La cinta ganadora de la sección Un certain regard del Festival de Cannes es una emotiva y violenta exploración de la soledad en la China del siglo XXI.
Por Alberto Ríos FESTIVALES / SEMANA DEL CINE
En el cine chino de este siglo existen dos grandes tópicos: la soledad en medio de una sociedad infestada por millones de personajes y el contraste del acelerado progreso en las grandes urbes frente a las comunidades rurales, muchas veces precarias. Ganadora de la sección Un certain regard del último festival de Cannes, Perro negro (Gou Zhen), del director chino Guan Hu ofrece una particular mirada sobre ambos asuntos, pero también aborda el vínculo de dos parias de la sociedad: un perro callejero y un exconvicto.
Lang, ex motociclista acrobático, regresa a su ciudad natal en las afueras del desierto de Gobi, donde fue una celebridad local antes de ir a prisión por homicidio. Él la encuentra semiderruida y casi fantasmal, allí apenas queda ya gente. Lang decide buscar la recompensa ofrecida por un perro salvaje como parte de un programa más amplio para eliminar animales no deseados en preparación para los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín. Poco a poco se verá reflejado en el perro e irá encariñándose con él.
La cinta de Guan Hu tiene mucho del cine de Jia Zhangke, quien de hecho hace una pequeña aparición en la cinta. Vemos una visión de la deshumanización frente al progreso y la modernidad en medio de las obras para los Juegos Olímpicos celebrados en el país oriental. Se trata de una búsqueda de humanidad, la de Lang, pero también de una muestra de las políticas sistemáticas que convirtieron a China en un lugar de urbes superpobladas pero llena de pueblos fantasmas perdidos en el tiempo.
Lang no habla casi nunca. Es una persona callada, reservada y terca. Cuando regresa a su ciudad natal se encuentra con un entorno abandonado: lugares como el zoológico y el teatro han cerrado y están prontos a su demolición, se tumban zonas residenciales antiguas en la búsqueda de crear nuevos barrios que atraigan a empresarios y el lugar está infestado de perros salvajes que han sido abandonado por sus dueños cuando se mudaron a las grandes metrópolis en búsqueda de mejores oportunidades. Allí encuentra a su padre, quien vive en el zoo cuidando a los pocos animales que allí permanecen, sumido en una enfermedad por el alcoholismo.
El protagonista tiene prohibido salir de la ciudad debido a que está bajo libertad condicional y debe servir a la sociedad como parte de su reinserción. Es así que se le asigna a trabajar con un equipo encargado de limpiar la plaga canina de la ciudad para que se puedan construir las nuevas edificaciones. Entre todos los perros destaca uno negro y delgado que vive cerca de un complejo de edificios abandonados. Poco a poco, y varias mordidas de por medio, logrará domesticar al perro, quien se convertirá en su compañero. De cierta forma Lang se ve reflejado en el can, ambos son dos seres que son vistos como parias de la sociedad, solitarios y en ocasiones agresivos. Tal vez por esas similitudes ambos lograrán conectar y dar ápices de buddy movie a esta cinta que tiene mucho de drama social, pero también de neo western (sobre todo en su tratamiento).
Guan Hu demuestra una gran habilidad para encuadrar el desierto y dotarlo de una fuerza poética cautivadora. Ese espacio árido y estéril es lo único que le ofrece un escape tanto a los perros como a Lang. Además, el cineasta sabe manejar las coreografías de acción y pasar de la comedia a la tensión del drama. Si bien algunas situaciones pueden parecer forzadas y rozar lo fantasioso o no terminar de tener la seriedad que deberían resultan problemas menores en esta obra.
En medio de desérticos paisajes, Guan Hu nos ofrece un retrato de una época que termina, de una sociedad que muta y se transforma. Para quienes quedan atrás solo están el alcohol, el juego, el cigarro y el olvido. Se abre paso a una era moderna, cuya idea de progreso es eliminar todo vestigio de lo anterior. Es en esa China profunda, desértica y aislada que Lang y su nuevo compañero intentarán encontrar junto al otro un ápice de libertad.
Commentaires