"Mr. Blake a sus órdenes" (2023): Malkovich se reencuentra en Francia
- Sebastián Zavala Kahn
- 8 ago
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John Malkovich, gran actor norteamericano, explora la comedia en el cine francés en un rol tardío y al mismo tiempo tan liviano como serio. Aparece también Émilie Dequenne (Rosetta de 1999 de los hermanos Dardenne), fallecida a inicios de este año.
Por Sebastián Zavala CRÍTICA / VIDEO ON DEMAND

Dirigida y coescrita por Gilles Legardinier, la francesa Mr. Blake a sus órdenes (Complètement cramé!, 2023) es el tipo de comedia ligera y madura que ya no se ve con mucha frecuencia en cines. Centrándose en las aventuras de un hombre de negocios ya mayor cuya vida cambia luego de mudarse (supuestamente temporalmente) a la campiña francesa, el filme no se siente ni particularmente original ni particularmente novedoso. No obstante, igual contrasta a sobremanera con la cinta promedio que se puede ver hoy en día tanto en la pantalla grande como en la chica, lo cual ya de por sí le otorga algún tipo de ventaja. Mr. Blake a sus órdenes no es ninguna maravilla, pero igual entretiene gracias a sus humildes encantos.
John Malkovich interpreta al Andrew Blake del título, un hombre de negocios londinense que decide viajar a Francia, a la propiedad donde conoció años atrás a su ahora finada esposa. Habiendo contestado un aviso en el periódico que ofrecía un cuarto de invitados en el castillo de dicha propiedad, al llegar al lugar Blake se encuentra, más bien, con un ama de llaves llamada Odile (Émilie Dequenne, Q.E.P.D.) en busca de un nuevo mayordomo. Es así que, con ánimos de reencontrarse con el pasado, Blake acepta el trabajo, por más de que no puedan ofrecerle una paga decente.
Resulta, pues, que la dueña del castillo, la Señora Nathalie Beauvillier (Fanny Ardant) está prácticamente en la quiebra, luego de que su finado esposo la dejó ahogada en deudas. Es por eso que intenta mantener las costumbres de la clase alta, pero a la vez, le pide a su nuevo mayordomo que conteste las cartas con supuestas ofertas y sorteos que le llegan al correo. Es así que, mientras que Blake se acostumbra a su nuevo trabajo, va conociendo a los demás habitantes de la propiedad. Aparte de Odile, están Manon (Eugénie Anselin), que ayuda con la limpieza, y el guardabosques Philippe Bas (Magnier), quien casi mata a nuestro protagonista al confundirlo con un ladrón. Poco a poco, Blake se va encariñando con esta gente, siempre teniendo en cuenta que no podrá quedarse para siempre.

Mr. Blake a sus órdenes es una comedia protagonizada por adultos y dirigida a un público adulto. Manejando un sentido del humor más bien ligero, no es el tipo de filme que los hará reír a carcajadas, sino más bien soltar risitas de cuando en cuando, consciente de que están viendo algo que no pretende ser ni realista ni particularmente dramático. De hecho, los conflictos en Mr. Blake a sus órdenes son poco graves y resueltos de forma relativamente fácil, lo cual le resta tensión a la experiencia. Pero estoy seguro que muy poca gente va a ver una cinta como esta para tener una experiencia tensa; lo que hace Mr. Blake a sus órdenes, más bien, es desarrollar una historia que resulta reconfortante, agradable.
La mala noticia, en todo caso, es que tanto el trabajo de dirección como de edición le restan energía a la película. Lo que debería haber sido una experiencia breve y dulce, más bien se extiende para durar casi dos horas, lo cual lamentablemente termina por afectar al espectador. La mayor parte de escenas se llevan a cabo de manera letárgica, con los personajes hablando con paciencia y Legardinier usando blocking más bien tieso. Y muchos de los gags no funcionan del todo, haciendo que la película no se sienta ni como una farsa absurda, ni como una historia realista o de corte humano. Algunos personajes se toman muy en serio a sí mismos, mientras que otros se sienten más caricaturescos.
Y de ahí, por supuesto, tenemos el final. Como siempre, no pretendo incluir spoilers en el presente texto, por lo que solo diré que el conflicto central de la película se termina resolviendo de forma demasiado conveniente y rápida. Y no solo eso; Blake y Philippe terminan tomando decisiones que solo funcionarían en una caricatura tipo Looney Tunes, y que no podrán sentirse más fuera de lugar en un filme como Mr. Blake a sus órdenes. Entiendo que había que darle un final feliz a la película, pero creo que tanto Legardinier como su coguionista, Christel Henon, podrían haber encontrado una solución más elegante y convincente que la que ofrecen.

De hecho, son aquellas decisiones narrativas las que terminan convirtiendo a Blake en un protagonista pasivo, casi perfecto, que llega al Castillo Beauvillier para resolverle la vida a medio mundo. No es que él no cuente con conflictos internos o problemas; es, más bien, que dichos apuros son resueltos de forma casi inmediata, sin que él sufra mayores consecuencias. Incluso la escena en la que se cae de una escalera para luego terminar internado en el hospital se siente gratuita, como si la historia hubiese necesitado que, de alguna manera, su protagonista estuviera “out” por un par de semanas, y hubiese elegido la forma más forzada de lograr aquel objetivo.
No obstante, y a pesar de sus deficiencias narrativas y de ritmo, no puedo decir que la haya pasado mal con Mr. Blake a sus órdenes. John Malkovich está excelente, como siempre, actuando con un francés impecable y convirtiendo al personaje del título en una figura agradable y carismática. Y la experiencia en general es lo suficientemente ligera e inocentona como para no fastidiar demasiado. ¿Pudo ser Mr. Blake a sus órdenes mejor? ¿Más cohesiva, más graciosa, más original y más enérgica? Por supuesto. Pero igual agradezco que se sigan haciendo películas como esta, especialmente para un mercado que no favorece su distribución. Mr. Blake a sus órdenes me remontó a épocas más sencillas, por más de que el producto final pudo (o debió) haber sido más redondo.

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