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"Pecadores" (2025): la música del pasado y el futuro

Ryan Coogler, director de tales blockbusters como Pantera negra y Creed, ahora asombra con un espectáculo más que combina el thriller sobrenatural con un excitante drama en el sur estadounidense durante los años treinta.



Por Hitoshi Isa Kohatsu                                            CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL

“Aún estoy aquí” (2024). Fuente: IMDB
“Aún estoy aquí” (2024). Fuente: IMDB

Michael B. Jordan interpreta a los gemelos Smoke y Stack, quienes regresan a su pueblo natal en Mississippi tras haber trabajado para la mafia en Chicago con la meta de abrir un club, un lugar donde la población afroamericana pueda ir a disfrutar de su propia música. La primera parte de la película se enfoca en ellos reuniendo tanto los equipos como los músicos para una noche inolvidable, incluyendo a su primo Sammy (Miles Canton), quien demuestra ser un genio musical y el núcleo emocional de la narrativa.


Aquellos primeros minutos casi se podrían confundir con un drama criminal más corriente. Pronto el director empieza a combinar géneros con la introducción de un vampiro (Jack O'Connell) que amenaza la empresa de los gemelos, así como la humanidad del pueblo. A eso se le añade una miríada de escenas musicales que se integran naturalmente a la historia. Es una fusión que termina en un espectáculo realmente impresionante.


Esta es la primera película original de Ryan Coogler desde Fruitvale station (2013) en la que trabaja fuera del espacio de franquicias que se ha tragado a Hollywood casi por completo. Pero, de cualquier modo, su interés claramente se ha quedado en el cine de género. No falta el comentario social por supuesto, tanto sobre la naturaleza de crear arte como minoría racial, así como sobre dinámicas de poder y colonización, pero ello se logra a través de las posibilidades figuradas de la fantasía.


Como sucede con muchos otros directores, se puede argumentar que Coogler aprovecha los géneros de fantasía y acción para crear un guion que explora temas más profundos. El uso del vampiro en ello es peculiar. Además de una obvia referencia a Del crepúsculo al amanecer (From dusk till dawn, 1996), los chupasangre como antagonistas cumplen con una larga tradición del monstruo como metáfora.


"Pecadores" (2025). Fuente: Los Angeles Times
"Pecadores" (2025). Fuente: Los Angeles Times

En la película, estos seres resultan fascinantes. Su genialidad forma parte de un juego de seducción al que los protagonistas deben resistirse para no perder sus almas. Se trata de una ingeniosa metáfora sobre la mercantilización del arte y de la identidad, aunque esto impide que llegue a generarse un terror genuino. Afortunadamente, la combinación de una acción cuidadosamente dirigida y la excelente química entre el reparto logra que esta dinámica de poder funcione a favor del relato y mantenga cautivada a la audiencia.


Más allá de las posibles interpretaciones que una historia con tanta riqueza ofrece, no se pueden obviar aspectos más técnicos de una película tan bella. Especialmente la labor de la directora de fotografía Autumn Durald Arkapaw, quien utilizó fotografía de 65 mm para unas escenas verdaderamente fantásticas. De especial mención está un plano secuencia en la que el personaje de Miles Canton interpreta una canción personal mientras seguimos lo que sucede en el club: empezamos a ver cómo artistas del pasado y futuro se manifiestan en una unión sublime entre el movimiento de la cámara y la composición musical.


Y considerando la importancia que el filme le da a la música como expresión cultural e identitaria, es simplemente adecuado que la banda sonora dé mucho que decir. Ludwig Göransson, frecuente colaborador de Coogler, logra combinar música moderna, blues clásico, música folclórica irlandesa y crear pistas que se juntan en una magnifico viaje sonoro que es cohesivo y dramático a la vez. Göransson es posiblemente el mejor compositor actualmente en Hollywood y aún es capaz de deslumbrar completamente en este filme.


Pecadores (Sinners) es una película dirigida con un estilo dinámico e hipnotizante, con un reparto impresionante y una soberbia banda sonora. No necesitaba ser más que una cinta de acción particularmente bien producida, pero logra además ofrecer una visión fascinante sobre una variedad de temas que claramente ocupan la mente del director. La obra se convierte así en una expresión personal tanto como en un espectáculo absoluto, y, según la perspectiva de cada espectador, cumple con ambas facetas sin comprometer ninguna.



 

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