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En esta nueva edición del Festival de Cine Europeo, se ha podido ver el ansiado documental que cuenta la vida y obra del gran Ennio Morricone. Hace un repaso, muy panorámico por momentos, de toda su carrera.
Por Marcelo Paredes FESTIVALES / FESTIVAL DE CINE EUROPEO
El nombre de Ennio Morricone es ya uno tan grande como lo puede ser el de John Williams o Hans Zimmer. Luego de su lamentable deceso el año 2020, era de esperarse que tarde o temprano se le dedique una película que homenajee/repase su carrera. Es así como Giuseppe Tornatore, quien colaboró con Morricone en cuatro ocasiones distintas, entre las que destaca su labor en Cinema Paradiso, decide tomar las riendas en un documental dedicado a quien en vida fue uno de sus grandes amigos.
Nacido y formado en Italia, la vida del compositor Ennio Morricone ha quedado marcada en el imaginario no solo de los aficionados del cine, sino en toda la cultura popular. La gente lo puede recordar por ejemplo por lo que hizo para El bueno, el malo y el feo. Lo cierto es que incluso quienes ni han visto la película, lo habrán escuchado alguna vez por lo menos en algún homenaje. Por otro lado, tuvo incursiones menos conocidas, más allá de lo cinematográfico, como el tema que compuso para el mundial de fútbol de Argentina en 1978.
Recorrer desde los caminos más populares hasta los más cultos son solo parte de una trayectoria que está repleta de puntos altos, por los cuales vale mucho la pena detenerse. Es precisamente eso lo que considero habrá sido la tarea más difícil de Tornatore. Tarea que, a pesar de dejar en buena parte satisfechos a los fanáticos del compositor, tal vez no termina de cumplirla del todo por lo corta que también se siente, al menos en ciertos pasajes.
Para tener un metraje extenso (poco más de dos horas y media), arranca con un ritmo apropiado, haciendo conocer lo que a fin de cuentas sea lo más “nuevo” en cuanto a información suya: los inicios de su formación como músico. Es ahí que vemos sus influencias y el cómo al verse como alguien fuera de ese campo al cual él consideraba más elitista, es que se permitió intentar hacer algo distinto, desafiando constantemente lo ya establecido. Esto se ve mucho más en el tiempo en que hizo música para cantantes populares, etapa que por lo menos yo casi ni conocía, dejando una huella única que terminaría marcando el precedente de su hacer cinematográfico.
Es ya cuando entramos en lo cinematográfico que los puntos altos entran con más fuerza. Por supuesto que de todo lo que veríamos, sería su amistad con el director Sergio Leone lo que sería objeto de mayor atención, intercalándose con otros directores especialistas en géneros como el terror como Dario Argento o en cineastas del prestigio de Bernardo Bertolucci. Ya de ahí en adelante se ve su paso en Hollywood, con testimonios de directores como Roland Joffé (recordado por lo que hizo con Morricone en La Misión) o Quentin Tarantino, quien, además de admirarlo mucho, fue de los últimos con quien colaboró, en Los 8 más odiados. Con esa película es que recibiría por fin el reconocimiento definitivo de Hollywood: el Oscar, algo que el documental también hace énfasis a lo largo de su duración, considerando todas las veces que estuvo nominado y no ganó.
Al hacer este repaso muy apresurado es que también se quiere dar a evidenciar el punto mencionado más arriba y lo que a fin de cuentas le da el título a esta crítica. Ennio Morricone es inabarcable y este documental es prueba de ello. Se nota que Tornatore adora el trabajo del maestro, haciendo algo como esto a modo de regalo a quienes sentimos lo mismo. Si algo de malo encuentro es que al estar frente a una historia inabarcable, contar todo lo importante de su vida se queda corto, acelerando bastante en la segunda mitad, haciendo que quieras saber más de los testimonios. Fuera de eso, igual se nota que es algo hecho con pura pasión, y todo lo dicho refleja esa huella enorme que tendrá por siempre en la música, a pesar de que él nunca consideró ello de esa manera.
Tal vez si en lugar de ser un homenaje amplio se hubiera cewntrado en algunos puntos específicos, el largometraje no se hubiera sentido tan apresurado. Con esto tampoco es que caiga en un error similar al que por ejemplo caen ciertas ficciones biográficas de Hollywood, pero sin duda un rumbo más claro hubiera hecho que incluso quienes no conocen mucho al maestro puedan meterse más de lleno en su música. Aún con todo esto, ver Ennio: el maestro resulta igual de gratificante, y da ganas de seguir descubriendo todo lo que semejante músico nos dejó.