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Semana del Cine 2025: "Nueva ola" (2025): deconstrucción del mito

Actualizado: 3 nov

En Nueva ola (2025), Richard Linklater deconstruye el mito de Godard y la Nueva Ola Francesa en clave de comedia ligera que, más que endiosar a sus predecesores, los humaniza y les devuelve cuerpo.


Por Felipe Flores    FESTIVALES / SEMANA DEL CINE

"Nueva ola" (2025). Fuente: CIFF Calgary
"Nueva ola" (2025). Fuente: CIFF Calgary

En su vigésimo cuarto largometraje, Richard Linklater se mira en un espejo que, en realidad, nunca le perteneció. Nouvelle Vague (2025) no es solo un homenaje a la generación que cambió para siempre la gramática del cine, sino una tentativa de apropiarse de ese gesto de ruptura desde el presente, cuando ya no queda nada verdaderamente nuevo qué filmar. Lo que podría haber sido un ejercicio de nostalgia — y bien puede serlo, depende a quién se le pregunte — se convierte en una reflexión sobre el impulso de hacer cine cuando toda rebeldía se ha vuelto mercancía. Fiel a su cine de cuerpos y conversaciones, Linklater vuelve la mirada seis décadas atrás para medir lo que era filmar a toda prisa, con poco dinero y con furia, en un tiempo en el que el futuro aún parecía posible.


La película funciona, de entrada, como comedia. No una comedia farsesca, sino de ritmo ligero y observación aguda, capaz de reírse de la solemnidad del mito sin traicionarlo. Fue un raro placer reír en voz alta en unísono con una sala llena en lo que fue una función especial a propósito de la inauguración de la Semana de Cine de la Universidad de Lima — ver cómo el público respondía a ese humor seco, elegante, de frases cruzadas y silencios irónicos. Es en ese terreno que el film respira libertad; los diálogos fluyen con una naturalidad que recuerda la gracia de Before Sunrise (1995), pero la puesta en escena los enmarca en una reconstrucción rigurosa del París de 1959. La tensión entre el artificio histórico y la improvisación actoral es, de hecho, el corazón del experimento.


"Nueva ola" (2025). Fuente: Plano Americano
"Nueva ola" (2025). Fuente: Plano Americano

Guillaume Marbeck se transforma, en cuestión de segundos, en un Godard más joven, precoz, todavía entre la timidez del crítico y la arrogancia del autor, visiblemente frustrado por la condescendencia con la que lo miden; un hombre con sus años más febriles por delante, por escribir aún, encendidos por la política, el amor y ese glamour que quiere dinamitar y habitar a la vez. No hay caricatura ni imitación servil, sino encarnación. Su mirada esquiva, su andar brusco y esa aspereza que esconde un humor casi cruel lo vuelven inmediatamente reconocible — y entrañable . Frente a él, Zoey Deutch (que ya había mostrado dotes parecidos ante el lente de Linklater) como Jean Seberg ofrece una réplica luminosa, mezcla de inteligencia y vulnerabilidad, que matiza el genio herido con la intuición femenina que la historia del cine solía relegar a segundo plano. La química — o más bien, falta de — entre ambos sostiene la película. La relación entre ambos es dialéctica, no sentimental, y en esa fricción — entre la mirada masculina que teoriza y la presencia femenina que vive — el film encuentra su ritmo más honesto.


"Nueva ola" (2025). Fuente: IMDB
"Nueva ola" (2025). Fuente: IMDB

Visualmente, Nouvelle Vague es un ejercicio de contención. El blanco y negro granulado, el formato 4:3 y la textura casi documental funcionan como artificios que celebran una era sin congelarla. Se nota un gozo evidente en el manierismo del estilo, pero también una conciencia del simulacro. Linklater no filma para revivir la Nueva Ola, sino para interrogar qué queda de su promesa de libertad cuando se vuelve canon, cuando la rebeldía se convierte en estética exportable. Hay además una reverencia sobria hacia el ecosistema de la Nueva Ola — Truffaut, Chabrol, Godard, Rohmer y Rivette; con Varda como ala vecina y Bresson/Rossellini como precursores — , presentados mediante breves planos a modo de fotografía con sus nombres antes de cada aparición, un gesto que enlaza con los intertítulos y presentaciones textuales que Godard ensayó — pienso en Masculin féminin (1966) — y que evita el endiosamiento al recordar que fueron personas antes que monumentos. Esa ambigüedad es su mayor hallazgo y su límite: el gesto que homenajea también revela el agotamiento del gesto.


"Nueva ola" (2025). Fuente: IMDB
"Nueva ola" (2025). Fuente: IMDB

Por momentos, la película parece debatirse entre la fascinación por el pasado y la necesidad de medirlo contra el presente. En su mejor tramo, cuando la cámara se demora en los silencios del rodaje o en los espacios entre una toma y otra, aflora una lucidez política que no necesita proclamas: el cine como trabajo, como tensión entre autoría y colectividad, como ilusión sostenida por cuerpos precarios que hacen historia sin saberlo. Linklater filma ese proceso con cariño, pero también con sospecha, consciente de que el mito del genio solitario es inseparable de la maquinaria que lo celebra.


Territorio nuevo, entonces, pero no ajeno. Linklater conserva su atención al diálogo, al tiempo suspendido, a la intimidad que se abre dentro de la historia. Lo que cambia es la escala de su curiosidad; aquí se atreve a mirar el pasado del cine como si fuera el futuro que aún nos debe algo. Nouvelle Vague respira nostalgia y lucidez a la vez, una carta de amor que sabe que la historia no es sagrada.



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