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La nueva entrega de la famosa saga protagonizada por Keanu Reeves demuestra que, en este presente cinematográfico lleno de superhéroes, todavía pueden surgir nuevos héroes de acción como los de antaño.
Por Marcelo Paredes CRÍTICAS / CARTELERA COMERCIAL
John Wick encuentra una forma para derrotar de una vez por todas a la Alta Mesa, que continúa queriendo ponerle un alto a él y a sus aliados. Pero para poder ganar su libertad, tendrá que hacerle frente a un nuevo adversario con poderosas conexiones en todo el mundo, con la capacidad de hacer que incluso amigos del pasado sean sus enemigos del presente.
Entre el avance de las nuevas tecnologías y las demandas del público a nivel mundial, los géneros cinematográficos han ido mutando de su forma clásica en cuanto a su manera de impactar. Parecerá repetitivo, pero es el cine de superhéroes tan dominante hasta ahora, principalmente Marvel, lo que parece tener “bien cubierto” dos géneros grandes en Hollywood, como lo son la comedia y la acción.
Para esta ocasión tomaré principalmente el segundo, y es que hemos visto que, en la cultura popular, héroes de acción como podrían ser Rambo o John McClane ya no existen, siendo reemplazados por aquellos que salieron de las páginas de cómics. Por supuesto que eso no implica que películas de acción de ese corte nuevas no sigan saliendo, mas no logran tener ese estatus deseado. Sin embargo, desde hace ya unos años, da gusto saber que de entre todas esas producciones, hay una que todavía deja cierto gusto a esas viejas glorias. Esa es, por supuesto, la saga de John Wick.
La popularidad de este personaje no fue esperada por nadie. Con una pequeña primera entrega estrenada el 2014, protagonizada por un Keanu Reeves que estaba muy lejos de su mejor momento, fue la efectividad de su historia y gusto por esa acción de la vieja escuela lo que la volvió un éxito de crítica y taquilla. Ahora este 2023, luego de una segunda y tercera parte que hicieron todo mejor y más grande, la saga trae una nueva película que continúa sin perder la calidad.
Entre las virtudes de la cinta, primero hay que señalar una que ha sido poco comentada, que es el guion. Más allá de ser funcional a la historia, resulta fascinante el modo en que, tres películas después, sigue manteniendo una postura frente al mundo, en lo que respecta a cómo es visto el género de acción hoy. Los personajes viven marcados por tradiciones y reglas históricas, siendo en esta secuela donde se halla un mayor acento, ya que la presencia de su antagonista representa una amenaza a eso.
El personaje del Marqués representa esas ganas que hay de cambiarlo todo, dejando completamente de lado aquello que lo precedió. Eso incluye también un sentido del honor y los pactos que hasta sus aliados respetan, pero él no. Esa nueva visión del mundo será un obstáculo más en la cacería de John Wick.
Al igual que en la segunda parte, se presentan nuevos personajes y escenarios muy interesantes como los de Japón y París. Ya al manifestarse todo a una escala más grande, la saga tomó un rumbo similar al de las películas de James Bond o Misión Imposible, donde vemos al protagonista moverse por distintos lugares alrededor del mundo, logrando así un agregado especial de ambientes con una personalidad muy propia.
Estos espacios, por supuesto, serán muy bien aprovechados para cada secuencia de acción, en las que el director Chad Stahelski, conocido por su trabajo como doble de riesgo en el pasado, hará gala de su manejo no solo de la violencia y credibilidad de los golpes, sino también de su manera de mover la cámara y usar el montaje apropiadamente, para que todo sea muy comprensible. Además de su dominio del género, demuestra su conocimiento cinematográfico, con simbolismos para sus personajes y claras referencias a otras películas que nutren más el visionado.
Entre algunos otros puntos positivos y negativos está primero Keanu Reeves, que está bastante bien como protagonista, teniendo poco que decir, pero sí mucho que golpear y disparar. Sin embargo, acaba siendo Donnie Yen quien se termina robando cada escena, como el rival más complicado que John Wick ha podido tener. En una nota menos positiva se encontraría Bill Skarsgård, quien no termina de sacarle mucho el jugo a su rol de villano, pudiendo tener quizá un mayor histrionismo para hacer mejor contrapeso a la dureza de Reeves.
John Wick 4 es una película que exuda estilo, violencia y, sobre todo, ganas de hacer buen cine de acción. Para tener uno que otro problema menor en cuanto a un par de personajes o manejo de los momentos de más calma, no deja de ser una de las mejores entregas de la saga, dando un espectáculo de primer nivel. Siendo más grande y violenta, conserva un especial respeto hacia sus personajes, con una historia simple, pero importante sobre el valor del honor en un mundo que cada vez cree menos en las tradiciones. Qué gusto que esas casi tres horas de pura emoción no hayan sido en vano.