"The Baltimorons" (2025): una excéntrica Noche Buena
- Ventana Indiscreta

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En esta nueva comedia de Jay Duplass, un hombre con una emergencia dental se ve obligado a pasar Nochebuena con su dentista en Maryland.
Por Sebastián Zavala CRÍTICA / VIDEO ON DEMAND

The Baltimorons (2025) trata sobre muchas cosas: la depresión, la inmadurez, las relaciones fracturadas de pareja y la incapacidad de seguir adelante. Pero lo más importante es que se trata de una película inesperadamente dulce que, sin embargo, esconde algo un poco más oscuro en su interior. Sí, se puede considerar, superficialmente, como una comedia romántica con toques navideños muy similar a tantas otras, pero si uno se concentra y se da cuenta de lo que el guion de Jay Duplass y Michael Strassner (también el protagonista) nos está diciendo, se encontrará con una experiencia atípica y por momentos excéntrica.
Ahora bien, qué tanto vaya a disfrutar uno de The Baltimorons dependerá del aguante que tenga a los personajes imperfectos y ocasionalmente moralmente incorrectos. Después de todo, el Cliff de Strassner es un tipo que, fuera de sus problemas personales, está intentando —conscientemente— flirtear con una mujer mayor que él, a pesar de estar (casi) casado con Brittany (Olivia Luccardi). Todo el punto de la narrativa está en descubrir, muy gradualmente, por qué Cliff está actuando de esta manera, dejando de lado a su familia para tener una curiosa aventura con una persona que acaba de conocer en Nochebuena.
Al comenzar The Baltimorons, vemos a Cliff yendo junto a Brittany donde la madre de esta última para pasar la Nochebuena. Pero justo cuando nuestro protagonista está entrando a la casa, tropieza, se golpea la cara y se rompe un diente. Ensangrentado, se pone a buscar a cualquier dentista que esté atendiendo en plena Navidad, y es así que llega al consultorio de Didi (Liz Larsen). Inicialmente, la doctora no le tiene mucha paciencia a Cliff, especialmente porque está pasando por una situación algo incómoda con su hija, Shelby (Jessie Cohen), quien ha decidido pasar la Nochebuena con su padre (y exesposo de Didi) y su nueva novia. Pero cuando Cliff le ofrece ir a cenar como agradecimiento por su atención, esta no se puede resistir.

Resulta, pues, que por más que Brittany y su madre lo estén esperando para tener una cena navideña, Cliff no quiere regresar a casa. Parece estar escapando de algo; puede ser porque al inicio del filme lo vemos tratar de suicidarse (lo cual no funciona, evidentemente), o porque eventualmente se revela que va seis meses sobrio. O también puede ser porque es un improvisador y cómico desempleado, que fue despedido de un grupo de cómicos locales luego de meterse en un altercado con un compañero. Cliff no sabe qué hacer con su vida, y por ende decide distraerse con Didi, yendo de lugar en lugar, intentando pasarla bien.
Lo cual, previsiblemente, resulta en un romance inesperadamente dulce pero moralmente cuestionable. Es ahí donde muchos espectadores podrían terminar rechazando la película y sus protagonistas, pero creo que Duplass y su equipo saben exactamente qué están haciendo. Saben que Cliff está cometiendo un error, y de hecho, cuando eventualmente se enfrenta a Brittany y confiesa que la cambió por Didi, y que fue a un show de impro sin avisarle, uno se da cuenta de lo arrepentido que está, y que su novia tiene la razón.
Y sin embargo, la película nos presenta a un Cliff roto, encantador y ciertamente gentil, que le permite al espectador entender que no se trata de un mal tipo. Es un tipo confundido que está cometiendo todo tipo de errores, y que al escapar de su realidad y de su novia y de una cena tradicional navideña, se encuentra con un nuevo amor. ¿Es esto justo para Brittany? Por supuesto que no. Pero la película nunca finge que lo es. No obstante, se concentra tanto en las interacciones dulces entre Cliff y Didi que por momentos resulta fácil olvidarse de que nuestro protagonista está comprometido con otra persona. Es casi como si el filme nos estuviera engañando o manipulando para que no pensemos demasiado en las consecuencias de los actos de Cliff.

Lo cual, nuevamente, puede resultar problemático para ciertos espectadores. Pero eso es precisamente lo que me gusta de The Baltimorons: que lidia con tonos de gris, presentando no a personajes absolutamente buenos o absolutamente malos, sino más bien a seres humanos tridimensionales y fallidos. Ayuda, además, que las actuaciones sean muy buenas. Strassner interpreta a Cliff como un oso de peluche gigante; amable y gracioso y nervioso y sí, no muy consciente de lo que está haciendo. Y Liz Larsden maneja una gran química con el otro, desarrollando a Didi como una mujer que también está escapando de algo; en su caso, de una relación complicada con su hija, y de tener que lidiar con un exesposo que la dejó por una mujer más joven.
El contexto en el que se desarrolla The Baltimorons ayuda a que obtenga un tono cálido, cómodo. No sé si la cinta se grabó en celuloide, pero de forma similar a Los que se quedan, cuenta con una imagen llena de textura y sombras pronunciadas y mucha calidez, lo cual combina perfectamente con las locaciones navideñas. Baltimore en sí, además, está bien aprovechado, ya que nuestros personajes terminan caminando por sus calles o navegando por sus aguas, dejando en claro que la historia no podría haberse llevado a cabo en ninguna otra ciudad. Y disfruté mucho, además, de la banda sonora de jazz de Jordan Siegel, la cual le otorga mucha personalidad a un filme que ya de por sí desborda encanto gracias a sus personajes.
Entiendo que The Baltimorons no será para todo el mundo. No todos podrán perdonar a Cliff y por ende no lograrán conectar con él, y no todos estarán de acuerdo con el final, por más que sí quede la sensación de que nuestro protagonista sigue progresando respecto a cómo lidia con sus problemas. Pero en términos generales, lo que tenemos acá es una adorable comedia romántica llena de momentos graciosos, problemas verosímiles y diálogo frecuentemente astuto. No está a la altura de otras producciones navideñas recientes, pero eso no quiere decir que no valga la pena darle una oportunidad. The Baltimorons los hará pensar y reflexionar, pero, más importante que otra cosa, los dejará con una gran sonrisa en el rostro.

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