridad de la sala. El contacto con la película es distinto. Por eso junto a la productora decidimos esperar para que la cinta pueda tener su contacto debido con el público.


Si uno se pone a revisar su historia de cómo llega a hacer cine hace más de 30 años, habiendo estudiado otra carrera y sus inicios como sonidista en París, con un interés de crear cine desde la pasión hacia el arte, se encuentra con una historia más interesante. ¿Me podría comentar más a detalle sus inicios?


En un inicio yo soy un representante de la clase media chola emergente. En el sentido que yo podía permitirme ir a la universidad. Pero los padres de la clase media en el Perú raramente van a aceptar que su hijo estudie para ser poeta, filósofo, escritor o director de cine, porque son cosas que económicamente no traen ningún beneficio para la familia.


Yo me fui a París a hacer un doctorado después de graduarme de arquitecto. Ya en Europa descubrí que paralelamente podía estudiar cine, como algo más teórico, pero era cine, a fin de cuentas. Luego comencé a trabajar como sonidista, no de muy buena calidad debo reconocer, pero todos los soñadores que querían hacer cine en París sabían que había un peruano que tenía su grabadora y su micrófono y podía hacer las grabaciones a un precio bastante módico. De esa manera tuve la oportunidad de conocer a gente como García Márquez o Botero.


Entablé relación con mucha gente y en una de esas pude conocer al director de cine Joseph Losey, quien me propuso trabajar de actor en una de sus películas. Yo le dije “no soy actor, pero si me lo permite podría ser el último de los sonidistas o el asistente del asistente”. Para mí fue una gran escuela poder ver como se hacía cine desde un rodaje y poder trabajar en una película (La truite, 1982) junto a artistas como Isabelle Huppert o Jean Pierre-Cassel. Es así como yo voy aprendiendo en el camino de forma autodidacta. Luego en Suecia he podido hacer varios cortos experimentales y a todos les ponía nombre en quechua. Para mí era una forma de dar a conocer el idioma de mi país.


César Galindo. Fuente: El Comercio Perú
César Galindo. Fuente: El Comercio Perú

Una característica de su cine siempre ha sido buscar la reivindicación del quechua.


Siempre había soñado con tener un largometraje enteramente en quechua, no con diálogos esporádicos, sino una película donde realmente toda la actuación fuera en quechua. Yo trato de reivindicar el quechua, no por chauvinismo, sino porque en un país donde somos millones, tenemos derecho a existir, a expresarnos en nuestra propia lengua, a escribir nuestra historia con nuestras propias manos a sentir con nuestros propios sentimientos y a vivir con nuestros propios colores.


César, ¿Qué representa el mundo andino y quechua para usted?

Amo mi cultura, amo mi idioma. Hablo inglés, francés, español, sueco y quechua. En mi currículum siempre pongo en primer lugar el quechua, porque es el idioma que más me enorgullece hablar. Yo tengo un amor a todo lo andino. Alguna vez alguien me preguntó si tenía que analizar mi persona cómo me analizaría. En relación a todos los lugares en que he vivido, de todas las culturas de las que yo he aprendido. Yo digo que si fuera una guitarra en Suecia solo toco una cuerda; en Francia, dos, en Lima toco tres y en el mundo andino toco todas las cuerdas de mi ser. La única música que me hace llorar es la andina. Eso no implica que no ame el rock o la ópera. Pero en lo más profundo de mí, queda arraigada la cultura con la que crecí y de la que soy parte. Yo amo la cultura y hace que mi forma de ver el cine, el cual también me encanta, sea con amor. El amor a la vida. el amor a la alegría. Además, yo creo que nosotros, como pueblo, no solo somos tristeza, dolor, miseria, folklore o seres de estudio antropológico. Somos seres humanos como cualquier ser humano en el mundo que tiene derecho a soñar y a expresarse. Ese es mi trabajo. Que lo logre ya es otra historia (risas).

César Galindo
"Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo" (2022). Fuente: Cinencuentro

En la película, Sistu sueña con poder ver una película en quechua, su propio idioma. Al no existir en aquella algo así en aquella época decide hacer ese cine por sí mismo. Eso me hace pensar que en los últimos años ha habido un gran aumento en la producción y calidad de cine en el ande del Perú. De hecho, muchas de las grandes películas peruanas de los últimos años como Manco Cápac o Wiñaypacha son producciones de cine andino. ¿Por qué cree que en los últimos años ha habido tantas voces autorales en el ande peruano?


Yo creo que el acceso a las tecnologías antes era casi privilegiado. De la misma manera que en algún momento el cine latinoamericano no tenía forma de competir con Hollywood y las grandes producciones “gringas”, llegó un momento que la tecnología digital democratiza la posibilidad de hacer cine. Eso permitió que uno también pudiera ver películas de todas partes del mundo como Irán, Afganistán o Senegal. Tal vez no de la misma calidad que la de una película “gringa”, pero hay películas de todo el mundo. Eso ha permitido que en el Perú se hayan hecho películas en muchas regiones del país.


Por ejemplo, hace años había personas en Ayacucho o Juliaca que graban sus películas en VHS y las proyectaban en salas de cine y fueron unos éxitos de taquilla a nivel local. Se ha abierto una posibilidad para poder crear cines y lo otro que yo creo es que con la globalización todos los países, contrariamente a las características de este fenómeno, han sentido que necesitan autoafirmarse como cultura, como pueblo. Los pueblos luchan por su identidad, por ser aceptados con sus idiomas, valores y características. Eso es parte de lo que también sucede en el Perú. Hay sectores que han sido olvidados y están logrando expresarse. Yo creo que es mucho más interesante una sociedad en la que tengamos una variedad de culturas y no una sola. El mundo sería aburrido si todos habláramos una lengua, estaríamos de la misma forma y pensaríamos igual. La riqueza del mundo está en la diversidad y el Perú es un país tan diverso que deberíamos dar o poner en valor cada una de sus culturas. Eso nos permitiría, por ejemplo, tener una industria cinematográfica aún más interesante.



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