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“El Viaje de Chihiro” (2001): atravesando el umbral

Actualizado: 21 jun 2023

El clásico animado de Hayao Miyazaki regresó a los cines peruanos por algunos días en el marco de una celebración especial de la obra del Studio Ghibli. La película ganadora del Oscar es ya un clásico y entró en el top 10 de la lista de la BBC sobre las mejores películas hechas en el siglo XXI.


Por Alberto Ríos CRÍTICAS / CARTLERA COMERCIAL

“El Viaje de Chihiro” (2001). Fuente: GKids
“El Viaje de Chihiro” (2001). Fuente: GKids

La obra nos presenta a Chihiro Ogino, una niña terca e ingenua de 10 años que está en camino a mudarse junto a sus padres a un nuevo hogar. Durante el viaje hacia su destino, la familia encuentra un parque de atracciones abandonado en el que cosas impredecibles comienzan a suceder en cuanto cae la noche. Apariciones fantasmales, personas transformadas en animales y la aparición de un puente que lleva hacia un castillo. Sin darse cuenta, nuestra protagonista ha cruzado el umbral al mundo de los espíritus, lugar en el que se encuentra atrapada y en el que debe trabajar entre dichas criaturas si es que quiere rescatar a sus padres.


El viaje de Chihiro se basa, narrativa y conceptualmente, en la exploración del folclore japonés frente a los tiempos modernos. Su protagonista, y con ella todos los espectadores, son testigos de un mundo en el que la tradición y la espiritualidad viven separadas de nuestra realidad. En esta, la tradición japonesa viene a descansar y a relajarse en una gigantesca casa de baños donde Chihiro está obligada a trabajar al haberse quedado atrapada en el otro lado del umbral. En este lugar, los espíritus y dioses pueden apartarse de la agitada vida a la que los humanos los han condenado. Una de las grandes escenas que demuestra esto es en la que sucede la “curación” de un dios del río, que está infectado de toda la contaminación y desechos que le han causado los humanos.

“El Viaje de Chihiro” (2001). Fuente: The Conversation
“El Viaje de Chihiro” (2001). Fuente: The Conversation

La cinta de Miyazaki indaga en el imaginario tradicional japonés en el que coexisten kamis y yōkai de todo tipo. Los primeros hacen referencia a entidades provenientes del sintoísmo, un equivalente a lo que conocemos como deidades de la naturaleza. Los segundos son criaturas entre demonios y espíritus de naturaleza cambiante y mágica. Criaturas cuya concepción gráfica es enteramente imaginación de Miyazaki puesto que no tienen una forma definida: son la encarnación de las fuerzas de la naturaleza, son árboles, piedras, plantas o ríos. Es la cosmovisión espiritual japonesa que vive a través de los cuadros de esta cinta en su propio universo. Cada secuencia, cada plano; todo parece tener vida y un simbolismo propio.


La dirección es magistral, manteniendo en todo momento un espiral de acontecimientos bien planteados, a veces frenéticos pero que saben mantener momentos de pausa para la reflexión. En lo que respecta a la animación, Studio Ghibli vuelve a demostrar por qué es uno de los mejores estudios dentro de esa área. Escenarios bellos y coloridos, una fluidez natural y un preciosismo visual son lo que define visualmente a esta cinta. Al mismo tiempo prestando una gran atención y dedicación a cada detalle dentro de cada cuadro.

“El Viaje de Chihiro” (2001). Fuente: NPR
“El Viaje de Chihiro” (2001). Fuente: NPR

La protagonista de El viaje de Chihiro es una niña que tiene que aprender a vivir en un mundo adulto en el que nadie va a tener miramientos con ella por tener la edad que tiene. Es un mundo en el que cuesta conseguir las cosas, y en el que se tiene que luchar por lo que crees y por lo que amas para poder crecer.


Y es que otra de las intenciones de Miyazaki es plantear una reflexión sobre la crisis de valores y el rol del trabajo en una sociedad que ha dejado de lado su parte espiritual. “Tendrás que trabajar duro, pero eso te salvará”, le dice el Maestro Haku a Chihiro cuando se sentía desamparada al encontrarse en la dimensión de los espíritus. Pero la cultura del esfuerzo tiene doble filo: a pesar de que la bruja Yubaba juró darle trabajo a todo el que se lo pidiera, en la firma del contrato les roba el nombre a sus empleados, para que olviden quiénes son y no puedan salir de allí.


El viaje de Chihiro hacia el mundo de los espíritus, también significa cruzar el umbral hacia su crecimiento y maduración. Porque para poder salir de ese mundo, lo único que la pequeña protagonista necesita es descubrir quién es ella misma. Es un viaje sin destino, porque es uno hacia dentro de sí misma.


“El Viaje de Chihiro”

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