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Ganadora del Gran Prix en el Festival de Cannes y nominada a mejor película internacional en los últimos premios Oscar, el filme de Lukas Dhont es un bello retrato de la infancia, la pérdida de la inocencia y el luto. La película está disponible en MUBI, y se exhibió en salas peruanas.
Por Hitoshi Isa Kohatsu CRÍTICAS / MUBI
Léo (Eden Dambrine) y Rémi (Gustav De Waele) son mejores amigos, inseparables, tan cercanos como es posible y tal vez un poco más. Cuando empiezan la secundaria, su relación empieza a ser objeto de rumores y bullying homofóbico. Frente a esto, Léo trata de alejarse de Rémi, tanto social como emocionalmente, causando una ruptura en su amistad que termina en la peor tragedia imaginable. El filme se puede categorizar como un coming-of-age notable debido a la contemplación con la que se atestigua la historia, las increíbles actuaciones en pantalla y una estética ensoñada que contrasta con sus melancólicos momentos.
La narrativa se sostiene en la relación entre dos muchachos cuya -hasta ese momento- inocente amistad se deteriora tanto por fuerzas internas (la maduración psicológica), como externas (presiones sociales y una búsqueda de pertenencia dentro del grupo). Los actores que interpretan a los dos personajes centrales ofrecen actuaciones maravillosas, llenas de sutilezas. Muestran un gran rango de emoción, siendo encantadoras sin acercarse a lo cliché. De lo más notable es Eden Dambrine, quien a sus trece años nos presenta una actuación que es una verdadera revelación. Su personaje es el que tiene los momentos más duros y potentes en la trama. La mayor carga emocional del filme se encuentra sobre sus hombros, y lo maneja de una manera honesta, que no escatima en la melancolía.
Como se había mencionado, la película se centra en una tragedia que aparece de forma repentina e inesperada, que impacta más por la corta edad de sus personajes. Tiene momentos genuinos en su modo de comunicar lo emotivo y desgarrador. Los travellings, que tienden a ser laterales o inestables, transmiten esos sentimientos sin que las palabras sean necesarias en algunas escenas.
La paleta es exquisita y la cinematografía impresionante. Los colores en pantalla están saturados, lo que sirve para aprovechar la belleza de los campos de flores de la Bélgica rural, y colabora -junto a varias secuencias en las que el sol sobreexpone la imagen- a un ambiente casi onírico o fantasioso. Ello empieza a crear un poderoso contraste cuando la trama se torna más melancólica, en aquellos momentos en los que las inseguridades adolescentes de Léo y Rémi se vuelven la fuente principal del drama. El director de fotografía Frank van den Eeden pudo crear una estética que mantiene una idea de sencillez y de exaltación emocional en medio del tono lúgubre del guion.
Close es una película que lidia con el luto. Trata de entender, entre todas sus complejidades y contradicciones, cómo es que un niño puede enfrentar circunstancias trágicas. Su valor yace en las sutilezas, en dejar que las cosas sean implícitas y no directamente declaradas. Ese espacio para la interpretación permite crear una profunda honestidad emocional.