Semana del Cine 2025: "Espejos N.3" (2025): una silla vacía
- Alberto Ríos

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Exhibida en la Semana del Cine de la Universidad de Lima, la nueva cinta de Christian Petzold explora la pérdida y el reflejo de lo ausente.
Por Alberto Ríos FESTIVALES / SEMANA DEL CINE

Espejos n° 3 (2025), la más reciente cinta del alemán Christian Petzold, encuentra en su contención y aparente minimalismo las herramientas para contar una historia con ecos de Vértigo (1958) que puede ser más profunda de lo que parece. Laura (Paula Beer), es una joven estudiante de música que sufre un accidente automovilístico en el que muere su novio. Milagrosamente sale ilesa del accidente y es acogida por una familia que parece esconder algo debajo de su extraña amabilidad.
Es evidente en las acciones de la familia que en esta casa hay una figura ausente. Luego del accidente, Betty, la madre de la familia, cuida a Laura y la llama “Yelena”. Laura empieza, sin saberlo, a representar un papel que no es suyo. Le dan un cuarto, ropa que le queda, y se sienta en un asiento que está disponible en la mesa. Poco a poco comienza a ocupar el lugar de una pieza faltante en esa familia, a ser una presencia que repite algo anterior, como un reflejo. Para ellos, se vuelve un doble. En Vértigo (1958), Scottie rehacía la imagen de una mujer en otra, buscando revivir una ausencia; en Phoenix (2014), Petzold hizo que su protagonista se representara a sí misma cuando su esposo, sin saberlo, le pide que actúe su propio papel. Ahora Petzold construye esta nueva versión del juego del doble como parte de la necesidad de reconstruir lo que está roto.

Esa rotura se evidencia en la casa que está descuidada: el lavavajillas está bloqueado, el piano está desafinado, el caño de la cocina gotea y el jardín permanece sin arreglar. Todo parece suspendido en un estado de deterioro. Cada rincón expresa una carencia, una fractura. La casa entera clama que falta algo, y esa pieza rota está en la familia. Todo construido desde una aparente economía formal: cuatro personajes, unas pocas locaciones, y una duración que apenas sobrepasa los ochenta minutos. Aun así, mediante su cámara, por momentos en mano, explora esta casa en el campo alemán que parece un lugar tan extraño como si estuviera sacado de una cinta de horror gótico.
La película se organiza en torno a silencios prolongados y miradas que eluden las preguntas sobre lo que realmente sucede. Lo doméstico se vuelve un teatro de repeticiones donde es evidente en las conversaciones de la familia que hay algo oculto. El trabajo con la luz y los reflejos prolonga esa idea. Los espejos, los vidrios del auto, el agua del lago o las superficies pulidas del taller mecánico repiten las imágenes y las desfiguran. En esas distorsiones se cifra la experiencia del trauma y del duelo. Estamos ante un reflejo distorsionado del pasado.
Los personajes, por su parte, actúan como si coexistieran en distintos tiempos. Betty cuida a Laura con calma. Richard y Max (el marido y el hijo) miran con recelo, pero también con resignación, esa nueva convivencia que reactiva un orden previo. Nadie parece entender del todo lo que ocurre, y sin embargo, todos participan de ese reemplazo silencioso. La película se desliza así hacia un territorio donde la sustitución y la identidad dejan de ser opuestas y se confunden en una misma experiencia de supervivencia. Petzold filma ese proceso sin dramatismo ni sentimentalismo. Su puesta en escena es sobria, precisa, de una naturalidad casi cotidiana, pero sostenida por una tensión subterránea.

Al final, cuando Laura descubre la verdad sobre la familia y decide alejarse, ellos van a verla tocar en su recital. La miran desde lejos, y ella también los ve. Después, la imagen se apaga y los muestra en la terraza de su casa, comiendo juntos frente a una silla vacía. Esa silla ya no pertenece a Yelena, la hija muerta, ni a Laura. Luego el plano final es el rostro de Laura, sonriendo. Pese a haberse distanciado, no se borra el lazo entre ellos. Aunque no vuelvan a verse, queda compartida una forma de afecto, de compañía que permite a todos los implicados salir adelante.

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