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24 FCL | “Manco Cápac” (2020)

Actualizado: 10 nov 2022

Presentamos otra mirada a una de las películas más celebradas en esta nueva edición del Festival de Cine de Lima.


Por Sebastián Zavala Kahn CRÍTICAS / FESTIVAL DE CINE DE LIMA

Fuente: Festival de Cine de Lima


Independientemente del género al que pertenezca, una película siempre va a ser un reflejo de la realidad. Desde las películas comerciales hasta los mejores exponentes del llamado “cine regional” tratan de explicar —o al menos representar, aunque sea de manera superficial— las diferencias que existen en la realidad.

Manco Cápac es el segundo largometraje del director Henry Vallejo y retrata una realidad que es bastante común en nuestro país: la desigualdad de oportunidades. A pesar de ciertas deficiencias técnicas, es un filme necesario y verosímil, que logra conmover al espectador.

Al comenzar la película, vemos a Elisbán en el interior de un bus interprovincial, sentado en posición fetal, la cámara observándolo desde fuera. El plano simboliza la posición del director en relación a su protagonista, y la forma en que va a ser observado a lo largo de la película, con cercanía, pero desde fuera.


Fuente: Festival de Cine de Lima


Pocos minutos después, nos enteramos que el joven ha llegado desde el campo a la ciudad de Puno por primera vez, en busca de un amigo que, supuestamente, lo ayudará a encontrar trabajo. Al llegar a su casa, se da con la sorpresa de que no está —y que nadie sabe cuándo regresará. Por ello, tendrá que arreglárselas en una ciudad que no conoce, tratando de encontrar trabajo, o cualquier manera de subsistir con el poco dinero que le queda.

Elisbán es un personaje de pocas palabras, interpretado con silente realismo por Luque. Siempre encorvado, comunicándose tímidamente con la gente que se anima a hacerle caso. Se trata de un chico que parece estar acostumbrado a ser ignorado. En una de las primeras escenas del filme. Elisbán intenta hablar con el encargado del servicio de bus, y es ignorado y luego empujado por otro cliente. Son momentos difíciles, pero que nuevamente son observados a cierta distancia, utilizando planos abiertos o medios, sin hacer demasiado énfasis en las expresiones faciales de Elisbán.

Manco Cápac termina siendo la historia de un personaje que representa a toda la gente ignorada en nuestro país, personas que tienen que trabajar muchas horas por una miseria, y que reciben promesas todo el tiempo para, eventualmente, ser decepcionados. El mejor trabajo que Elisbán logra conseguir es como mozo en un restaurante, pero cuando regresa un par de días después, todo lo que recibe es un par de billetes y una carta donde le informan —asumimos— que ha sido despedido. La misma ausencia de su amigo es el ejemplo perfecto de cómo Elisbán ha sido decepcionado por promesas incumplidas y el olvido.

Fuente: Festival de Cine de Lima


Resulta interesante, además, que Elisbán comience la película casi como un lienzo en blanco. Sabemos que se está mudando a Puno, que tiene poquísimos recursos, pero aparte de eso, se mantiene como una figura enigmática durante casi todo el primer acto del filme —más como un símbolo que como un personaje concreto. Recién cuando logra hacerse amigo de una señora que le vende comida —y que, al igual que él, habla quechua— Elisbán logra abrirse. Y revela algunos de los detalles de su pasado: la complicada relación con su padre y madre.

Manco Cápac no recae en el miserabilismo. Es cierto que vemos a Elisbán viviendo toda suerte de penurias—después de todo, no tiene casa, no tiene dinero, y no tiene a nadie que lo cuide. Pero estas escenas de cruda tristeza son compensadas por momentos de esperanza. Como la amabilidad de personajes que escuchan y ayudan al protagonista y lo dignifican como ser humano.



Fuente: Festival de Cine de Lima


Manco Cápac está dirigida de manera sencilla y elegante, favoreciendo planos de poco movimiento, así como encuadres amplios y two-shots, como para dar la sensación de que uno está observando la vida de Elisbán desde afuera. Sin embargo, donde sí falla la película es en el aspecto sonoro. Momentos de doblaje mal hecho, y una mezcla sonora paupérrima, hacen evidentes las voces desincronizadas. Como la escena de un restaurante, en la que vemos a dos turistas americanos hablando en inglés. Durante toda la película, encontramos a personajes secundarios que se escuchan más claramente que los principales, así como voces grabadas en estudio, y momentos carentes de sonido ambiental. Debido a que Manco Cápac se está viendo desde casa, estos problemas no resultan demasiado graves, pero si uno viese la película en una sala de cine, estoy seguro que resultarían fastidiosos. Si Vallejo logra arreglar algunos de sus problemas sonoros más graves, estoy seguro que

Manco Cápac podría fácilmente convertirse en una de las mejores películas peruanas de los últimos años. Ciertamente está muy cerca de serlo. A pesar de los problemas técnicos, evidencia la potencia de su historia y sus personajes.



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