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El universo de Star Wars sigue en expansión constante. Esta vez, de la mano de una serie live action que no tiene nada que envidiarle en forma y contenido a la saga cinematográfica.
El siguiente texto contiene spoilers de la primera y segunda temporada de The Mandalorian.
Por Sebastián Kawashita CRÍTICAS / DISNEY+
De modo similar a Rogue One o Solo, The Mandalorian, serie de Disney+ creada por Jon Favreau, es un Star wars story que dirige su atención a aquellos personajes cuyas existencias, sin ser tan grandilocuentes como las de los protagonistas de la saga, cuentan con un viaje del héroe igual de emblemático.
Din Djarin (Pedro Pascal) es un mandaloriano, integrante de una agrupación que obedece fielmente a su credo, un código que reúne una serie de normas estrictas. Trabaja como un cazarrecompensas a cambio de beskar, metal preciado para la fabricación de resistentes armaduras. El uso eficaz de su blaster y su presencia imponente nos recuerda al Bobba Fett de Jeremy Bulloch en la trilogía original. Din se presenta como una suerte de vaquero solitario, en una época de inestabilidad producida por la caída del imperio. A falta de un Clint Eastwood con facciones duras, Pedro Pascal consigue transmitir sus expresiones a través del casco metálico de Din Djarin.
Para Din, las normas dictadas por su propia gente son lo único a lo que puede aferrarse. Retirarse el casco frente a terceros, sería lo mismo que renunciar a su identidad como mandaloriano. Sin embargo, al aceptar la misión de un misterioso cliente (Werner Herzog) para rastrear y transportar un objetivo desconocido, su status quo se quebrará por completo. Din incumplirá el trato con el cliente y salvará a una criatura de 50 años de edad con apariencia de bebé -denominado como El Niño y conocido entre los fans como baby Yoda -, que será el detonador para romper sus propias normas.
Los arcos de transformación están presentes en cada historia de Star Wars. En la trilogía del episodio I al III seguimos el ascenso de Anakin Skywalker, de niño esclavo a caballero jedi y su descenso al lado oscuro, hasta su acto de redención final contra el emperador Darth Sidious. Del episodio IV al VI vemos a Luke Skywalker, de joven campesino a maestro jedi, que luego pasa al exilio debido al fracaso con su padawan y sobrino, Kylo Ren/Ben Solo, así como su reivindicación como sacrificio en la trilogía secuela (episodios del VII al XIX). En The Mandalorian, la rutina de Din Djarin como bounty hunter se ve alterada tras decidir salvar a su objetivo en lugar de entregarlo. La empatía que desarrolla hacia el niño lo obliga a arriesgar su vida y convertirse en el blanco número uno en toda la galaxia.
Durante la primera temporada, se disparan flashbacks de la infancia de Din: recuerdos que muestran los horrores de lasguerras clónicasy cómo es rescatado por un miembro mandaloriano. El ciclo se repite y ahora es él quien debe ser el salvador. En la segunda temporada, el objetivo de Mando es llevar al niño donde los míticos jedi para que sea entrenado. Esto le da tiempo de caducidad a la relación entre ambos. El vínculo entre Mando y el niño se hace más fuerte con respecto a la primera temporada. Vemos al niño escondiéndose en su andador flotante, aguardando a que Mando derrote a Gor Koresh o intentando conectar unos cables para reparar la nave mientras Mando procura mantener la calma para darle indicaciones. La dinámica entre ambos, gradualmente se convierte en la analogía de padre-hijo.
A diferencia de Luke y Anakin Skywalker, cuyos viajes del héroe siguen la línea estricta de la salida del mundo ordinario para emprender un viaje a la aventura, la evolución de Mando no se encuentra en la cantidad de misiones que cumpla, pues su vida siempre dependió de ello. El cambio de Mando yace, más bien, en la fortaleza de quebrar sus propias normas, tan sólidas como su armadura, de quitarse el casco y entender que hay algo más grande que su credo.