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"The Doors" (1991): encendiendo un fuego inapagable

A modo de rememorar la reciente partida del gran Val Kilmer, quisiera dedicar algunas palabras a la película en la que dio vida al mítico Jim Morrison, uno de sus roles más recordados.


Por Marcelo Paredes                                      CRÍTICA /VIDEO ON DEMAND

“The Doors” (1991). Fuente: IMDB
“The Doors” (1991). Fuente: IMDB

Recuerdo que la primera vez que la vi la odié. Ya era fan de The Doors en ese entonces, y encontrarme con una película que me resultó frustrante tanto por su ritmo como por la forma en que retrataba a su protagonista me generó cierto resentimiento. Muchos años después, a raíz del triste fallecimiento de Val Kilmer, regresé a la película y me alegra saber lo mucho que han cambiado las cosas. Además de poder disfrutar mejor de las canciones, me encontré también con una película que llevaba consigo un propósito, uno que tal vez sobrepasaba el hecho de querer contar la carrera del grupo. Por supuesto, sigue siendo una cinta biográfica clásica en estructura, pero lo especial está en lo que se cuenta de manera sutil, y sabiendo las intenciones de Oliver Stone como director, tiene sentido que así sea.

 

Desde joven, Jim Morrison siente una conexión mística con el arte, teniendo una suerte de epifanía que lo hace creer que es la voz de una generación que debía "despertar" de la opresión del sistema. No era raro en su juventud querer serlo, dado el clima social y cultural de la época, pero en el caso de Morrison, esto parecía ser incluso una tarea que se le había encomendado. Justamente, el conflicto de la película radica en cómo él busca tomar la vía fácil para lograrlo. Y, para abordar este tema de una vez, es obvio que lo de Kilmer es destacable, ya que su presencia magnética era justamente lo que el personaje requería. Aunque a veces puede rozar con la imitación, su encarnación del “Rey Lagarto” es tan única como el propio Jim Morrison lo fue.

 

Algo que también me parece interesante es el paralelismo que encuentro con un filme reciente como Un completo desconocido (A complete unknown. 2024). Al igual que James Mangold con Bob Dylan, Oliver Stone utiliza la figura de Jim Morrison para hablar de un cambio de paradigmas en la sociedad estadounidense de los sesenta. Él es una representación de esa década, que comenzó con fines correctos, respetando esa idea de paz y bien colectivo. En cuanto a la música, esto se traduce en la importancia inicial de tomar todas las decisiones de la banda como un grupo, y no como individuos.


"The Doors" (1991). Fuente: IMDB
"The Doors" (1991). Fuente: IMDB

 

Lamentablemente, fueron los vicios los que desvirtuaron todo, llevando al protagonista a optar por vías que contradecían esa visión más idealista que tenía originalmente, enfrentándose a una tentación tras otra. Stone lo muestra muy bien con la atmósfera infernal que crea en las últimas presentaciones, representando el descarrilamiento total en el que Morrison (y, a su vez, todo el movimiento hippie) se encontraba. Sin embargo, a pesar de retratar bien esa decadencia, no puedo evitar pensar que el relato se le escapa de las manos al director. Tal vez le esté dando demasiado crédito a Morrison, pero siendo su figura tan compleja y llena de contradicciones, parece que huye del control de Stone, haciendo que el cineasta no termine de redondear la historia.

 

En fin, a pesar de las evidentes lagunas en la narración y ritmo que todavía me cuesta un poco seguir (lo que tal vez siempre fue culpa de la película), la pasé mucho mejor en este visionado de The Doors. Como dije al principio, sabiendo ya las ideas de Oliver Stone respecto a la desilusión con el sistema y cómo este corrompe con facilidad, esta cinta es otra prueba de ello. Jim Morrison representa los años sesenta, tanto como lo hace todo The Doors. Contar la historia de cómo el líder de un grupo los deja atrás es, en definitiva, el reflejo perfecto del espejismo que fue esa década. Porque, una vez que todo acaba, lo que queda es la debacle, y es ahí donde entran en juego la dureza y la angustia que marcarían la década siguiente.



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