Semana del Cine 2025: maternidades duras en "Mi verano eterno" (2024) y "Dile que la amo" (2025)
- Gustavo Vegas
- hace 2 días
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La Semana del Cine 2025 ofreció dos cintas que, a sus modos particulares, analizan la figura materna y el rol de la hija en medio de una época de crecimiento complicada. El texto aborda una cinta de Dinamarca y otra de Francia.
Por Gustavo Vegas Aguinaga FESTIVALES / SEMANA DEL CINE

Mi verano eterno (Min evige sommer, 2024), debut directoral de la danesa Slyvia Le Fanu, es una película que entre la mesura de su puesta en escena y los componentes autobiográficos de su historia, se respira mucho como una ópera prima contemporánea en toda regla. Diría que peca a veces pues de querer forzar ciertos simbolismos, como la desconexión entre la hija y sus padres (presentada inicialmente a partir del wi-fi deficiente), pero elabora otros paralelos más interesantes como el de la madre y el mar, a partir de la frase del novio de Fanny. Hay una cercanía sensible trabajada con dolor. Pienso, por ejemplo, en esos planos detalles de las manos que se unen y también se separan, o la tranquilidad fría, cual brisa, que invade la casa en momentos tristes.
Hay otras metáforas visuales imposibles de obviar, pues siento que en muchas ocasiones se insiste con eso: la separación entre Fanny los padres a partir de las estancias que ocupan en la casa. Ellos abajo y ella arriba, mediada la distancia por una escalera siempre presente. Es importante el diálogo que tiene ella con su novio sobre la madre y el mar para luego ver escenas muy bien trabajadas. En una de ellas en particular se pasa de una tarde amena de ocio a una posible tragedia con una calma no antes vista que el montaje ofrece. El salto de tono está intervenido por un plano de las olas del mar. Otro momento que destaco es aquel donde la madre simplemente mira el mar y por su ropa se camufla en él, se vuelve el mar en la línea de lo dicho por el chico. De ahí que ella no entra al mar sino remoja los pies en una piscina; es decir, no se compenetra con la madre/mar, sino apenas existe un tacto superficial.
El diario de la madre funciona como un Deus ex machina perfecto, en el sentido de que no de que ayuda mucho la historia, sino busca “resolverla” muy fácilmente. Se hace cargo por escrito de todo lo no dicho, antes que mostrarlo con imágenes. En fin, rescato, por otro lado, la presencia de Fanny como un personaje con dimensiones bien trabajadas: no puede ser la hija ni la novia perfecta (ni la amiga), no sabe cómo lidiar con su dolor o el de su madre, nunca se interesa por el pesar de su padre y sin embargo está ahí, se queda. Hay otra dimensión interesante a partir de cómo Fanny se espeja un poco en su madre a partir de ciertas acciones (incluso con intervención del padre que, en dos momentos, ayuda a ambas a vestirse), pero se desvía de este texto. La madre de Fanny no solo cataliza la necesidad de escape de Fanny, sino su tránsito a la madurez, tal cual con la misma Le Fanu desde la dirección.

Dile que la amo (Dites-lui que je l’aime, 2025), protagonizada y dirigida por la francesa Romane Bohringer, destaca por su investigación y por cómo juega con los estilos sin mantenerse en un mismo lugar. Si bien aborda su lado documental de forma muy genérica (hasta aburrida, podría decir), es en la invención de recuerdos, en el viaje de la memoria que hacen los personajes para reconectar con sus madres, que triunfa y se permite llegar a más lugares. Es notable, también, cómo las mujeres se unen mediante sus ausencias, carencias y dolores. La premisa es un buen punto de partida: Bohringer lee un libro y se halla muy emparentada con las vivencias de la autora, por lo que decide filmar una (otra) película.
Son notables las transiciones entre personajes e historias, entre ficción y realidad. No sólo se trata de un vaivén entre géneros, sino también entre memorias, vidas, madres, las voces de cada una y más. Hasta el hijo pequeño de Bohringer se ve involucrado mediante unas escenas lúdicas y divertidas. Destaca, asimismo, el arco que dibujan las protagonistas a partir de los recuerdos que guardan de sus madres: van desde el desprecio y el resentimiento hacia los terrenos del perdón y la comprensión. Claro que es un tránsito lleno de idas y venidas, así como de aciertos y desaciertos en los cuales Bohringer se olvida por momentos de lo que engrandece su película y se distrae con el lado más documental, acercado al tono incluso periodístico, aunque la investigación no deja de ser interesante.
En suma, es una película que aborda relaciones madre-hija desde el abandono, pero no desde la lástima o victimización, sino desde la búsqueda de esas mujeres que tuvieron que dejar a otras solas en el mundo para crecer sin su cuidado. Parece, asimismo, obra de una cineasta curtida, aunque resulta ser el primer proyecto directoral en solitario de la cineasta más conocida como actriz. En fin, ver a dos mujeres desconocidas hermanarse a partir de sus tragedias aleja a la película de ser un mero recuento familiar personal y transformarse poco a poco en una obra que mezcla formas y géneros, voces y pesares. Allí es donde mejor se acomoda y más se luce.

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