“Exterminio: la evolución” (2025): emociones del apocalipsis
- Sebastián Kawashita
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Luego de 23 años, Danny Boyle vuelve a la dirección y Alex Garland al guion para esta nueva entrega de la saga de Exterminio. Ahora, se explora la relación de un niño con sus padres y su tránsito hacia la madurez en un mundo post-apocalíptico lleno de amenazas y engaños.
Por Sebastián Kawashita CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL

Danny Boyle regresa al cine con la secuela de una película que marcó un hito en las historias post apocalípticas de zombies/infectados. Exterminio: la evolución (28 years later), así como dice el título, evoluciona y se adapta a estos tiempos; desde lo técnico hasta su núcleo: el caos y la humanidad.
28 años después de que el virus de la rabia se esparciera por todo Gran Bretaña, Spike (Alfie Williams) y su padre Jamie (Aaron Taylor - Johnson), viven en una comunidad ubicada en una isla. Cuando ambos salgan del refugio como parte del rito de iniciación para Spike, se enfrentarán a peligros que no solo atentan contra sus vidas; sino también contra sus creencias e ideales.
En Exterminio (28 days later, 2002), tanto el director como la obra muestran un cambio, una mutación. La primera entrega se caracterizaba por su propuesta visual trash; gracias a una cámara Canon XL1 Digital Video que grababa hasta una calidad máxima de 420p. Esta herramienta casera, además de dotar un look desgastado y sucio a la fotografía, es la respuesta que Danny Boyle hace a la pregunta “si una persona, común y corriente, filmara el apocalipsis en aquel entonces, ¿cómo luciría?”. Para Exterminio: la evolución, la respuesta sería un Iphone 15 Pro Max: celular con una cámara cuyas prestaciones no tienen mucho que envidiar a las cámaras profesionales; pero que aún no consigue reemplazar del todo a una cámara de cine propiamente. Y es que a Boyle no le interesa emular el look cinematográfico; sino más bien, quiere experimentar con las nuevas tecnologías. Así como entre Trainspotting (1996) y T2 Trainspotting (2017) vemos un Boyle amplificando el estilo psicodélico que lo caracteriza, lo mismo ocurre entre Exterminio y su secuela. El uso de rigs/soportes que sujetan múltiples IPhones le permite jugar y lograr efectos como el bullet time de Matrix; efecto que, como mencionó Boyle en la premiere: curioso que los directores de ahora no lo sigan usando. La tecnología evolucionó; el estilo de Boyle, también: en su edición frenética, en la alteración de colores y de la imagen.

Pero, el formato no es lo único que se ha transformado en Exterminio y Danny Boyle. Así como en la primera entrega, la brutalidad del Apocalipsis encontraba su balance con el amor y el cariño entre los supervivientes; en La evolución vemos una violencia explícita frente a un drama familiar. Mientras que Jim (Cillian Murphy) despertaba en medio de una Londres devastada; Spike cruza las fronteras de la guarida para presenciar los horrores de los infectados. Jim establece conexiones con otros sobrevivientes como Selena (Naomi Harries), Frank (Brendan Gleeson) y Hannah (Megan Burns). Spike, en cambio, tiene a Jamie e Isla (Jodie Comer): sus padres, quienes lo aman, pero sufren y pecan a su modo. El eje de Exterminio, más allá de la desolación, el horror y la crueldad, es sobre las interacciones humanas y eso que nos diferencia de los infectados: las emociones.
Es importante hablar de Spike como el protagonista de la historia, y de quien se desprenden, justamente, estas emociones que engloban la película. Spike es obligado a abandonar la niñez a temprana edad y convertirse en un adulto del pueblo; adulto que presencia y experimenta el caos fuera de su burbuja. Boyle, experto en crear tensión, nos invade con imágenes y sonidos perturbadores. Y así como Mark Renton (Ewan McGregor), producto de una sobredosis, tiene visiones de un bebé muerto que deambula por su habitación; Boyle nos muestra todas las amenazas que enfrentarán padre e hijo al abandonar la isla. A través del poema “Boots” (Rudyard Kipling, 1915) como música de fondo se edita una secuencia que intercala imágenes de batallas en la edad media, la guerra y los infectados más desalmados. Una manera muy agresiva de decir que, como sociedad, la violencia es inherente.

El terror, sin embargo, no es lo único que experimenta Spike. Entre tanto salvajismo, hay espacio para la desilusión y el amor. A medida que el rito de iniciación transcurre, Spike empieza a desconfiar de sus modelos a seguir y del mundo que le han dibujado por tantos años. Obligado por su padre, cuyos sentimientos por su hijo son genuinos, Spike se enfrenta cara a cara con circunstancias de vida o muerte; pero eso solo sirve para cuestionar si la realidad que le pintaron sus padres es solo una careta de algo más trágico. El camino peligroso, cruzarse con personajes enigmáticos como el doctor Kelson (Ralph Fiennes) y, sobre todo, la toma de decisiones son su verdadero paso a la adultez.
El slogan de Exterminio: la evolución dice “el tiempo no curó nada”. Afirmación aterradora porque, así como en la película, en la vida real podemos afirmar lo mismo: Tras el COVID 19, aún no hemos desarrollado medidas de prevención ante otra pandemia. Estamos a puertas de una posible tercera guerra mundial. Sí, es verdad, “el tiempo no curó nada”; pero, también, “el amor y el afecto siguen sanando”.
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