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“Oppenheimer” (2023): simpatía por la bomba

Tras el gran fracaso comercial que fue Tenet, el director Christopher Nolan busca un nuevo éxito en la crítica y la taquilla al abordar la vida y obra de J. Robert Oppenheimer, una de las mentes brillantes del siglo pasado.


Por Marcelo Paredes CRÍTICAS / CARTELERA COMERCIAL

Oppenheimer
“Oppenheimer” (2023). Fuente: World of Reel

La vida del físico J. Robert Oppenheimer es vista a través de distintos momentos de su vida. Primero, se le verá desde sus inicios como estudiante hasta sus primeros acercamientos profesionales en entornos académicos y sociales. Luego se le verá como desarrollador de la bomba atómica, momento crucial en su carrera. Por último, se le verá afrontar las consecuencias de lo que hizo, teniendo que enfrentarse al mismo gobierno que le encomendó esa labor.


No cabe duda que el nombre de Christopher Nolan levanta todo tipo de pasiones. Desde la más grande admiración hasta el más profundo de los odios, siendo ambos provenientes del modo en que plasma su visión. Sea como sea, cada vez que hace una nueva película, siempre dará de qué hablar y motivos dentro o fuera de su obra sobran. Al inicio de su carrera eso no se vería, pero una vez que diera de lleno su entrada al mainstream es que cada película suya se volvería todo un acontecimiento y tema de conversación recurrente entre los entendidos.


Eso se vería primero con el impacto en la cultura popular moderna que tuvo con la trilogía de Batman o El Origen. Luego estaría toda la conversación en torno a la precisión científica o histórica de la que tanto se jactó en Interestelar o Dunkerque. Por último, al iniciar la nueva década, afrontaría el complicado reto de estrenar Tenet durante la pandemia, cuyo fracaso provocaría el rompimiento de su larga relación con Warner Bros., y ahora, con su nuevo y ansiado estreno, se le verá compitiendo codo a codo con otra cinta también muy esperada como lo es Barbie, generando así una enorme movida publicitaria.

Oppenheimer
“Oppenheimer” (2023). Fuente: People

Personalmente, no estaba tan seguro de qué tanto iría a funcionar una película como Oppenheimer. Algunos de los últimos trabajos de Christopher Nolan no me habían resultado del todo convincentes, por lo que lo mejor era ir con las expectativas bajas. Ya por el hecho de ver que abandonaría la acción y la ciencia ficción tan grandilocuente de sus últimos trabajos, haciendo en su lugar un biopic, parecía una decisión que ya generaba curiosidad. Claro que sabiendo el tipo de cineasta que es, con el tiempo como una de sus obsesiones, era obvio que no iba a hacer una biografía del mismo modo que lo hace un director cualquiera.


¿Las bajas expectativas jugaron a favor? Sorprendentemente sí. En esta cinta, si bien Nolan le da una importancia debida al acontecimiento de la creación de la bomba, eso es solo una pequeña parte del panorama más amplio que busca abarcar. Una de las primeras imágenes que vemos es la del protagonista observando las pequeñas “explosiones” que hacen las gotas de lluvia al caer al suelo, anticipando que lo acontecido con la creación de la bomba sería solo el primer paso a algo que se irá multiplicando.


La narrativa, como era de esperarse, es una de estilo no lineal. Así como alguna vez hizo en Amnesia, mientras el pasado es visto a color, el futuro será visto en blanco y negro, propuesta que podría ser entendida como si de un deterioro en la tormentosa vida del protagonista se tratara. Nolan usa muchas de sus ya clásicas maniobras para diseccionar su historia en diferentes etapas de tiempo, combinando la realidad ficcional con algunas secuencias que parecieran ser sacadas de la mente del propio Oppenheimer. Son líneas temporales que eventualmente terminarán convergiendo en un mismo punto que están bien trabajadas y sirven a un propósito real sin ser solo un truco que complique todo en vano.

Oppenheimer
“Oppenheimer” (2023). Fuente: High on Films

Y es que más allá del modo en que el autor aborda el relato, algo que resulta fascinante en la película es lo que en el fondo está contando. Oppenheimer no es solo una cinta que busca indagar en el archivo histórico de uno de los más grandes acontecimientos del siglo XX, sino también es una cinta que habla acerca del quehacer cinematográfico, partiendo desde el proceso creativo, pasando por la elección de un crew ideal y llegando al trato que se tiene con las cabezas de los estudios. No es la primera vez que el director se ve a sí mismo en su personaje principal (ya lo hizo en El Origen); no obstante, es acá donde lleva ese reflejo a un grado mucho más personal.


Esta es una lectura que resulta pertinente si, como se dice antes, se observa un panorama más amplio. Recordando cómo fue la relación de Nolan en los últimos años con los estudios tras el fracaso de Tenet, era natural que sienta ese pesar. Bueno fue ver que lo supo meter en una historia que precisamente también habla de alguien al que en algún momento se le confió todo y se daría cuenta tarde de lo que traería consigo después, al estar cegado por su propio ego. Lo que en un inicio parecía ser una búsqueda en pro del avance de la ciencia y la humanidad, terminó transformándose en un entramado judicial/político de intereses banales basados solo en el reconocimiento, dejando de lado toda la muerte que deja atrás.


Otros aspectos que están muy bien son las actuaciones. Con un apabullante Cillian Murphy a la cabeza, quien con su dura mirada va construyendo a un atormentado Oppenheimer, el resto del elenco cuenta con miembros que destacan. Robert Downey Jr., Matt Damon y Florence Pugh son presencias muy sólidas, con el primero llevándose todas las palmas y la tercera, aunque le hubiera venido bien un mejor desarrollo, gusta por su química con el protagonista. De ahí está obviamente el brillante trabajo técnico en fotografía y efectos especiales, donde el director consigue los momentos más épicos de su carrera no por su mero efectismo, sino por lo bien construido que está en tan poderoso drama.

Oppenheimer
“Oppenheimer” (2023). Fuente: Radio Times

Sin embargo, a pesar de sus virtudes, la película cuenta con fallas bastante notorias que la alejan de la excelencia. Dichas fallas están expresadas en los clásicos vicios del director, como su montaje innecesariamente apresurado que confunde en momentos que no debería, o una banda sonora demasiado intrusiva que en lugar de sumar solo satura escenas que ya de por sí están bastante cargadas de diálogo. Y si hay un problema que impide que sea un excelente filme, es su tercer acto que, si lo enlazamos con la lectura del reflejo Nolan/Oppenheimer, puede resultar molesto que en su tramo final se termine echando muchas flores a sí mismo y se note lo “sacrificado” que él mismo se ve en su aporte a la historia del cine. Un cierre más autocomplaciente de lo que debió ser.


Con Oppenheimer, Christopher Nolan ha logrado algo especial dentro del cine comercial actual. No está libre de fallas que la hacen tropezar y eso, viniendo de algunas manías de su director, era de esperarse. Sin embargo, no deja de ser una buena película. Por un lado, es una interesante reflexión sobre el poder del conocimiento y hasta dónde puede llegar el mal uso de este. Por otro lado, vemos a un director que mira en retrospectiva su carrera exponiendo sus logros y temores. Es un biopic intenso, lleno de intriga, bien filmado y, salvo por Dunkerque, lo mejor que Nolan hizo en bastante tiempo.


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