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Semana del Cine 2025: "Espejos N.3" (2025): ser la otra o ser yo, una mirada sobre la ausencia

La nueva cinta del alemán Christian Petzold presenta a Paula Beer como la nueva integrante de una familia tras sufrir un accidente. Vista en la 11 Semana del Cine Ulima. Advertencia: hay spoilers.


Por Victoria Vives                            FESTIVALES / SEMANA DEL CINE

"Espejos N.3" (2025). Fuente: IMDB
"Espejos N.3" (2025). Fuente: IMDB

Espejos N.3 (Miroirs No.3, 2025) es la más reciente película del director y guionista alemán Christian Petzold. En esta oportunidad, se inicia el filme con una chica que nos da la espalda, que nos evita con misterio. El viento, un elemento fundamental en esta película, corre tan rápido como los carros. Ella aún no nos mira, prefiere mirar el río. Hay una sensación punzante, algo que pronto va a pasar. La cámara se acerca. La vemos tensa y pérdida, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo y ella permaneciera ahí a la espera de una nueva, y solo eso sabemos. Así comienza Espejos N.3, como un intento de mirar sin ser vista, de reconstruirse sin aún saber quién se es.

 

La cinta sigue el ritmo de su título: se apega al tono de la pieza Miroirs N.3, Une barque sur l'ocean, de Maurice Ravel y Petzold filma como si interpretara la partitura con sus pausas, repeticiones y tensiones. La película avanza como un abrazo de bienvenida, un nuevo comienzo en el que no importa saber mucho del pasado, sino lo que sigue. Pero poco a poco Petzold deconstruye ese hogar quimérico en el que habita Laura, encarnada por la gran Paula Beer, para transformarlo en uno mucho más sobrio, con punzadas, subidas y bajadas ásperas.


"Espejos N.3" (2025). Fuente: IMDB
"Espejos N.3" (2025). Fuente: IMDB

 

Tras el accidente de Laura, hay una ruptura invisible pero clara. Laura escapa, no se sabe de qué ni porqué, pero necesita huir sea como sea. El accidente no es una tragedia para ella, sino un medio: no se daña ella, sino lo que lleva dentro, y con ese daño ella encuentra su salida. Betty, interpretada por una misteriosa Bárbara Auer, la encuentra entre las hojas secas. Laura está intacta pero ausente, y la acoge junto a ella, la cuida. Laura le pide quedarse, permanecer en esa casa, y Betty le da la oportunidad, sin decirlo, de construir una nueva realidad, sin pedirle explicaciones de su pasado, ni indagar de dónde viene ni a dónde va. Le da la posibilidad de existir sin ser interrogada. Son completamente desconocidas, pero reflejan entre ellas lo que necesitan mutuamente, habitando en la ausencia de la otra. Este primer impacto es el punto de partida de algo que desconocemos tanto como ellas. El ritmo de la melodía se tensa. Los días pasan y el piano se descontrola en la pieza de Ravel, y cada rincón del hogar de Betty, ahora también el de Laura, permea un misterio que nos intriga.

 

Petzold crea a una Laura ausente en un hogar nervioso: es en lo que no se dice donde encontramos respuestas. Hay cierta sutileza en el guion de Petzold al introducir a sus personajes poco a poco, deambulando entre lo real y lo inquietante. Primero nos acerca a una Laura que no conocemos, pero a la que apreciamos con curiosidad; después a una Betty que nos intriga y, tras ellas, dos hombres cuyo dolor se sostiene en el silencio que escogen. Hay ternura y misterio en las situaciones creadas que emanan un ambiente frágil: el viento irrumpe en la casa y choca contra las ventanas, hay miradas de consuelo, personas que se protegen mutuamente y parecen quererse, y junto a ellos una bomba de tiempo: algo está punto de quebrar el espejo. Petzold, siguiendo el cine de Hitchcock, crea dobles y va dejando pistas al comienzo para luego poder darnos (casi) todo: desmenuza la historia de a poco. Encapsula una verdad tozuda y turbulenta dentro de sus personajes, para luego exponerlos ferozmente y quebrarlo todo.


"Espejos N.3" (2025). Fuente: IMDB
"Espejos N.3" (2025). Fuente: IMDB

 

La figura de Betty aparece como madre temporal: se crea una intimidad religiosamente tierna y protectora. Ambas mujeres se entienden sin la necesidad de hablar demasiado. Se acompañan como si toda la vida hubieran permanecido como madre e hija. Pero pronto aparece el nombre de una mujer entre líneas, mencionada por error: Yelena. Hay otra, hubo otra como Laura, y surge la figura de un fantasma metafórico: el recuerdo de una hija muerta. En medio de esa confusión, silencio y duda, Laura toca el piano por primera vez a pedido de su eventual madre y traspasa su estado de suspensión para ser consciente del desdoblamiento del yo que estaba atravesando. Pensamos: ¿Quién refleja a quién? La identidad de Laura se fragmenta como también el reflejo de lo que Betty ve en ella.

 

Petzold comienza su película al otro lado del espejo, en donde ya hay una mujer muerta y otra viva. Ellas se miran a través del reflejo. La hija sustituta y la hija muerta. Laura viste y bebe lo mismo que vistió y bebió Yelena. Duerme sobre su cama y cena junto a los que algún día fueron su padre y su hermano. El silencio voluntario de Laura se convierte en la puerta que los lleva a ver esto como una nueva oportunidad para ellos. Tras mucho tiempo en estado de espera, convierten a Laura en una especie de reemplazo, reconstruyen encima de lo que conoce como yo y maquinan a escondidas un plan que transforme las medidas de Laura en las de Yelena.


"Espejos N.3" (2025). Fuente: IMDB
"Espejos N.3" (2025). Fuente: IMDB

 

Los reflejos no permanecen solo en la metáfora. Petzold y Hans Fromm, director de fotografía, nos inundan con el uso de superficies luminosas, agua cristalina, ventanales y puertas de vidrio en las que vemos atrapados a los personajes y sus sombras. Todo está dicho en los reflejos, mientras que en la vida real no se dice nada. El viento funciona casi de la misma forma. Cuando están afuera, los sacude, intenta moverlos, despertarlos, pero el trauma permanece entre ellos y el espacio que comparten. Los acompañamos conforme la cámara los reencuadra para verlos, ya sea de cerca o a lo lejos, como espectadores impacientes de algo que está a punto de explotar, y de vez en cuando tomamos forma de Betty para ver a Laura y forma de Laura para apreciar a Betty. En esta película el reflejo no devuelve la misma imagen, sino la pérdida.

 

La reparación del yo aparece en su forma más frágil: tras la verdad, parece no haber vuelta atrás. Paula vuelve a irse. Ahora es la ausencia de dos mujeres la que pesa en el hogar de Betty. Petzold construye su secuencia final con el eco de Ravel. Paula toca Miroirs N.3, Betty la observa a lo lejos, y en esa distancia habita la posibilidad de volver a ser aquella otra que alguna vez fue. Ser la otra, o ser yo.



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