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“Una vida oculta” (2019): la materialidad de un vía crucis

Actualizado: 11 nov 2022

Una mirada a la nueva película de Terrence Malick, un drama oculto entre la lucha de los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial.


Por Isaac León Frías CRÍTICAS / CARTELERA COMERCIAL

Fuente: El Nacional


La de Terrence Malick es una obra que se asienta sobre la profunda añoranza del paraíso perdido, de la comunidad ideal (naturaleza, sociedad) destrozada por los eventos provenientes del propio planeta y de la Historia que avanza de manera destructiva. Sus inicios suelen ser luminosos, aun cuando la voz en off tenga una sonoridad, cuando no un contenido verbal pesaroso. Es decir, la utopía no dura, se desvanece muy pronto,

tal como vemos en Una vida oculta (A Hidden Life , 2019), película en la que Franz Jägerstätter (August Diehl), un campesino austriaco, que vive en paz con su familia trabajando la tierra, se ve obligado a sumarse a las fuerzas armadas del nazismo al inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Toda la película es un largo esfuerzo de resistencia de Jägerstätter a incorporarse a un programa de guerra al que se opone desde su visión cristiana y pacifista, aún a costa del sacrificio personal. Para narrar este proceso, Malick diseña un verdadero oratorio fílmico, una sugestiva operación de vía crucis en la que confluyen los movimientos de cámara flotantes, que son una de las marcas de su estilo, las actuaciones muy bien moduladas, con un cierto aire de perplejidad en la pareja de esposos protagonistas, la voz en off (de Franz y de su esposa Fani) pausada y reflexiva, y la construcción reposada de un relato que avanza y por momentos se repliega en el pasado cercano.Asimismo, una partitura musical que contribuye de manera muy acertada a ese registro de oratorio que la película posee.

Fuente: Surtido


Se trata, sin duda, de una obra que trasmite un poderoso sentimiento religioso, y lo hace de manera clara y a la vez muy anclada en los procedimientos expresivos, en la materialidad visual y sonora. No hay un mensaje que se imponga sobre el curso de los acontecimientos, sino un sustrato significativo que se desprende de la marcha de las escenas, a diferencia de la mayor parte de las películas de temática religiosa. Tampoco se puede reducir el significado de Una vida oculta a ese componente connotativo, por importante que sea, pues también la película se puede leer como una afirmación de principios de vida y de oposición a modalidades políticas, militares u otras de sojuzgamiento de la voluntad individual. Lo que significa que la propuesta de Malick no puede (ni debe) enquistarse en una interpretación reduccionista porque eso, claro, supone empobrecer el significado. Incluso, más que ese nivel conceptual, lo que se impone a lo largo de la película es el sentimiento de pérdida y de dolor experimentados como algo más cercano a la congoja y al lamento que al llanto o al sacudimiento emocional. Esa sensación de vacío inevitable que en las películas de Malick podrían sugerir la cercanía de ese inmenso abismo que se intuía en los tiempos en que se creía que la tierra era plana.









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