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Semana del Cine 2023: Una madre y un hijo a las puertas de “El Paraíso” (2023)

Actualizado: 30 nov 2023

La novena edición de la semana del cine de la Universidad de Lima nos trajo El Paraíso, la tercera cinta del joven director italiano Enrico Maria Artale. En esta película el cineasta nos adentra en un complejo, pero frágil vínculo filial entre una madre y su hijo; una entrañable pero insana historia de amor encarnada por dos personajes incapaces de habitar una vida en la que no se tengan el uno al otro.


Por Victoria Vives FESTIVALES / SEMANA DEL CINE

el paraíso
"El Paraíso" (2023) Fuente: La Biennale di Venezia

La cinta se desarrolla en un pequeño pueblo italiano ubicado a las afueras de Roma. En dicho lugar habitan, dentro de una diminuta casa, Julio César, un hombre de 40 años, junto a su madre, una jovial mujer colombiana, con quien ha compartido su vida entera. Artale arma y nos narra un ambivalente vínculo atravesado por una dinámica asfixiante que puede ser confundida por amor incondicional. Un amor tan grande que ahoga. Es una relación madre-hijo cargada de una confianza que puede ser peligrosa, y que crea un vínculo que fue cosechado en sus extremos y del que ahora Julio y su madre ven imposible des(a)pegarse. Desde las primeras escenas y tras el primer verso de ‘El día de mi suerte’ de Héctor Lavoe vemos, a través del baile y en un ambiente lleno de adicciones, la intensa cercanía que existe entre ambos personajes. A su vez, este enérgico inicio también nos advierte sobre la fragilidad que los caracteriza: Julio con una fuerte, pero, a su vez, vulnerable madre adicta a la cocaína, y ella con un hijo de 40 años que no quiere (no puede) aún desprenderse del vientre materno. Ambos sacan el lado más vulnerable del otro y generan una codependencia que se desplaza entre el rencor y el cariño. “Ódiame por piedad yo te lo pido. Ódiame sin medida ni clemencia. Odio quiero más que indiferencia. Porque el rencor hiere menos que el olvido”, entona en el fondo Julio Jaramillo con versos que describen perfectamente la relación. Ambos personajes con una necesidad insaciable de estar juntos, pero también de querer estar solos; estar juntos, aunque sea odiándose. Estamos ante una relación en la que parece que madre e hijo jamás pudieron ser separados al nacer.


En el 2016, el director ya nos mostraba una historia paterno-filial con Saro, documental en el que destapa detalles íntimos sobre su propia, pero distante relación con su padre. Ya con El Paraíso, Artale explora ahora la maternidad. La historia describe una maternidad migrante y la quebranta desde aquel sentido de desplazamiento que sienten sus personajes al habitar distinto un lugar que no les pertenece. Es la madre, quien muy joven emigró de su país de origen teniéndolo aún dentro de su útero, la que trató de construir un hogar en el que Julio no se sintiera desplazado o afuera. Sin embargo, esto hizo que Julio desborde unas enormes ganas de pertenecer a aquel desconocido lugar que con tanto amor su madre describió. A pesar de nunca haber pisado otro lugar que no sea Italia, Julio siente a Colombia cerca.


A su vez, la película no se limita en emanar un ambiente enteramente latinoamericano en un país europeo: al ritmo de un íntimo Julio Jaramillo, con bachatas y salsas, con arepas colombianas y lejanas historias que describen una Colombia cercana pero completamente desconocida para Julio, Altare construye fluidas y ágiles dinámicas pasando del italiano al castellano con tal facilidad que nos desplaza tranquilamente de Italia a Colombia sin siquiera haber salido de Italia y sin nunca haber pisado Colombia.

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"El Paraíso" (2023). Fuente: Movieplayer

Con una narrativa profundamente simbólica, penetrantes monólogos y absorbentes planos enfocados en miradas reveladoras, la llegada de una alegre mujer destapa fácilmente aquellos miedos y deseos que ambos personajes tenían dormidos dentro de sí. Inés, una joven mujer colombiana que llega a casa de Julio tras traer un encargo de droga en su interior, encarna aquel constante miedo con el que ha vivido la madre toda su vida: ser abandonada por su hijo. Por su lado, Julio encuentra en Inés aquel sentido de pertenencia que tanto ha perseguido por muchos años; en ella ve la oportunidad de salir de aquello que, si bien quiere, le pesa y lo retiene: su madre. De esta forma, Inés llega a despertar una incontrolable violencia y desesperación en una madre que, al ver la posibilidad de perder lo que más ama en la vida, prefiere hacerse a un lado.


“Prefiero estar dormida que despierta. De tanto que me duele que no estés”. Escuchamos entonar a Juan Gabriel mientras Altare nos regala una conmovedora secuencia junto a una carta en la que la madre deposita sus más privados sentimientos; se los deja a un amor que consideró eterno e inolvidable. “Ojalá no exista vida después de esta. No podría soportar una en la que no estuvieras”. Tras estas palabras, un maternal dolor abraza a Julio y lo acompaña ahora que su madre no está. La lleva dentro, queramos verlo de forma metafórica o literal. Completamente atravesado por un dolor del que no se puede despegar, un dolor que encarna a su madre, Julio comienza un nuevo camino para volver a encontrarla. Decide ir en busca del paraíso. Aquel lugar que promete llevarlo a esa vida en la que volverá a sentirse entero. Este es un viaje en el que tarde o temprano juntos volverán a estar; y con un suave y último baile termina esta cinta. Julio baila, abraza a su madre y recuerda su voz que con gran cariño alguna vez entonó:


Amor eterno

E inolvidable

Tarde o temprano estaré contigo

Para seguir amándonos.


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