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“Psicosis” (1960): perversa juventud

Actualizado: 26 jun 2023

Con su regreso a la pantalla grande, recordamos una de las obras maestras de Alfred Hitchcock, y lo que esta nos advertía sobre los cambios por venir en el mundo del cine y la sociedad en general.


Por Marcelo Paredes CRÍTICAS / CARTELERA COMERCIAL

“Psicosis” (1960). Fuente: Mahaiwe Performing Arts Center
“Psicosis” (1960). Fuente: Mahaiwe Performing Arts Center

Marion Crane es una joven que decide robar una fuerte suma de dinero de su trabajo. En su camino, se topará con el dueño de un motel llamado Norman Bates, quien vive junto a su madre en una gran casa. Será el encuentro entre estos dos jóvenes lo que desencadenará más de una trágica y escabrosa situación.


El cine puede ser una herramienta perversa muy potente. No tanto en un sentido de mostrar imágenes desagradables o exponiendo alguna clase de crueldad en el sentido más literal posible, ya que eso en realidad es muy fácil de hacer. Convertir el cine en esa herramienta sin que el espectador esté consciente de ello sí es verdaderamente retador, y solo los verdaderos maestros pueden llevar el compás moral de quienes ven en una obra ángulos inesperados.

“Psicosis” (1960). Fuente: Talk Film Society
“Psicosis” (1960). Fuente: Talk Film Society

Alfred Hitchcock decía “Siempre haz sufrir al público tanto como sea posible”, frase con la cual se podría resumir su filmografía. Si las películas de este director siguen siendo tan valoradas es porque son de un mérito cinematográfico que sobrepasa cualquier prueba del tiempo, usando y reinventando recursos que enriquecieron su trabajo. El suspenso juega siempre un rol clave porque es precisamente así que él manipulaba a la audiencia, ya sea poniendo a sus personajes en un constante peligro o dejando pistas falsas que lleven la historia a lugares insospechables. Psicosis, una de sus muchas obras maestras, es la mejor prueba de eso.


Esta es una película que sorprende ya desde su concepción. Hecha con un presupuesto mucho menor al de sus cintas previas, y con un equipo que en su mayoría venía de trabajar en televisión, Hitchcock sentaba las bases para un tipo de cine que solo unos años después cobraría mayor relevancia. Pero hacer un proto-slasher de bajo presupuesto no es lo único que uno podría sacar de tan magnánima obra, también habría ese factor tan importante que gira alrededor de ella, y es de la juventud y lo fácil que esta se pervierte.


Psicosis, entre tantos temas que puede tocar por lo bajo, habla sobre la forma en que el mal tienta a la juventud en una nueva época, marcada por muchos cambios. Para eso hay que partir desde Marion Crane, la que se supone será la protagonista de esta historia. Ella es una joven que probablemente esté llegando recién a los 30 años, y repentinamente decide robar el dinero que se le encargó en su trabajo y huir. Será en su viaje por la carretera que la sensación de culpa irá en aumento por las miradas que la juzgan, y por las luces que caen directamente a su rostro, intentando obstaculizar, en apariencia, que siga el camino oscuro.

“Psicosis” (1960). Fuente: Arthive
“Psicosis” (1960). Fuente: Arthive

Dicho camino la llevará al segundo personaje joven y perverso de esta historia: Norman Bates. Ya con su apariencia, es que se va notando la manipulación del cineasta hacia la audiencia, siendo Bates alguien que a simple vista parece inofensivo. Es a partir de su encuentro, que el despliegue visual del director en cuanto a planos y simbolismos se hace más notorio. Aquí se debe hacer una obligatoria mención a toda la puesta en escena que, más allá de la famosa escena de la ducha, está muy bien lograda por detallar la violencia y a la vez ser igual de sugestiva en su dinámica de miradas y sombras.


La colección de aves de Norman, de distintos tamaños que simulan al depredador y a la presa, o el hecho de que en su recepción tenga un espejo que solo refleje a la otra persona, mas no a él, son algunos de los recursos usados por Hitchcock para ir revelando poco a poco la verdadera naturaleza de este personaje. En el fondo, lo que se quiere decir es que Norman y Marion no son tan distintos. La única diferencia es la gravedad de sus delitos, pero, al fin y al cabo, ambos son jóvenes que de una manera u otra acaban siendo poseídos por un mal que va más allá de su comprensión.


Ello puede ir ligado a cierto carácter autoconsciente. Para ser una cinta previa a la caída del código Hays y a toda la revolución que Hollywood y la sociedad estadounidense viviría, Alfred Hitchcock, de una forma muy visionaria, creo yo, sabía que la forma de hacer cine estaba por cambiar. No por algo el Motel Bates, cuya apariencia gótica remite a la clásica "casa embrujada", estaba ubicado en una carretera antigua, un espacio desplazado que dio forma a un monstruo alejado de lo sobrenatural y más cercano a la realidad. De esta manera, alguien como Norman Bates, con todos sus traumas, se formaría como uno de los grandes villanos en la historia del cine.

“Psicosis” (1960). Fuente: MoMA
“Psicosis” (1960). Fuente: MoMA

Ya hablando de otros aspectos más generales, por supuesto que un gran personaje no podría estar completo sin una gran actuación, y si es que se recuerda tanto a Norman Bates es por el gran trabajo de Anthony Perkins. Otro rasgo memorable en la película es la punzante partitura de Bernard Herrmann, así como el trabajo visual a cargo de Saul Bass, en su simple pero memorable secuencia inicial de créditos. Estos son solo algunos de los aliados con los que Hitchcock contó para hacer historia.


Con Psicosis, el director nos hace una invitación a observar en primera fila el futuro de toda una sociedad. Ya en el libro de entrevistas de François Truffaut es que se le planteaba la posibilidad de que sea un filme experimental y no lo descartaba, uno en el que sus imágenes, engañosas muchas de ellas por la constante manipulación del director, muestran situaciones muy crudas que con el tiempo se normalizarían. Actos que van de lo criminal a lo horroroso, y que en la ficción podrán recibir un castigo. No obstante, en la realidad el mal siempre aparecerá más tarde que temprano, y podrá quedar impune.



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