“La piel más temida” (2023): mirar un pasado tormentoso
- Ventana Indiscreta
- 13 may 2024
- 4 Min. de lectura
La nueva y comentada película de Joel Calero nos habla de las consecuencias de nuestros actos, y la forma en que afectan a quienes nos rodean. Por otro lado, es una cinta que tiene en su propuesta expresiva tanto aciertos como desaciertos.
Por Sebastián Zavala CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL

La piel más temida es una película sobre la que mucho se ha dicho y escrito, pero que, a final de cuentas, logra conectar con el público gracias al desarrollo de un personaje en particular, y a la manera en que se ve afectado por los actos de su hijo. Es una historia sobre la humanidad de personajes que tienen que pagar por las terribles decisiones tomadas por otros, y de personajes que intentan ahondar en un pasado turbio, complejo. Es un filme imperfecto pero que funciona gracias a la mirada tan específica que tiene de un contexto que todavía incomoda (con justa razón) a mucha gente.
La modelo y actriz Juana Burga da vida a Alejandra, quien llega a Cusco desde Suecia para ayudar a su tío, el docente universitario Américo (Lucho Cáceres), a vender la casa de su madre, que permanece en Europa. Sin embargo, en la ciudad imperial, descubre que su padre, a quien creía muerto, está vivo y encarcelado. Él fue condenado años atrás por ser terrorista y responsable de una masacre de campesinos. Ahora, enfermo, debe ser liberado, lo que lleva a Alejandra a conectarse con su abuela, la humilde Dominga (María Luque), quien vive en negación, cuidando de su hijo y aferrándose a un pasado que ya no existe.
La película nos cuenta la historia desde la perspectiva de una suerte de outsider, una chica que no ha regresado al país en más de veinte años y que está redescubriendo sus raíces: la casa de su madre, el pueblo de su abuela y, por supuesto, la identidad de un padre que nunca conoció. Sin embargo, la película no logra sumergir al espectador en la mente de Alejandra. Ella permanece como un misterio, una figura que aparece en un contexto muy distinto al suyo y sobre la que sabemos muy poco. No es necesario que la película revele todo aspecto de su backstory, pero conocer un poco más sobre su vida actual, sus motivaciones y su historia habría enriquecido su personaje.
El corazón de La piel más temida reside verdaderamente en la interpretación de María Luque como Dominga. Aunque la narrativa se desarrolla desde la perspectiva de Alejandra, es Dominga quien experimenta los momentos más emotivos de la historia. Ella atraviesa un arco de personaje significativo, pasando de la negación inicial hacia su nieta a enfrentar las consecuencias de los actos de su hijo, y desarrollando una relación cercana con Alejandra. La actuación de Luque es simplemente magnífica, con una naturalidad innegable que evita caer en la exageración. Si el espectador logra conectar emocionalmente con la película, realmente sentirla, es gracias a la actuación de Luque.

Lamentablemente, no se puede decir lo mismo de Burga. Ahora, no es que la joven modelo dé una actuación terrible. Lo que sí ocurre es que su trabajo es irregular. Resulta convincente durante los momentos más callados, cuando tiene que actuar con expresiones faciales (destaca un intercambio de miradas que tiene con su padre, que nos dice mucho más que varias de las escenas previas que protagoniza). Sin embargo, es cuando comienza a hablar que el personaje se torna plano, por momentos imposible de interpretar. Burga recita muchas de sus líneas de forma plana. Estas son casi “leídas”.
Por su parte, Américo se presenta como un tío divertido que disfruta bastante del trago y que intenta ayudar a su sobrina tanto con la venta de la casa como con sus problemas familiares. Aunque Cáceres no convence como personaje cuzqueño, su presencia destaca en el desarrollo dramático al inyectar energía a escenas que podrían ser previsibles. Sin embargo, este personaje también representa el mayor problema de La piel más temida: es un filme con personajes secundarios bien construidos, interpretados con convicción, que lamentablemente eclipsan a una protagonista poco interesante.
Retomando lo mencionado anteriormente, La piel más temida resulta ser una película que debería generar conversación, más allá de ciertas declaraciones absurdas recientes. En ella, vemos a una chica regresar a un entorno desconocido en busca de raíces con las que conecta gradualmente. También observamos a una abuela que parece rechazar la verdadera naturaleza de su hijo y, de hecho, en cierto momento, lo excusa, sugiriendo que simplemente "cometió errores". Esto no se trata tanto de la opinión expresada por el director Joel Calero, sino de la representación del conflicto interno de Dominga. Por un lado, conoce las acciones terribles de Américo y quién es como persona. Sin embargo, sigue siendo su hijo, y decide pasar por alto muchas de sus peores características para seguir cuidándolo, incluso hasta el final.
Esto no significa que el personaje del hijo terrorista sea humanizado; todo lo contrario, Américo se presenta como una figura distante, que aparece en pantalla, pero muestra poca reacción, llegando incluso a rechazar a su hija hasta el final. No muestra interés en conocerla o siquiera dialogar con ella. Lo que hace La piel más temida es humanizar a los seres queridos de Américo, aquellos que sufrieron por sus decisiones horribles y aún enfrentan las consecuencias de sus actos. Por eso, el personaje de Dominga resulta fascinante; como muchos seres humanos, está llena de contradicciones, capaz de racionalizar lo que su hijo hizo, pero también en negación, guiada por emociones y pocos recuerdos positivos de un hombre evidentemente incapaz de redimirse.
Independientemente de sus defectos, no se puede negar que esta cinta le permite al espectador reflexionar sobre la historia de nuestro país, sobre nuestras heridas que aún están abiertas, y sobre los personajes que la pueblan. Temáticamente hablando, se trata de una experiencia fascinante, vista desde la perspectiva de alguien que recién se está familiarizando con un contexto distinto, en algunos aspectos moderno, pero en otros todavía muy ligado al pasado. Lo negativo sería que La piel más temida no logra desarrollar a su protagonista de forma convincente, lo cual no es ayudado por el trabajo muy irregular de Juana Burga. El producto final es, pues, mixto, pero igual recomendable para quienes estén buscado una cinta madura, de buena factura técnica, y que no debería resultar controvertida para ningún espectador sensato y con criterio.
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