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“El poder del perro” (2021): masculinidades del Oeste

Actualizado: 20 jun 2023

Esta adaptación de una novela de 1967 de Thomas Savage es dirigida por Jane Campion, y va como favorita en los Premios Oscar, tras lograr 12 nominaciones.


Por Hitoshi Isa Kohatsu CRÍTICAS / NETFLIX

“El poder del perro” (2021). Fuente: Netflix
“El poder del perro” (2021). Fuente: Netflix

Es 1925 en Montana. Dos granjeros adinerados, Phil (Benedict Cumberbatch) y George (Jesse Plemons), viven manejando su ganado y sus tierras. Ambos son terriblemente infelices. Phil proyecta la imagen de un vaquero sucio, duro e intimidante. George es, a diferencia, pasivo, y se siente profundamente intimidado por él. Esta tensión entre los dos se exacerba cuando George se enamora de Rose (Kirsten Dunst), la dueña de un restaurante con problemas de alcoholismo. Phil la detesta, al igual que a Peter (Kodi Smit-McPhee), un chico tímido y amanerado. El personaje de Cumberbatch los trata de modo humillante. Sin embargo, se van creando relaciones de deseo entre algunos de estos personajes de un modo inesperado.


En El poder del perro (Power of the Dog) se explora la construcción tradicional de la masculinidad. Se va revelando una doblez en uno de los personajes más importantes, que transita de la imagen dominante y clásica del vaquero, a una delicada y hasta frágil. Pero también se descubre un homoerotismo, en esos encuadres que recorren la corporeidad de Cumberbatch, o la de esos hombres que juegan en el agua. Esas imágenes recuerdan otros pasajes de la obra de Campion, como El piano, en que la cámara se aproxima eróticamente al cuerpo grueso y desnudo de Harvey Keitel.

“El poder del perro” (2021). Fuente: Netflix
“El poder del perro” (2021). Fuente: Netflix

La dirección de arte y la fotografía son esenciales. Los planos generales típicos del wéstern muestran en lugar de la aventura de la búsqueda, sea de una recompensa o de alguien capturado por fuerzas enemigas, el aislamiento que permite liberar el deseo. También se recoge del género un sol intenso y opresor: los personajes se ven constantemente agotados, cansados, en el filo de la extenuación, lo que hace que cada interacción se sienta, de una manera u otra, incómoda. En escenas nocturnas, se incluyen ciertos elementos próximos a lo gótico, como la gigantesca casa en que los personajes se sienten distanciados de los otros, solitarios, lo que transmite una sensación inquietante.


Jane Campion es una cineasta fascinante en su mirada de la masculinidad, tanto en su dimensión corpórea como en su dimensión social. Crea un vaivén melodramático, entre el espejismo de la mítica virilidad y la sexualidad sugerida, tensa como la soga que se aprecia en algunos planos de detalle. Es una película de imágenes poderosas, pero parte de su fuerza también está en la intimidad del fuera de campo.





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