"Freaky Tales" (2024): una noche en Oakland, California
- Gustavo Vegas
- 6 jun
- 4 Min. de lectura
Pedro Pascal, Ben Mendelsohn, Normani y más estrellas se unen en esta película coral, donde cuatro relatos entrelazados iluminan una noche intensa y emocionante con un brillo especial.
Por Gustavo Vegas Aguinaga CRÍTICA / VIDEO ON DEMAND

Hay una introducción que, a manera de anuncio televisivo, advierte la lógica curiosa de los hechos a continuación. Todo se sucede durante una noche (dos, en realidad, si nos ceñimos a los flashbacks mostrados) de locura donde nuestros personajes cruzarán sus propios umbrales y límites. Ese comercial de TV nos coloca también en la onda ochentera que la película plantea y en la cual se regocija, no sólo a partir de su estética visual que emula la televisión y el cine de aquella época (sobre todo en relación a la serie B), sino también por sus personajes, su forma de hablar y vestir, la música y más.
La primera historia narra las desventuras de un grupo de amigos ‘punks’ y alternativos que son constantemente amenazados y maltratados por neonazis. Con la ayuda de otros miembros de su comunidad, juntos en un club, buscan la forma de hacerles frente. El diálogo va desde la sumisión hasta el la defensa y el contraataque. Esta rebeldía ante la opresión está bañada de tonos cómicos, así como de aventura grupal con un fuerte espíritu de amistad, comunidad y de amor: en medio de la batalla campal dos de los personajes se abrazan en un beso que canta victoria así como la seguridad de que los neonazis volverán, pero se tendrán los unos a los otros.

Del mismo modo, es una suerte de enseñanza para los tiempos modernos donde existe un nefasto auge de juventudes fascistoides, ultraconservadoras y demás: no se les puede hacer frente desde la comprensión y la tolerancia. Es necesario tomar las medidas correspondientes y no hay otra forma que hacerlo desde la unión de fuerzas. Solamente allí, como demuestra la película, es donde los más vulnerables serán libres y podrán dar paso al amor, la fiesta, la alegría. Esta amenaza blanca al lugar de celebración me hizo acordar brevemente a la muy interesante Pecadores (Sinners) de Ryan Coogler, estrenada este 2025.
El segundo “cuento” es también otro de resistencia, pero se trata ahora de dos chicas afroamericanas que sueñan con una oportunidad de acercarse al estrellato en el hip-hop. Mediante esfuerzo y una pizca de suerte y azar, consiguen la chance y destacan. Es un ambiente demasiado masculino, muy hostil con ellas, pero saben salir adelante. Este relato es, asimismo, de superación, con la intervención de aquel “brillo especial” que domina la noche y a las protagonistas. Así, las chicas pasar de ser unas aficionadas o amateurs a codearse con grandes de la industria y dar los primeros pasos en su búsqueda de establecer un nombre. Esta reivindicación de la mujer negra en el hip-hip se condice con la elección de “The Miseducation of Lauryn Hill” (1998), de la artista Lauryn Hill, como el mejor álbum de la historia según Apple Music en 2024.
En esta línea de reivindicar o enmendar situaciones, aparece Pedro Pascal en un parco rol de sicario retirado que busca salirse del negocio para cuidar a su esposa a punto de dar a luz. Tras un accidente donde la esposa fallece, es otra luz la que mueve a Pascal a seguir adelante, pues su hijo logró nacer y hará lo posible para cuidarlo. Esta redención es síntoma también de una generación actual que busca, por fin, hacer las cosas bien: pese a algún pasado cuestionable o de costumbres y maneras desfasadas, buscan crear un presente mejor y lo reciben con los brazos abiertos. Claro, no basta la mera intención; nadie se limpia tan fácilmente. El personaje de Pascal logra este “perdón” solamente luego de pagar su condena y sufrir las consecuencias de sus actos.

Entre víctimas y perdedores, las cuatro historias se entrelazan a partir de una fuerza mística que los guía hacia la superación y, en otros casos, la rendición de cuentas. Así, el basquetbolista “Sleepy Floyd” (Jay Ellis), logra un partido increíble y su posterior venganza hacia quienes atentaron contra su familia. Las historias se van juntando a medida que se nos revela los lazos de la policía con los neonazis (nada sutil la crítica a dicha institución) y la aparición de distintos personajes de los relatos. Pascal se cruza con Ellis y este con las chicas raperas, quienes conocen al inicio a los muchachos alternativos. Todo está unido esa noche bajo el halo verde de esa mística que inunda el aire para que los menos puedan finalmente ser más.
En el tramo final de Freaky Tales no sólo se combinan las historias y sus protagonistas, sino que también hay una interesante mezcla de géneros pues la comedia se cruza con la acción y hasta tiene toques de blaxploitation a medida que Floyd desata su furia violenta y justificada sobre sus agresores. En suma, es una ficción que busca redimir a ciertas comunidades, estilos de vida y formas de ver el mundo, así como ofrece una nueva chance a quienes creen no tenerla o no merecerla. Se posiciona como una película ligera y muy disfrutable, así como interesante por su estilo y su elenco.
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