29 FCL: "Cuerpo celeste" (2025): la adolescencia bajo un cielo eclipsado
- Alberto Ríos
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Estrenada en Tribeca y ahora proyectada en el 29.° Festival de Cine de Lima PUCP, la última película de Nayra Ilic García sigue a una adolescente en el verano de 1990, entre la pérdida familiar y el fin de la dictadura de Pinochet.
Por Alberto Ríos FESTIVALES / FESTIVAL DE CINE DE LIMA

En Cuerpo Celeste (2025), la directora chilena Nayra Ilic García sitúa el despertar emocional de una adolescente en paralelo con el de un país que empieza a salir de la sombra de la dictadura de Pinochet. Ambientada en el verano de 1990, la cinta captura el instante la inocencia se ve interrumpida con el descubrimiento de la pesada historia social que ocurre a su alrededor en medio de los paisajes de la costa chilena.
Ilic García presenta el tránsito íntimo de Celeste (Helen Mrugalski), una adolescente de quince años que asiste al desmoronamiento de su mundo familiar tras la repentina muerte de su padre mientras celebraban junto a su familia el año nuevo en las costa de Atacama. La directora opta por un registro donde el contexto político actúa desde el subtexto, desde lo que los adultos callan cuando Celeste hace acto de presencia.

Este coming of age se aleja de la euforia y se aproxima más a la apatía. Celeste vaga entre paisajes costeros y calles de la ciudad con el mismo desinterés con que observa a quienes la rodean. La cinta captura el aburrimiento propio de esa edad en la que el tiempo parece estancarse. En ese sentido, la cineasta chilena observa a su personaje y sus movimientos en medio de la arena. La encuadra en sus tránsitos y en sus paseos por la playa. Allí, entre el seguimiento y la observación se puede observar cierto movimiento político irregular: excavaciones extrañas, la aparición de los “pacos” o carros desconocidos que aparecen en la ciudad con la excusa de ver el eclipse que sucederá en los próximos días.
La fotografía de Sergio Armstrong, dominada por tonos terrosos y ocres, acompaña ese estado de letargo emocional, fundiendo a la protagonista con la textura árida del entorno. Por momentos también aparecen pequeños retazos filmados en cintas, como si se trataran del recuerdo que se evoca desde el presente. Sin embargo, sus apariciones no tienen ni el sentido ni coherencia con la narración que supo presentar Charlotte Wells en Aftersun (2022).

Sin embargo, esa apuesta por la observación extrema se convierte también en su principal limitación. Gran parte del metraje se compone de traslados y recorridos de Celeste por la ciudad o la costa, sin que la narrativa avance. Los misterios insinuados, tanto personales como comunitarios, se tocan solo en los compases finales, lo que puede dejar la sensación de que la película se reserva demasiado para el último momento. El ritmo, deliberadamente pausado, corre así el riesgo de desactivar la tensión acumulada.
Cuerpo Celeste no pretende resolver, sino capturar el tránsito por esa zona ambigua de la adolescencia donde crecer implica habitar el vacío y descubrir que el mundo adulto es más complejo y oscuro de lo que se creía. El contexto político y social se siente como un rumor de fondo, accesible sobre todo para quienes conocen la historia reciente de Chile, pero nunca interrumpe la intimidad del relato. Pese a cierta lentitud narrativa, la película encuentra en esa mezcla de apatía, curiosidad y espera sus puntos más consistentes.