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“Los Asesinos de la Luna” (2023): una batalla (casi) perdida

Tras una espera de cuatro años, el maestro Martin Scorsese entrega un nuevo largometraje de ficción de proporciones épicas. En esta ocasión, explorará los terrenos más sombríos de las bases de su país, haciendo un paralelismo entre la codicia del pasado y la del presente, tanto en la misma sociedad como en la gente que ahora tiene las riendas del arte que ama tanto.


Por Marcelo Paredes CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL

los asesinos de la luna
"Los asesinos de la luna" (2023). Fuente: Apple

A inicios del siglo XX, en el estado de Oklahoma, la nación indígena Osage encontró un yacimiento de petróleo que les dio un gran poder adquisitivo. Aprovechando ese auge, el recién llegado de la Gran Guerra, Ernest Burkhart, es acogido por su poderoso tío William Hale, y entablará un romance con Mollie, una acaudalada Osage. Mientras tanto, se empezarán a cometer una serie de asesinatos contra los indígenas. Así, llaman la atención del FBI, que inicia una investigación para encontrar al responsable.


Cuando Martin Scorsese hizo El irlandés, se podía sentir que el director ya no tenía el pulso enérgico de sus mejores años. Claro, la maestría sigue intacta y eso no está en discusión; pero el modo en que hace que este relato de la mafia hable sobre su propia mortalidad, con un tono crepuscular, es lo que le añade al filme una nueva capa de subtexto. El maestro del cine estadounidense actualmente tiene más de 80 años, y sus ganas de hacer cine siguen, sin importar las limitaciones que tenga en el camino, incluso si del propio paso del tiempo se trata. Claro, esas limitaciones ahora son más grandes y agotadoras.


Durante la promoción de la cinta de Netflix, Scorsese hizo polémicos comentarios acerca de Marvel, al decir que “no es cine”. Sin ánimos de ahondar en esta cansina discusión, creo que es importante ampliar el panorama de lo que dice; sobre todo porque dichas declaraciones, más que tratarse de Marvel, son una crítica a la forma en la que el arte es consumido en la actualidad. En tiempos donde las métricas, los algoritmos, los puntajes y el “contenido” nos dominan, una cinta como la que acaba de hacer parece condensar, de forma magistral, todos sus pesares en torno a eso.

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"Los asesinos de la luna" (2023). Fuente: CBS News

En Los Asesinos de la Luna (Killers of the Flower Moon) no hay casualidades, ya que toda decisión que toma Scorsese funciona en servicio de expresar, de manera fuerte y clara, cómo se siente. Desde el saque, que quiera hacer una cinta próxima al western es ya algo importante para tener en cuenta. Este género base del cine estadounidense es usado de alguna manera como punto de partida para contar un lado poco amable de la historia de su país (algo a lo que no es nada ajeno). Con su conocimiento a la perfección de la tradición que este género tiene detrás, el cineasta decide prescindir de la clásica figura del cowboy, para en su lugar poner a gente que represente lo peor de ese “progreso” galopante.


Si bien es cierto que a simple vista puede parecer la típica cinta que mira al pasado con los ojos del presente, el agregado está en que el cineasta no se queda en la simple moraleja de “blancos malos”. El verosímil que se plantea, cercano al mundo real, está lejos de maniqueísmos, y por más que la maldad sea algo predominante, hay espacio también para algo positivo. Todo se sustenta en acontecimientos verificables en la historia, como la formación del FBI o las masacres sistemáticas que esta gente de poder ejerció sobre los indios. De ese modo, se buscará reivindicar a todo un pueblo que fue decimado y marginado en su propia tierra y que, desde la primera escena, presagia su trágico destino al sentir la llegada del hombre blanco que trastocaría sus tradiciones.


