La más reciente entrega de Alien tiene una propuesta que recuerda mucho a las primeras películas que hicieron famoso a aquel monstruo espacial. El director Fede Álvarez usa la nostalgia a su favor y le agrega elementos que suman a la franquicia; no obstante, no todo es acertado.
Por Francisco Torres CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL
Situada entre Alien, El Octavo pasajero (1979) y Aliens (1986), esta cinta cuenta cómo un grupo de jóvenes en su intento de escapar de la colonia en donde viven se encuentran con una forma de vida aterradora en la que parecía ser una nave espacial abandonada. Bajo esa premisa se establece el peligro al cual tiene que enfrentarse, no sin antes dar un contexto de los personajes principales.
La película muestra a Rain Carradine, una huérfana la cual trabaja con su hermano adoptivo Andy, un humano sintético reprogramado, en la colonia Jackson's Star, y cuando había cumplido sus horas laborales, le extienden a la fuerza su contrato para seguir en aquel lugar. Es por esa razón que ella acepta colaborar con su ex novio Tyler, su hermana embarazada Kay, su primo Bjorn y la novia de Bjorn, Navarro para poder llegar al planeta Navarro. Es en esta colaboración grupal que podemos ver un poco las dinámicas de personajes que tiene un pasado compartido complicado. Ello sirve para dar cierta complejidad a estos protagonistas de manera que sea más fácil empatizar con ellos. Primero los conocemos y ya luego vamos a la tensión y horror.
Como se mencionó al inicio, Alien Romulus recupera la fórmula que hizo a la franquicia tan entretenida: una mezcla de acción y terror centrada en la supervivencia ante los Xenomorfos en un entorno claustrofóbico. Aunque esta dinámica ya es conocida y eficaz con el espectador, la película no se limita a repetirla. Fede Álvarez aporta un toque moderno a través de la caracterización de los personajes y un trasfondo sencillo pero efectivo, logrando que el público se sienta involucrado. Además, la manera en que se presentan los ataques de los Xenomorfos, junto a una sorpresa final (sin entrar en spoilers), añade tensión y mantiene a la película en pie.
Las dinámicas entre Rain y el resto son clave, ya que es un aire de frescura ver un grupo de chicos jóvenes en una trama que nos tiene acostumbrados a ver a adultos consolidados como científicos o militares. Son personas que están madurando todavía, por lo que los riesgos y la ingenuidad se sienten realistas tomando en cuenta quienes son. Sumado a ello, Andy ofrece una mirada interesante respecto a la inteligencia artificial, dado que sus capacidades son un arma de doble filo. Son estos detalles que hacen que la cinta este construida en términos generales bastante bien, aunque si hay algo negativo que decir es que al no tomar muchos riesgos y querer ser como otras, es que termina siendo un poco olvidable, Cumple su función, eso no hay duda, pero hasta ahí nomás.
En cuanto al aspecto visual, la película incluye planos que homenajean a entregas anteriores, a la vez que permite secuencias que destacan por su destreza técnica, mostrando a los Xenomorfos en situaciones grotescas. La acción está bien coreografiada, lo que resulta especialmente llamativo. El diseño de producción, junto con una fotografía cuidadosamente elaborada, evocan la obra original y crean una atmósfera de thriller espacial. Sin embargo, este enfoque también juega en su contra, ya que le resta cierta originalidad a la propuesta.
Por otro lado, es destacable la actuación de Cailee Spaeny, cuya presencia en pantalla aporta carisma y peso a la historia. Su interpretación transmite emociones tanto en los momentos más tranquilos del inicio como en las escenas de mayor intensidad emocional hacia el final de la película. David Jonsson también merece una mención por su rango actoral al dar vida a Andy, un personaje que presenta dos facetas opuestas, lo que contribuye de manera significativa al desarrollo de la trama.
En conclusión, Alien Romulus representa un regreso a las raíces que la saga necesitaba, sin ser una copia directa de sus predecesoras. La película se nutre de los elementos ya establecidos, añadiendo matices diferenciadores a través de las relaciones interpersonales y su impactante diseño visual. Sin embargo, un punto en contra es que, en ciertos momentos, el homenaje a las entregas anteriores sobresale más que la narrativa propia, lo que le resta algo de frescura.
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