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"Pecadores" (2025): la cultura vampirizada

La nueva cinta de Ryan Coogler presenta una lectura interesante sobre la cultura afroamericana a través de una mezcla de géneros bien lograda.


Por Gustavo Vegas Aguinaga                                          CRÍTICA /CARTELERA COMERCIAL


"Pecadores" (2025). Fuente: Vanity Fair
"Pecadores" (2025). Fuente: Vanity Fair

Es claro el planteamiento de Ryan Coogler en su más reciente película en relación a la cultura negra (no solo la norteamericana), la música, el racismo y demás. Ha sido muy comentado en los días recientes. No obstante, hay también una dimensión política importante en relación a la visión que tienen los hermanos, uno hedonista y permisivo, el otro más estoico y protector. No es casualidad que, ante las problemáticas de una comunidad negra se presenten dos líderes con posturas distintas ni, mucho menos, que cada uno esté representado por los colores rojo y azul, inherentes a la derecha e izquierda de su país y al revés para el resto del mundo. Existen diversas capas de ideas que propone Coogler a través de sus personajes, diálogos, encuadres y demás. El eventual enfrentamiento entre hermanos tiene ecos bíblicos, además.


La metáfora de la religión y el pecado es trabajada de forma interesante por Coogler. La pareja -de hermanos- tiene un primer encuentro con el diablo en forma de serpiente y más tarde ambos comen frutos medianamente prohibidos. Perdonen el pobre eufemismo. Es allí que su paraíso negro se empieza desintegrar y en ese quiebre han de ser condenados a habitar las noches y vagar por la tierra casi eternamente. Resalta también cómo Coogler plantea que hay reglas que han de romperse para poder salir adelante. Sammie, hijo del predicador, no sólo peca con una mujer casada, sino que busca escapar de ese pueblo para probar suerte en la gran ciudad, haciendo caso omiso a lo que le plantea Smoke sobre ir sólo a otro poblado negro, así como lo que le dice su padre de dejar la guitarra; es decir, la música. Más tarde vemos su éxito ulterior a partir de su desobediencia.

"Pecadores" (2025). Fuente: NPR
"Pecadores" (2025). Fuente: NPR

Caso similar es el del mismo director. Hay una escena donde Coogler y compañía ponen en ejercicio una serie de habilidades envidiables: trazan una línea de tiempo de la cultura negra a partir de los blues de Sammie donde pasado, presente y futuro se conjugan en la misma secuencia. Vemos personajes tribales y de antaño así como contemporáneos. Hay raperos, DJ’s, incluso chicas haciendo ‘twerking’. Todo es parte de una cultura rica en sus diversas manifestaciones. Sin embargo, y como muestra la película, es el aislamiento y la conservación a ultranza de la “pureza” de una cultura lo que la condena: si los personajes no salían del club de blues habrían acabado muertos. Por ello Sammie va a codearse con otras gentes y otras culturas. Por eso Coogler trabaja con el compositor sueco Ludwig Göransson. Es una unión así la que hace la fuerza y le otorga una banda sonora impecable a una película que se centra en la música.

 

A partir de un Michael B. Jordan duplicado, Coogler explora los pecados de los Estados Unidos contra la cultura afroamericana y cómo se han aprovechado de ella históricamente, en una línea similar a Nope (2022), de Jordan Peele, donde no todo es terror. Allí estaba el gran monstruo blanco que succionaba a las personas y dejaba a cambio unas monedas; aquí, otros monstruos blancos son los que succionan la sangre así como las expresiones culturales para fagocitar su riqueza y destruir su origen. Amparado en la pluralidad como bandera, el director mezcla la historia de los dos hermanos negros con los procesos migratorios de irlandeses e italianos a Estados Unidos mediante la vestimenta de cada uno. De este modo señala cómo aquella nación se forja y nace a partir de las migraciones y la diversidad cultural y cómo se sostiene hasta hoy en día en base a ello, y cómo hay quienes buscan eliminar tal pluralidad. Asimismo, también podría leerse como una representación del quehacer cinematográfico: los protagonistas negros buscan establecer un lugar propio y permitir la producción de arte negro (cine) en un lugar donde históricamente se callaron esas voces (la poca o casi nula presencia negra en la historia de la industria), pues se descubre más tarde que el edificio fue un matadero del Ku Klux Klan.


La vampirización, o vale decir el aprovechamiento y apropiación, de la cultura no es algo único y propio de la gente blanca y negra en Estados Unidos. Pensemos en todos los limeños con emprendimientos de nombres quechuas o en lenguas indígenas, o la panadería artesanal “El Pan de la Chola”. Recuerdo también un meme que se grabó en mi memoria sobre Mercado 28 que decía “para comer como los pobres, pero sin los pobres”. Ahí entra a tallar lo que le dicen al joven Sammie: a los blancos les gusta la música negra, no la gente negra; similar a lo que propone una de las lecturas del tema “Not Like Us” del rapero Kendrick Lamar. Pienso, además, en los comentarios en internet sobre cómo la serie “Friends” se inspiró en “Living Single” (otra comedia de tono y temática similar, pero con un elenco negro) y tuvo mucho más éxito.

"Pecadores" (2025). Fuente: NPR
"Pecadores" (2025). Fuente: NPR

De regreso a Pecadores (Sinners), Coogler sabe hacer un recorrido histórico que enlaza pasado y presente no sólo de manera directa como en la escena de esa música mística, sino a partir también del discurso. Empareja los orígenes del blues con el ‘boom’ de la literatura vampírica (a partir de la publicación de “Drácula” de Stoker a fines del siglo XIX) y décadas más tarde une ambas ideas para plantear un fenómeno musical que procura un ambiente de fiesta aniquilado por fenómenos chupasangre. Claro está que no sólo extraen eso. Los monstruos se emplean para representar males humanos; en pocas palabras, los verdaderos monstruos son humanos. Así como Smoke y Stack se fueron de Chicago hacia un pueblo negro, los vampiros aparecen también en Mississippi y en todos lados, pues aquellos que buscan asimilar a los demás no descansan, no buscan el consenso, sino la obliteración directa de los distintos. Un signo de nuestros tiempos.


Sabiamente Coogler no se queda en un maniqueísmo racial a partir de lo narrado, sino que muestra cómo estas ansias de uniformizar las culturas y sus expresiones características no sólo proviene de un grupo privilegiado en el poder, sino que también puede venir de los oprimidos. Los vampiros convierten a los blancos, a los negros, a los asiáticos. La pluralidad está en constante amenaza por quienes buscan una sola forma de ser y conservar cierta pureza étnica, artística, religiosa y demás. No hace falta remarcar cómo Sinners se coloca en los años 30 para señalar problemáticas que siguen perjudicando a estos grupos hasta el día de hoy. Allí cobra sentido la escena postcréditos que, a mi parecer, es disfrutable, pero repite y condensa lo planteado anteriormente por la película. No hace falta remarcar, tampoco, que esto no aleja a la cinta dirigida por Ryan Coogler de ser una genial entrega del cine de terror sin encasillarse en este, pues también explora la acción, el thriller y posee momentos propios de una comedia. Sin duda es uno de los estrenos que marcarán este 2025.




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