Lo que le sigue a esa escena es igual de interesante. Se ve la llegada de un tren, símbolo del progreso y, si se quiere, de los inicios del cine, referenciando a los hermanos Lumière (idea para tener en cuenta más adelante). Con la presencia de Ernest Burkhart, William, apodado “King”, dispondrá de él como un peón en una violenta partida de ajedrez que tiene como objetivo controlarlo todo, por lo que el viaje del protagonista consistirá en darse cuenta de su lugar en el tablero. Scorsese retuerce el clásico relato de mentor-aprendiz, con el crecimiento de lo aprendido siendo reemplazado por el duro arrepentimiento de Ernest y el constante sufrimiento que Mollie, quien representa a los Osage, padecerá.

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"Los asesinos de la luna" (2023). Fuente: The New York Times

Otro momento clave para entender el tono malévolo del filme está en el primer encuentro entre el tío y su sobrino. Encuentro que podría remitir a uno como el que tuvieron Gavin Elster y Scottie en Vértigo de Alfred Hitchcock. Como lo indican distintos análisis que se han realizado a lo largo del tiempo, Elster es una representación de nada más y nada menos que del diablo, quien manipula a su amigo y le encomienda una misión con fines oscuros. Siguiendo esa línea, Scorsese trae también a su propio diablo, viendo cómo sutilmente le ordena a su demonio lo que tendrá que hacer.


En el caso de Los Asesinos de la Luna, William persuade a Ernest sobre su gusto por las mujeres indígenas y el provecho que puede sacar de ellas, haciéndole pensar que podría ser quizá solo un romance desinteresado, lo que desemboca, como ya sabemos, en lo que pasará después. El mal se presentará como una tentación, algo "bueno" que tendría que ser una suerte de beneficio para uno. Será ya cuando se caiga en el abismo que aquellas llamas que permanecían ocultas finalmente arderán, y no se podrá hacer nada para apagarlas. Es recién ahí que el diablo muestra los cuernos y Ernest recién querrá escapar de sus garras.


Retomando lo dicho al inicio, considero que una lectura válida que se puede hacer a la película es la del fin del cine como Scorsese lo conoce. William, el mal encarnado, es una figura de poder que podría ser vista como una representación de Hollywood. Lo que este personaje simboliza es la vil conducta predadora de la industria, que convierte a entusiastas del audiovisual en mercenarios que contribuyen a mermar este arte hasta convertirlo en algo farsesco. El director reconoce a los culpables de esta debacle. y hasta podría decirse que lo visto en pantalla, además de señalar, sirve también como autocrítica, debido a que toda la violencia vista acá es todo menos “vistosa”.

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"Los asesinos de la luna" (2023). Fuente: Vox

Eso sí, aun con ese cambio de tono, no impide que todavía veamos parte de su ya tan clásico estilo, con una cámara siempre en movimiento y un montaje tan preciso que hace que esas tres horas y media casi ni se sientan. De las actuaciones, bueno, no seré el primero ni el último en destacar el brillante trabajo de Robert De Niro, Leonardo DiCaprio y Lily Gladstone, que saben moverse muy bien en esa batalla constante que hay entre la luz y la oscuridad, a la que sus personajes no paran de enfrentarse. Mientras los dos primeros siguen demostrando su inmensa calidad, la tercera se termina de consagrar como una estrella a la que no le sobran palabras para expresar todo a la perfección.


Los Asesinos de la Luna es, entre tantas cosas, una amarga reflexión sobre el fin del cine tal como lo conocemos (al menos en su forma clásica). Todo lo que Martin Scorsese estuvo declarando en los últimos años está retratado aquí, y ver cómo narra esta oscura historia sobre el poder y la codicia, no te hace más que agradecer infinitamente tenerlo todavía entre nosotros. Son ocho décadas en este mundo que le han dado la suficiente sabiduría para mirar en retrospectiva toda su obra, hablar con dureza de lo que más le apasiona y tener una posición clara sobre el estado actual de una sociedad que todavía mete toda la mugre por debajo de la alfombra.


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