Luego de una intrigante campaña de marketing, tal vez algo exagerada para algunos, llegó a cartelera nacional, desde hace casi dos meses, una nueva película con la participación del camaleónico Nicolas Cage, quien promete inquietarnos en todo momento.
Por Marcelo Paredes CRÍTICA /CARTELERA COMERCIAL
A Lee Harker, una nueva y talentosa agente del FBI, le han asignado un caso sin resolver de un asesino en serie que responde al nombre de Longlegs. A medida que la investigación se complica y se descubren pruebas ocultas, Harker se da cuenta de que existe un vínculo personal con el despiadado asesino y debe actuar con rapidez para evitar otro crimen.
En un primer visionado, aunque haya sido de mi agrado, no dejaba de pensar que flaqueaba en aspectos clave y no la disfruté tanto. Cuando vi la película por primera vez, cometí el error de hacer una marcada distinción entre el aspecto policial y el satánico, pensando que uno no funcionaba tan bien a diferencia del otro. Tras una repasada bastante esclarecedora, caigo en cuenta que reducirla solo a cuestiones puntuales a cumplir del thriller y el horror, los cuales igual están bien trabajados y que eso no se olvide, no permitiría ver lo que realmente la cinta de Osgood Perkins está contando.
Estas dos dimensiones, la real y la paranormal, no son más que una gran ilusión para el espectador. Dicha ilusión es una que a propósito nos presenta pistas falsas que le sirven a algún ente superior para distraernos con monstruos en los que estamos, de cierto modo, “forzados” a creer. La realidad de eso es que el verdadero mal, aquel que puede no ser solo los temibles par de cuernos visto en las sombras, es uno que es inducido por el vacío que sentimos producto de la soledad y el abandono de quienes se supone deben velar por nosotros, dejando un espacio ideal para que la maldad entre cómodamente.
Eso se ve claramente en Lee, quien constantemente nos recuerda lo sola que está, transmitiendo esa sensación de gran manera por una notable Maika Monroe. A lo largo del metraje, la vemos moverse en espacios limitados que no hacen más que seguirla consumiendo en favor de ese mal que la viene asediando por años. Ella, al igual que buena parte de los personajes femeninos, parecen estar constantemente bajo un yugo invisible, una fuerza que las controla tal cual muñecas y sea quien sea el responsable, ya eligió a sus heraldos para esparcir su mensaje. Dicho mensaje es uno de sometimiento, donde tanto la protagonista como religiosa madre, sin saberlo, están bajo un control que no es más que una idea trastocada de bienestar.
Es innegable que su arco narrativo, sobre todo al final, tiene un cierre un poco apresurado, producto de ciertas conveniencias en la historia que nos llevan a su desoladora resolución. No obstante, considero que eso no llega a ser un demérito a lo que tanto la película muestra en pequeños, pero poderosos, detalles, como al propio viaje de la protagonista que lamentablemente está imposibilitada de cambiar su destino. Osgood Perkins no busca solamente construir un clásico relato del bien contra el mal, con ambas fuerzas haciendo un pulso constante para ver quién gana. No se conforma con las acciones del monstruo y lo que lo compone a nivel físico o psicológico. Lo que quiere más bien es descubrir quién está detrás de los monstruos, generando intriga con los posibles responsables de esas creaciones que se alimentaron de nuestro miedo, y ahora que se les escapó de las manos, ya no hay un contrapeso como la ley o la religión que sirva para aplacarlo.
Longlegs, el personaje, representa la suma de todos esos mitos que han girado en torno a diferentes males a través de los años (sean asesinos en serie, satanistas, abusadores y hasta rockeros, si se quiere) y si no digo persona es porque es difícil encasillar a ese monstruo como un individuo. Es la paranoia incentivada por los poderes fácticos, cuya inacción evidencia un claro abandono hacia el resto de la población. Es verdad que la personalidad del personaje podría haberse enriquecido con más rasgos distintivos, en lugar de depender únicamente del desbordante carisma de Nicolas Cage. Sin embargo, convertirlo en una suerte de "hoja en blanco" es lo que mejor encapsula su rol como espejo de Lee, quien, a su vez, refleja a todos aquellos que, como ella, se dejaron consumir por la oscuridad engendrada por su propia soledad.
Longlegs: El coleccionista de almas es una muy buena película y de las mejores del género del terror del 2024. Tiene un par de falencias, como su clímax un poco desconcertante, o las conveniencias que ponen en duda su propio verosímil, mas no quiere decir que eso la haga una película decepcionante y mucho menos mala. Con personajes inquietantemente hipnóticos y una puesta en escena que atemoriza por su lento descenso a los infiernos, estamos frente a un fascinante ejercicio que explora al mal desde lo que este representa y no tanto por la forma concreta que este puede tomar. Sin duda, es una grata experiencia encontrarse con una propuesta tan original, gracias a su impresionante trabajo visual y narrativo, que nos sumerge en el miedo en su forma más pura, a la vez encarnado como una imposibilidad para encarar el mal.
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