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"Habemus Papam" (2011): cambia, todo cambia

La comedia del cineasta italiano Nanni Moretti explora la gran duda de fe que invade a un cardenal tras su inesperada elección como Papa. Entre bromas, psicoanálisis y un torneo de vóley, el nuevo sumo pontífice deberá tomar la decisión más trascendental de su vida.


Por Gustavo Vegas Aguinaga                                          CRÍTICA / PRIME VIDEO


"Habemus Papam" (2011). Fuente: IMDB
"Habemus Papam" (2011). Fuente: IMDB

Nadie está preparado para convertirse de golpe en la persona más importante del planeta. ¿Cómo hacerle frente a la idea de ser llamado por Dios para representarlo en la Tierra? Es una cuestión de fe. Nanni Moretti dirige, escribe, produce y actúa en Habemus Papam (2011), una película sobre un cardenal que, una vez elegido Papa, no se siente idóneo para el cargo. Luego de que el cardenal protodiácono dijera la frase que da título a la cinta en el balcón del Vaticano, el nuevo Papa decide no salir a saludar a la gente y sufre un fuerte ataque de pánico. Ante todo, es humano.


El cardenal Melville (Michel Piccoli), elegido sumo pontífice, no es presentado de forma importante. Su elección se da de imprevisto ante dos fumatas negras que significaban la falta de acuerdo en quién sería el sucesor del difunto Papa. Ante la indecisión, los cardenales votan prácticamente a un desconocido para “salir del apuro”. Como en la reciente Cónclave (Edward Berger, 2024), creerían que aquel que no tiene pretensiones de ser Papa es quien debería ser elegido. No es el caso. Moretti sabe mostrar con humor una suerte de hipocresía leve entre los cardenales pues todos rezan para no ser elegidos; sin embargo, en el fondo lo anhelan. Melville es sorprendido y de un momento a otro su vida cambia para siempre así como su decisión cambia el rumbo de la historia universal.


Desde el principio Moretti nos da guiños y pistas sobre lo que va a ocurrir. El canto inicial de los prelados mantiene un tono solemne y uniforme hasta que de repente es detenido y tras un instante vuelve a continuar. Parece una nimiedad, pero ese detalle bromista es una advertencia de que algo anda mal, de que el ritual y el cambio de mando de la Iglesia no tomará el curso previsto, o será interrumpido. Así, Melville huye y desaparece unos días. En ese lapso en el Vaticano los demás cardenales conviven mientras juegan cartas, leen novelas y conversan. Para su tranquilidad y de las miles de personas que esperan a la presentación del elegido, un secretario arma un plan donde un guardia debe actuar como el Papa desde las sombras, literalmente. Lo único que se ve es su silueta entre las cortinas y eso basta. Acá Moretti establece un paralelo con cómo podemos ser fácilmente manipulados por los medios y las autoridades y también cómo aceptamos verdades a medias para vivir despreocupados.

"Habemus Papam" (2011). Fuente: IMDB
"Habemus Papam" (2011). Fuente: IMDB

Antes de su huida, intentaron que Melville entre en razón con la ayuda de un psicoanalista (Moretti) y se revela que tiene asuntos sin resolver con su madre y que tiene un déficit de atención. Esto se vuelve un recurso de la cinta como chiste recurrente, pero es a partir del psicoanálisis del personaje de Moretti y de la esposa de éste que el Papa logra hacer una introspección mientras vaga por las calles como un ciudadano común y corriente. Es allí donde pondera: si las personas muchas veces no pueden hacerle frente a grandes problemas o grandes responsabilidades, ¿por qué él tendría que aceptar tamaña tarea? En medio de esta disyuntiva, el psicoanalista se vuelve también parte del grupo de cardenales enclaustrados y ante la incertidumbre organiza un torneo de vóley agrupando a los prelados por continentes. 

Más allá de ser una secuencia de humor y distensión, funciona como una dulce metáfora de la solidaridad y de valores cristianos. El equipo de Oceanía solo tenía 3 integrantes y debieron jugar contra una escuadra completa (6). Luego de un vergonzoso marcador de 16-0 logran clavar un punto y todos abandonan lo que hacen para celebrar con ellos. Se premia, entonces, no a los que hacen todo bien y se jactan de ello, sino a quienes entre la penumbra buscan la luz y tienen la intención de ir por el buen camino; como en la parábola del fariseo y el publicano. Cabe señalar, dentro de la comedia, que Moretti organizando y dirigiendo el torneo de vóley es un espejo chistoso de Moretti dirigiendo a sus actores.

"Habemus Papam" (2011). Fuente: IMDB
"Habemus Papam" (2011). Fuente: IMDB

En una de sus charlas con la esposa del psicoanalista Melville revela haber querido ser actor años atrás, pero no lo logró por falta de habilidad; es decir, no sabía actuar. Había una fascinación en el cuando se abría el telón rojo del teatro, pero no era capaz de representar a su personaje. Años después, cuando se abre el telón rojo del balcón del Vaticano, Melville, ahora Papa, tampoco sabe actuar. Directamente no actúa. Acá hay un gesto enorme de Moretti desde lo meta así como desde la comedia y el paralelismo que dibuja entre el rol de Melville como actor y como Papa: en ningún caso puede interpretar el papel que le tocó. Sus andanzas por las calles romanas le hacen darse cuenta de los cambios que sufre: de edad, de fe, de sanidad mental.


La duda del Papa; sin embargo, es reflejo de su humanidad así como advertencia para nosotros con respecto a elegir correctamente a nuestros líderes, sea en la Iglesia Católica o en otros ámbitos de la vida. El tratamiento de la película desde la comida no hace que el mensaje pase desapercibido entre las risas, ni que la humildad de Melville para no saberse apto sea confundida con cobardía. La película cuenta con una bella escena al ritmo de “Todo cambia” de Mercedes Sosa, tema cuya letra dice “cambia el pastor su rebaño”. Aquí es Melville quien, en condición de líder de los fieles, les propone al rebaño cambiar de pastor. El Papa plantea cambiar de Papa. Todo cambia: la Iglesia también. Se cierra el telón rojo y culmina la obra. Queda en nosotros la catarsis.





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