top of page

“Yana-Wara” (2023): la realidad como fantasía de horror

La película reciente de Óscar y Tito Catacora no teme en contar su historia de manera explícita, abordando temas como el abuso sistemático que las mujeres sufren de parte de los hombres y la cosmovisión de un pueblo del sur del Perú. Es una forma de decir: "estas cosas siempre han ocurrido, y desafortunadamente, siguen sucediendo". Con personajes creíbles y un estilo visual hermoso que contrasta con los eventos terribles que se narran. Yana-Wara se posiciona como una de las mejores películas peruanas de este año. Se incluyen spoilers.


Por Sebastián Zavala Kahn CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL

"Yana-Wara" (2023). Fuente: Infobae

Yana-Wara nos cuenta la historia del personaje del título (Luz Diana Mamani), una niña de trece años que vive en el campo con su abuelo, Don Evaristo (Cecilio Quispe). Esto se debe a que la madre de la primera falleció poco tiempo antes, dejándola bajo la responsabilidad de un señor mayor, y sin poder hablar. Lamentablemente, la película comienza con la muerte de la chica, y es a través de un gran flashback, que Evaristo le va contando al concejo del pueblo (y a su presidente), la historia de por qué decidió matar a su nieta.


Dicha historia, pues, involucra a un profesor de lengua que abusa sexualmente de la niña; a maestros curanderos, a líderes comunales que supuestamente intentan impartir justicia entre su gente, y una inesperada mezcla entre las leyendas y creencias de estas personas. Como se deben imaginar, y debido a los temas que toca, Yana-Wara no es una película fácil de digerir ya que esta nos pide no solo empatizar con estos personajes, si no también ser testigos de las situaciones por las que pasan desde una perspectiva muy específica, conscientes de que no todo lo que se ve en pantalla es necesariamente “real”.


Después de todo, estamos viendo la historia desde el punto de vista de Don Evaristo, un señor de buenas intenciones, aparentemente el único en su pueblo, que hace de todo por ayudar a su nieta, quien según varios maestros ha sido poseída por el diablo y por ende carga con una maldición, o simplemente debe ser “limpiada”. La decisión consciente de presentar todo en forma de flashback, sabiendo que Yana-Wara debe morir sí o sí, está ligada a la sociedad tan machista a la que pertenecen estos personajes. Los hombres más poderosos del pueblo toman todas las decisiones posibles sobre Yana-Wara (sobre su cuerpo, su salud, su destino) sin consultarle nada, y, por ende, el filme nos presenta la historia no desde la perspectiva de ella, si no desde la de su abuelo.


Lo que presenciamos es el destino trágico de una joven que parece estar predestinada a la muerte. Desde el momento en que es abusada por el profesor mencionado, su valor como ser humano se desvanece. La sociedad la despoja de su humanidad al considerarla sin valor tras perder su virginidad. Se convierte en un ser manipulado, movido y juzgado por otros. Sin embargo, hay un atisbo de satisfacción cuando ella misma decide impartir justicia, aunque este destello de luz y esperanza se ve rápidamente eclipsado por más tragedias y violencia. Incluso cuando intenta tomar el control de su vida, Yana-Wara es desestimada y obligada a depender de su abuelo en la búsqueda de una "cura" para sus problemas.


"Yana-Wara"(2023). Fuente: Mano Alzada

Todo esto es presentado como un drama de ritmo pausado, que no se apura incluso durante las secuencias de mayor tensión. Pero también, por momentos, es casi como una película de terror, como esa escena en una cueva, donde un curandero intenta “sacar” al diablo del cuerpo de Yana-Wara, entregándole una ofrenda (un corazón de animal), pero también azotando a la chica como parte de un supuesto exorcismo. La utilización de luces parpadeantes, sombras profundas, y hasta rostros misteriosos en medio de la oscuridad, me recordaron al Pazuzu de El exorcista. Ayudan a que la escena mezcle lo misterioso con lo fantasioso y el drama de manera que se siente muy real lo que están viviendo el abuelo y la nieta.


La película en general ha sido fotografiada de forma impresionante. Haciendo uso del formato 4:3 (cuadrado) y una imagen en blanco y negro, Yana-Wara se siente como una historia atemporal. Es un filme que podría llevarse a cabo en cualquier época, dando a entender que los prejuicios y situaciones terribles que nos presenta podrían ocurrir en cualquier momento, pero siempre en el contexto de este pueblo aislado. Cada plano ha sido pensado y realizado con mucho cuidado, muchos de ellos luciendo como pinturas en movimiento, aprovechando la profundidad de campo para mostrar a los personajes siempre como parte de un ambiente ineludible, a veces abrumador.


Para finalizar, se puede concluir que Yana-Wara es una historia desgarradora sobre una chica que nunca tuvo una verdadera oportunidad para crecer y ser considerada como un ser humano. De igual manera, nos habla de una sociedad dominada por hombres sexistas, donde de vez en cuando se puede encontrar un rayo de luz que pueda impartir justicia de verdad, aunque sea brevemente. Es una película impecablemente dirigida, protagonizada por actores que se transforman completamente en sus personajes (lógicamente, destacan Mamani y Quispe), y que dejará a sus espectadores emocionalmente impactados. La pérdida de Óscar Catacora es una verdadera tragedia; no solo a nivel humano, lógicamente, sino también por el gran talento que perdió el cine peruano. Aun así, agradezco que su hermano Tito haya logrado terminar Yana-Wara, ya que esta es una historia que tenía que contarse, y me da gusto esté teniendo éxito en nuestros cines.





 

 




bottom of page